¿Cómo enfrentar la autocracia?
Análisis 31/08/2019 05:00 am         


Por Jonatan Alzuru Aponte: No es gratuita la pregunta



Jonatan Alzuru Aponte

¿Cómo enfrentar la autocracia de Maduro? No es gratuita la pregunta. Mientras que las potencias, unas y otras, toman partido y parámetros su juego, y de igual manera, los grupos internacionales, dígase Grupo de Lima, Noruega, Grupo de Contacto, nosotros discutimos como telespectadores. Más allá de que critiquemos, avalemos, rechacemos o aceptemos, cuentos actitudes, desde la posición de quien mira a los otros actuarios y en función del actuar del otro, esto fija una opinión.

Ahora bien, si somos sujetos políticos, la coincidencia o disidencia con los otros (países, potencias) dependen de nuestra propia perspectiva y de nuestro actuar consecuente. Pero uno de los problemas es que no existe, por ahora, una perspectiva que la asumamos como nuestra ... porque ¡no existe un nosotros!

¿Cómo es posible? ¿Acaso nosotros no somos nosotros?

La respuesta, obvia que surge, casi como automática, es que nosotros es el conjunto formado por quienes tenemos la nacionalidad venezolana y nos enfrentamos al despotismo. Pero esa primera respuesta es una abstracción detectada por cada grupo político o dirigente que asume discursivamente, "nosotros los venezolanos ...", "la decisión es de Venezuela y los venezolanos ..." Pero en términos prácticos y discursivos, eso es falso de toda falsedad . No creemos ni aceptamos la posibilidad de un nosotros y eso se muestra en acciones y prácticas, tanto de otros como de otros, dirigentes y actores políticos.

Nuestra dirección política, unos y otros, partidos políticos e individualidades, plantean su mirada y, a veces, acciones públicas o acciones ideales, sin considerar a los otros. Peor aún, los otros, grupos e individuos, que piensan distintos, son tratados peores que al enemigo principal. El enemigo principal es el déspota y quienes lo sostienen militar y económicamente en el poder. Pero lo habitual, terrible también, ha sido que la coincidencia o disidencia entre la dirección venezolana ha dependido de si está a favor o no de una acción internacional, planteada y ejecutada por actores extranjeros.

El problema de quiénes somos somos uno de los problemas químicos. Esa división práctica y discursiva es de las mayores fortalezas que tiene el régimen despótico para su permanencia. Una sociedad desarticulada social y políticamente es una comunidad que tiene una fragilidad crítica frente a un régimen despótico; mientras que la división se profundice, la probabilidad de permanencia del déspota es mayor. ¡No vamos bien!

¿Podría generarse un espacio político para cuestionar cómo enfrentar el despotismo, sin eufemismo?

Primer problema que debe asumirse: ¿quién convoca? Segundo: ¿a quiénes se consideran interlocutores válidos para realizar esa discusión y por qué? Tercero: la agenda de discusión. Cuarto: a propósito de la agenda: borrar de la discusión abstracciones cuentos como todas las alternativas están sobre la mesa. ¿Qué son esas acciones y la factibilidad real para lograr el objetivo? ¿Será posible “a calzón quitao” discutir las formas de lucha, en ese espacio?
Por ejemplo, la violencia ha sido una forma de lucha que algunos actores políticos dejan sutilmente sobre el discurso. Es labor de la dirigencia política discutirla a fondo; no es tiempo de supuestos y discursos etéreos. Si la acción violenta es posterior al fracaso de la acción pacífica, con más razón se desafía que se debate. Pero si la acción pacífica es la estrategia general, entonces, qué tipo de acciones pacíficas contundentes podrían tener éxito, determinado y evaluar las operaciones hasta el momento, costos y beneficios.

¿Cómo dar cuenta de nuestra estrategia a los aliados internacionales, sin romper las alianzas? ¿Es posible hacer este trabajo? Si se sentará con el despotismo y se quiere obligar al déspota seguir discutiendo ... ¿acaso no sería más factible una mesa de diálogo entre aquellos que nos llamamos nosotros? ¿Seremos tan torpes para no hacerlo?

Omitir este paso, la configuración y dinámica de nosotros, es una declaración de que estamos derrotados desde el principio. La pelota está en manos de la dirección política que está dispuesta a luchar contra el despotismo.







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