Entre el trigo o la paja
Análisis 08/10/2019 10:02 am         


Por Arquímedes El Greco: El dilema parece ser claro: el trigo o la paja



Françoise Mitterrand, líder de la social democracia gala y ex presidente de Francia de 1981 a 1995 escribió un libro con un título muy sugerente: “El trigo y la paja”, en el cual analizaba los aspectos de la política que tenían que ver con el pensamiento y la práctica establecida en el manejo de los hechos concretos para hacer avanzar un país, el trigo. Esta conducta se veía asediada permanentemente por lo superfluo, lo banal: la paja.

Si extrapolamos sus tesis nos encontramos con una situación que se ha presentado en el devenir histórico del ejercicio democrático en el mundo. Este en términos del léxico popular criollo, hoy pudiera ser representado en la frase: “Mataron al tigre y le tuvieron miedo al cuero”.

Hemos dicho que la extrema polarización venezolana ha conducido al dominio de la emoción sobre la razón, como lo demuestra el congelamiento del último intento de diálogo entre gobierno y oposición en Oslo y Barbados. Así mismo la reactivación del TIAR y el incremento de las sanciones de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y los países de la Unión Europea y el grupo de Lima sobre el gobierno de Nicolás Maduro, presionándolo para que convoque elecciones presidenciales.

A ello se sumó el diálogo de la Casa Amarilla entre representantes de Maduro y partidos minoritarios de la oposición, los cuales llegaron a un interesante acuerdo, cumplido a medias, en el cual se estableció la reincorporación de la fracción oficialista a la Asamblea Nacional, el inicio del proceso de escogencia de un nuevo Consejo Nacional Electoral en ese cuerpo legislativo como lo establece la Constitución y la liberación de un grupo de presos políticos, del cual ha sido beneficiado, solo el diputado Edgar Zambrano, cuando el gobierno debió tomar esa amplia carta de inmediato.

Tanto Maduro como Diosdado Cabello, las figuras más relevantes del régimen viajaron, uno a Rusia y el otro a Corea del Norte y Vietnam, en el momento de producirse la reincorporación de la fracción oficialista a la AN.

Maduro se llevó una primera sorpresa cuando Vladimir Putin en un evidente juego de ligas mayores entre Estados Unidos, Rusia y China le recomendó negociar con la oposición y respetar a la Asamblea Nacional.

Lo de Cabello no se entiende mucho, pues ir a Corea del Norte, la dictadura dinástica más atrasada del mundo no le suma, sino que le resta al régimen en el ya estrecho escenario internacional que les queda. Lo de Vietnam, que comparte con China la tesis de Deng Xiaoping de “un país y dos sistemas” con una economía capitalista, es poco comprensible. En la tierra de Ho Chi Minh le han debido recordar su experiencia en los diálogos de París donde lograron la paz con los Estados Unidos y el retiró de sus tropas en 1973, luego de la histórica ofensiva del Tet de 1968. Nada que ver con los aguajes del general Padrino López en la frontera colombiana o con la fracasada guerrilla latinoamericana montada por los cubanos en los años sesenta, salvo la guerra de Angola, donde el gran conductor militar y héroe de la revolución, general Arnaldo Sánchez Ochoa fue fusilado en junio de 1989 por Fidel Castro cuando éste le movió el piso a la dinastía castrista, en los tiempos del Glásnot y la Perestroika, (apertura política y reestructuración de la economía), de Mijaíl Gorbachov iniciada en 1985 y culminada en 1991 con la desaparición de la Unión Soviética.

El debate en la AN, reincorporado el PSUV y el Polo Patriótico, expresa con claridad la tesis de Mitterrand. Los partidos y sus jerarcas en vez de ir al grano, al trigo que genera esa decisión, se han ido por las ramas, la paja, lo banal.

El ingreso de la fracción oficialista a la AN es una relegitimación de ese poder. Y punto, más allá de las acusaciones de “desacato” por un írrito TSJ. Las tesis leguleyéricas de un sector de la oposición sobre la pertinencia o no de los diputados que ocuparon posiciones en la ANC o en el gobierno, no es lo sustantivo. A ambos sectores les cuesta entenderse, por eso aplica el dicho “mataron al tigre y le tienen miedo al cuero”. El problema es de un acuerdo político y no legal. Es un reflejo de inmadurez. Los vietnamitas hicieron la paz con fuerza, pero con mucha inteligencia; al igual que la unidad de los demócratas chilenos permitió recuperar su democracia en 1988 de las manos del dictador Augusto Pinochet.

Un panorama que obliga a revisiones, rectificaciones y concesiones de parte y parte. No habrá intervención militar extranjera, el acuerdo debe darse entre venezolanos, a menos que nuestra dirigencia decline sus funciones, como al parecer parte de ella quiere hacerlo en el poder fáctico de las grandes potencias mundiales, léase Estados Unidos, Rusia y China.

El dilema parece ser claro: el trigo o la paja. Tienen la palabra los que juegan a ser los prohombres de esta carcomida patria.







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