La iglesia de Castillo Méndez…
Historia 06/10/2019 05:00 am         


Castillo Méndez logró arrastrar unos 33 sacerdotes y funcionó como una verdadera Iglesia.



Las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica venezolana han tenido en el devenir histórico momentos de grandes tensiones, conflictos y rupturas. En el inicio mismo de la República fue famoso el impasse entre el gobierno de José Antonio Páez y el Arzobispo Ramón Ignacio Méndez, expulsado del país al negarse a jurar la Constitución de 1830. Más tarde Antonio Guzmán Blanco protagonizaría un conflicto declarado con la institución religiosa que comenzó con la negativa de Monseñor Silvestre Guevara y Lira a oficiar un tedeum en honor a la batalla de Guama, clave para la campaña que lo condujo al poder. La renuncia del alto prelado a cumplir con el oficio requerido, sería el inicio de una serie de medidas extremas destinadas a debilitar el patrimonio y la influencia de la religión católica en Venezuela.

Durante los años de la prolongada dictadura gomecista, las relaciones del gobierno despótico con la jerarquía eclesiástica son contradictorias, una parte del clero se pliega a la situación, animada desde El Vaticano, deseoso de tener buenas relaciones con Venezuela, mientras muchos sacerdotes entre ellos los padres Franquiz, Ramírez, Monteverde y Mendoza, van a dar con sus huesos a la terrible ergástula de La Rotunda, donde sufrirán todo tipo de suplicios y vejámenes, que le causaran la muerte en prisión a los dos primeros. Los esfuerzos del propio Nuncio por aliviar las penas y salvar la vida de los curas presos se estrellarán contra la arbitrariedad de un dictador, que consideraba a los sacerdotes detenidos “…como de conducta incorregible, incapaces de regeneración moral”.

La prolongada etapa del gomecismo cerrará sus relaciones con la Iglesia Católica, expulsando del país a Monseñor Salvador Montes de Oca, Obispo de Valencia, quien se atreve a pronunciar una homilía donde censura la vida en concubinato o las relaciones no bendecidas por la Iglesia, lo que se interpreta como un señalamiento directo a las relaciones familiares del dictador. Sin embargo ese mismo Gómez, capaz de someter a sacerdotes a los peores tormentos, recibe del Vaticano la orden de Piana en su primera clase el 21 de Enero de 1916.

En el periodo de transición postgomecista que presiden los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, las relaciones entre la iglesia y el Estado son de cordialidad y respeto institucional, sin que se refieran incidentes importantes. El 18 de octubre de 1945, un golpe de Estado en el que se conjuran jóvenes militares y el partido Acción Democrática, liderizado por Rómulo Betancourt, se hace con el poder, y se da inicio a un proceso de relaciones dificultosas y de graves confrontaciones entre la jerarquía católica venezolana y el nuevo gobierno que encabeza el fundador de AD.

El ateísmo confeso, en unos casos de origen marxista y en otros de origen agnóstico y liberal de los nuevos gobernantes, generará a lo largo de los tres años que dura la entente entre Acción Democrática y sus socios militares (1945-1948) serias desavenencias en el plano de lo conceptual y de las relaciones prácticas. Los debates en la Asamblea Nacional Constituyente, que se elige en 1946, en los temas que involucran la relación Estado-Iglesia reflejarán posturas polarizadas y radicales, entre un laicismo que reniega de las influencias y los privilegios de la Iglesia, y un confesionalismo que bajo una clara acción política-proselitista de la jerarquía, los sacerdotes y la feligresía católica se opone a lo que consideran una posición atropelladora de inspiración atea y marxista.

El Decreto 321 emitido por la Junta Revolucionaria de Gobierno, que promulga normas sobre evaluación y promoción en las ramas de la educación primaria, secundaria y normal, estableciendo diferencias para los colegios públicos y privados, da lugar a una masiva reacción de los jóvenes estudiantes de los colegios religiosos que alentados por los pastores católicos, colocan en jaque al gobierno y obligan a la derogación y rectificación del instrumento, tensando seriamente las relaciones entre el gobierno y la Iglesia.

