Simón el tío
Bulevar 09/08/2019 05:00 am         


La inmortalidad del venezolano nacido el 8 del 8 de 1928



Tanta musicalidad no pudo ser azar. El contaba que allá en su Barbacoas natal, una tarde de joropos en la plaza, el cantante no llegó, y entonces se repetiría en él la escena tantas veces representada de la oportunidad que llega así, de esa manera, y uno no se da ni cuenta.

Le piden al acomodador que entone algo porque lo han oído, la verdad, silbando con afina
ción. Canta y de una le toca tras la mínima prueba de sonido enfrentarse al público. Sí olvidó una parte de la canción, qué susto, por lo que repitió un lalala muy pegajoso que poco menos que lo catapultó. Entonces le cambió la vida y se entregó a los brazos de la música. 

Tuvo éxito con aquellas gaitas de las locas, mal chiste comercial de cuya autoría luego se arrepintió. Se hizo el tío de niños que aprendían bellezas del amado país. Luego llegó al cénit con las tonadas que, inusitadamente, una más hermosa que la otra, parecían manar de un corazón que de pronto lucía enorme, como su descomunal talento. Fue Simón Narciso Díaz Márquez cantante, músico, compositor, poeta, humorista, caricaturista y empresario pero sobre todo un artista que logró tener entre sus manos la belleza, que la ofreció viva y aleteando. De gracejo y dulzura, sería un sabio reconstruyendo escenas y postales con las palabras más sencillas. 

Sus canciones llegaron al cielo en la voz de Plácido Domingo, Joan Manuel Serrat o de Caetano Veloso. Mercedes se bañó una vez y para siempre en aquel río de traición y su ropa quedó limpia, Sabana, luego de lavarla ayer tarde, como su trayectoria, cada vez más blanca. 

Decir que hubiera podido cumplir 91 el señor de los liquiliquis no es del todo preciso. 

La inmortalidad del venezolano nacido el 8 del 8 de 1928 le ofrece un salvoconducto: cumplió y seguirá cumpliendo. 





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