Día Antes y Día Después
Análisis 03/09/2019 08:45 am         


Por Aurelio F. Concheso: ...“el día después” está cada vez más cerca



Aurelio F. Concheso

Durante los últimos meses, "El día después" se ha vuelto un faro de esperanza entre quienes luchan por alcanzar que Venezuela salga de la depresión hiperinflacionaria en la que la han sumido años de políticas económicas y sociales fallidas. El Plan País, las recomendaciones sectoriales de los gremios empresariales, las propuestas de la Academia de Ciencias Económicas, una pléyade de sugerencias de economistas respetados, y los mercados financieros, apuntan en esa dirección.

Con tanta buena voluntad y talento abocado en ese esfuerzo, uno pensaría que “el día después” está cada vez más cerca. Lamentablemente, a juzgar por las casi diarias sesiones vespertinas de interminables cadenas de radio y televisión, pareciera que nada está más alejado de la realidad que vivimos los venezolanos. Al parecer, vivimos atrapados en un interminable ritornelo de repetición sucesiva de iniciativas económicas gubernamentales que nos mantienen permanentemente anclados en un "día antes"; tanto, que cada vez se torna más lúgubre.

El hilo común de esas presentaciones fantasiosas es el lema de una mítica “Venezuela Potencia” que pretenden ilustrar iniciativas sectoriales desconectadas totalmente de la realidad. Ejemplo de ella es una reciente en la que se hablaba de que pronto tendremos el Internet más avanzado de la región, y en momentos cuando nuestros vecinos ya disfrutan de más de 30 megas, mientras que el que aquí recibe más de 1 mega se considera afortunado. Pero, y como si fuera poco, también y que "ya viene" la telefonía 5G. Sí, esa misma que todavía no existe ni en los Estados Unidos o en China, pero que aquí, repetimos, se ofrece cuando CANTV aún suda para entregar 4G.

Sin duda alguna, en fin, es la desconexión casi total con la realidad.

En otra oportunidad, el despliegue cambió a la industria petrolera que, de un momento a otro, supuestamente, va a producir 2 millones de barriles diarios, cuando la realidad es que la misma sigue en desplome, camino de los 700 mil barriles o menos por día.
¿Más?: Cuando se habla del "Milagro de Guayana". Mejor dicho, acerca del "Milagro" que, en manos del Gobierno, ha logrado que sus empresas produzcan exactamente cero. Y eso sin posibilidades de prender ni las luces de las plantas, mientras la menguante electricidad del Guri tenga que utilizarse para enviar algo del preciado fluido eléctrico hasta el Zulia, y para suplir la deficiencia de un parque de generación térmica que funciona por debajo del 10% de su capacidad instalada.

Particular hilaridad -o más bien tristeza y asombro- producen las aseveraciones de que con agricultura urbana se va a revertir el desplome productivo del campo. Sí, acerca del mismo problema sobre cuyas causas no dejan de recordarnos con acierto Fedeagro y Fedenaga.

Pero lo más increíble es ver cómo, el estar anclados en “el día antes”, pulveriza el ingreso en términos reales de los pensionados y trabajadores del sector público. Desde hace un año, cuando ese ingreso se ajustó a $ 30 mensuales, el mismo, a tasa de cambio reconocida por el Banco Central de Venezuela, ha descendido a menos de $ 2,00, es decir, a ¡7 centavos de dólares diarios!

De un momento a otro, seguramente, habrá otra cadena anunciando con bombos y platillos un ajuste de esa cifra, y, de paso, culpando a todo el universo- menos a sus propias políticas fallidas- de semejante precariedad sin precedentes. Para colmo, cualquier cosa que anuncien, se perderá en un vendaval de dinero sin respaldo para hacer frente a ese aumento virtual.

Hay formas de salir de la trampa “del día antes”. Claro que sí. Pero no si se siguen cometiendo los mismos errores que se repiten con penosa regularidad una y otra vez. Llegar a ese “día después” que ansía casi el 90% de la población, requiere de políticas sensatas, como devolverle al sector privado las empresas productivas, abrir las ventanas económicas para que fluya la inversión y los créditos, y abandonar fantasías de inversión productiva estatal, entre otras cosas.

No obstante, para que todo eso suceda, el proceso tiene que pasar por la seria experiencia de que los responsables acepten que devolverle el derecho a la esperanza de sus ciudadanos, requiere de un gigantesco acto de contrición de su parte.







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