En el contexto de ese serio conflicto, se produce un hecho sin precedentes en la historia de las relaciones entre el Estado y la Iglesia, la fundación bajo la permisividad del régimen de una denominada Iglesia Católica Apostólica Venezolana, que Manuel Donis Ríos, en su libro “El báculo Pastoral y la Espada”, explica “Este episodio poco conocido, se refiere a la fundación de una Iglesia Católica Apostólica Venezolana -contrapuesta a la iglesia jerárquica- nacida con el liderazgo de Luis Fernando Castillo Méndez, exseminarista que obtuvo una ordenación sacerdotal falsa y que llegó a otorgarse a sí mismo el rango de obispo y primado de Venezuela. Castillo Méndez logró arrastrar unos 33 sacerdotes y funcionó como una verdadera Iglesia. Esta desapareció a la caída de Acción Democrática en 1948, a raíz del golpe militar contra el presidente Gallegos.

El cisma con la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, alentado desde el gobierno tuvo según Donis Ríos gran cobertura en la prensa caraqueña “…desatándose una campaña contra la jerarquía episcopal y el sacerdocio católico, de la que se hicieron eco La Tribuna, El País, El Nacional y el semanario Fantoches. Pero la Iglesia Católica tuvo sus defensores, incluso entre quienes se encontraban en la Constituyente. El 28 de febrero de 1947 el arzobispo decreta la excomunión de Castillo Méndez y de sus sacerdotes Baldomero Álvarez, Eugenio Vivas y Luis Ramón Vives, porque han incurrido en el triple delito canónico de apostasía, herejía y cisma. Advierte el decreto que quedaran igualmente excomulgados todos los que adhieran o participen del mismo pretenso cisma”.

El citado historiador reproduce la opinión de Áureo Yepez Castillo, quien pretende desentrañar las razones de AD para tolerar la actuación de la Iglesia de Castillo Méndez, precisando “a la luz de la evidencia de que el personaje (Castillo Méndez )fue promovido y mantenido por AD , se entiende que el caso de la iglesia cismática de Castillo Méndez fue una reacción de los adecos para resarcirse el golpe que les propino la iglesia católica con el fracaso del 321.”

En su libro tres décadas caraqueñas, Manuel Alfredo Rodríguez, expone una versión que difiere parcialmente de la de Donis Ríos, sobre todo en lo que se refiere a las presuntas simpatías que el improvisado ministro de la iglesia cismática, despertara en el gobierno del trienio adeco, señala el historiador “Por esos días actúa en Caracas, un sujeto que dice ser el Pbro. Luis Fernando Castillo Méndez y propone la fundación de la Iglesia Católica, Apostólica Venezolana. El Arzobispo de Caracas le niega condición sacerdotal – se aduce que consiguió ordenarse engañando a un anciano obispo español – y fulmina excomunión en su contra. Castillo Méndez plantea la elección popular de los obispos, se declara anti-franquista y rechaza el celibato eclesiástico...”.

Rodríguez refiere, las acciones que las autoridades oficiales adoptan contra este extraño sujeto, que logra reclutar para su fe y su iglesia a un importante número de feligreses, veamos “El Ministro del Interior ordena su arresto y el jerarca de la Iglesia Católica Venezolana se esconde en la casa de un constituyentista. Más tarde se establece en el barrio 18 de octubre e instala una capilla donde celebra misa, e imparte los sacramentos. El 13 de abril la Policía aprehende al flamante obispo – se dice consagrado o a punto de ser consagrado por un obispo cismático de la Iglesia Nacional del Brasil- y 500 personas desfilan ante el cuartel de Policía reclamando su libertad. El 5 de junio son excomulgados los periodistas Hernani Portocarrero y Rafael W. Camejo por apadrinar bautizos oficiados por el aspirante a Cismático…”

El falso obispo Castillo Méndez fue según Donis Ríos “… hecho preso y exiliado por Marcos Pérez Jiménez. En el exilio se mantuvo durante toda la dictadura militar. Al iniciarse el periodo democrático en Venezuela en 1958, hubo oportunidad para su retorno, pero Castillo Méndez decidió no regresar. En una ocasión dijo al respecto “cuando cayó la dictadura y vinieron los gobiernos democráticos y constitucionales, resolví quedarme en Brasil para no crearles problemas con la iglesia de Roma”.

La división de la Iglesia Católica, promovida en tiempos tumultuarios del trienio 1.945-1.948, no pudo trascender el fin sobrevenido del gobierno de Rómulo Gallegos. De nuevo se cumplía con rigor el carácter de santa y eterna de la Iglesia fundada por Jesucristo, y lo efímero y transitorio, incluso cuando parecen prolongarse en el tiempo de todos los poderes terrenales por poderosos que estos parezcan en un momento determinado





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