El Dólar Invasor
Análisis 01/08/2019 05:00 am         


Por Jose María Aristimuño P.: Venezuela vive la más grave crisis moral de su historia



Jose María Aristimuño P.

Venezuela vive la más grave crisis moral de su historia, es un país devastado, se destaparon todas las cañerías sociales llenas de resentimiento, egoísmo y envidia; desarrollados y elevados de manera muy inteligente por países que saben hacerlo con décadas sometiendo a sus poblaciones: Cuba, Rusia y China, con el consentimiento sostenido de cómplices locales sustentado sobre ideologías decadentes.

Las consecuencias están a la vista y como lo señaló el informe de la Alta Comisionada la ONU Michelle Bachelet: No hay Estado, este se desestructuró, lo cual trajo la destrucción de la economía que implica una crisis humanitaria sin precedentes en la región con millones de desplazados. De esta manera los venezolanos pululan entre la incertidumbre y la desesperanza, a pesar de que el territorio tiene las reservas de petróleo probadas más grandes del planeta.

¿Qué sucederá? ¿Cuándo? Y ¿Cómo? Son preguntas frecuentes en la calle. Pero nadie tiene ni la bola de cristal ni la varita mágica para dar respuestas a esas preguntas. Las voces agoreras se pelean por tener la razón acerca de cómo será el desenlace. Invasión militar con coalición de países, TIAR; Grupo De Lima, OEA, o atrevimientos como la OTAN; incluso los “cascos azules” de las Naciones Unidas; la huida y hasta la permanencia negociada de parte de los que detentan el poder. Demasiada especulación. Los mensajes de una posible intervención militar son todos erráticos. Es una simultánea con muchos tableros de ajedrez que tontamente apuntan a unas elecciones libres en el tiempo corto. Final feliz. Ojalá.

¿Nos invadieron? Claro, por supuesto, y nadie se dio cuenta, los soldaditos de plata, los dólares inteligentes. Un aceite de ricino que logró discernir dónde estaba el problema originario y cómo resolverlo. Al penetrar el dólar como moneda prácticamente de curso legal a pesar de no ser aprobada, ante la vista gorda del régimen, disminuyó aún más el poder del Estado desde el punto de vista económico pues pulverizó las dádivas. Los seguidores y adeptos que van detrás del sonido de la flauta de Hamelin de los privilegios ya mermados (como el “Carnet de la Patria” y los Clap), no por ideología (algo totalmente normal en el populismo), empiezan a desviarse hacia el invasor: el dólar.

La administración pública se mueve en bolívares -la moneda local- que son escasos y se han debilitado con devaluaciones obligatorias y sucesivas. Los salarios y prestaciones se han vuelto sal y agua, y no es posible mantenerlos en el tiempo. Ejemplos sobran: una propina en el comercio local (2 dólares), es la mitad de una pensión. Lo grave es que en Venezuela no circulan las monedas de 25 centavos de dólar, los quarters, ya que sería obviamente institucionalizar el cambio. La ausencia de sencillo encarece los productos y los servicios: lo mínimo un dólar. Se impuso desde afuera y no pudieron evitarlo. Imaginemos un río crecido que produce una inundación cuyas consecuencias no las sabemos a ciencia cierta. Todas las transacciones comerciales del día a día están dolarizadas. Es comidilla que Venezuela está dolarizada, aunque no es del todo cierto pues parte de la estructura sigue en bolívares. Los servicios públicos, ineficientes y escasos (transporte, combustible, gas, luz, agua), crean un soporte virtual nada despreciable sobre la vida diaria.

LOS VENEZOLANOS ECONOMISTAS

El desequilibrio es abismal con competitividad inexistente. La confianza en la moneda local desapareció y ello implica caos y solo es sostenible con represión y miedo ¿Hasta cuándo? Difícil de pronosticar. Que si vamos en camino a una explosión social o un empobrecimiento crítico de la población; lo cierto es que estamos exportando hambre y no petróleo. La situación obviamente tendrá un punto de quiebre, según todos los indicadores más allá de las negociaciones (Noruega, Barbados, Lima, etc.). A colación viene de la mano el eslogan no oficial de la campaña electoral en Estados Unidos en 1992 de Bill Clinton vs. George Bush. El centro del problema: vida cotidiana y necesidades inmediatas. “Es la economía, estúpido”.





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