La Cuarentena Progresiva
Análisis 27/03/2020 08:00 am         





Por Pastor Heydra

Las extremas medidas de “Cuarentena Social” adoptadas por el gobierno de Nicolás Maduro, producto de la pandemia del Covid-19, en esta oportunidad se justifican, pero no son nada nuevo desde que él asumió la presidencia a la muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013 y quien ya había gobernado desde 1999, durante 14 años consecutivos. Más bien ha ido in crescendo.

Ciertamente hay que reconocer dos situaciones reales. 1.- Maduro se ha posesionado del poder de hecho, con el respaldo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, más allá de los cuestionamientos internacionales surgidos en enero de 2018 desde su última toma de posesión proveniente de unas elecciones muy discutibles. 2.- Las medidas sobre el Covid-19 han sido políticamente bien utilizadas para sus fines de mantenerse en el poder. Duras, pero pertinentes, han evitado, hasta ahora, la propagación de la enfermedad como ocurrió en Italia y en España, por la desidia de sus gobiernos, a pesar de que ambos países cuentan con dos excelentes sistemas públicos de salud, que no es el caso de la antípoda venezolana.

La “Cuarentena” de ahora está anunciada hasta el 13 de abril, fecha prorrogable, que posiblemente lo será, pues no hay condiciones económicas para levantar la medida. Cada día avanzamos a un real “toque de queda” o a otras palabras mayores y sorpresivas.
Y allí comienza el drama, con piquete histórico.

Chávez desde que asumió el poder el 2 de febrero de 1999, les puso el punto a sus íes. Rompió con la Constitución de 1961 a la que llamó “moribunda”, con su sistema político de democracia partidista y representativa, así como con la autonomía de los poderes públicos que lo regían. Gracias al error opositor de abstener de ir a las elecciones parlamentarias de 2005. Inició un proceso de metamorfosis social, política y económica logrando polarizar al país, eliminando el inicio de una sabia descentralización que suplió por el decimonónico centralismo absolutista que controló la administración, la economía y la política, con la excepción de la AN de 2015, hasta el sol de hoy. Su promesa fue transfigurar el modelo político que calificó de excluyente
Recibió el barril de petróleo a 11 $ y la coyuntura hizo que subiera entre 2011 y 2014 a un promedio de 103 $, que tuvo picos de 130 $. No aprovechó la circunstancia de oro que se le presentó y por el contrario disminuyó la fuerza económica del país. Destrozó a PDVSA y excluyó a su tren gerencial de primera; lo mismo hizo con las cementeras y la industria del hierro y del aluminio; impulso un dislocado proceso de expropiaciones que pusieron a boquear el sector industrial y agropecuario, a la mediana industria; deterioró los servicios públicos (agua, electricidad, seguridad, aseo, sanidad, educación, comunicaciones y pare de contar), generó desempleo y desabastecimiento y trastocó el mercado financiero con el control de cambios. Su soporte ideológico real no fue la quimera de un socialismo demodé que apellido “del siglo XXI”, si no una mescolanza, sin pies ni cabeza, de criterios contrapuestos, prevaleciendo la tesis neofascista y totalitaria del esquema fidelista coincidente con el modelo del argentino Norberto Ceresole basado en una alianza populista de su Partido (el gobierno), el pueblo (sus seguidores) y las FANB (su sostén), envueltos en un lienzo de Bolívar en su frente. Los extremos se tocan afirmo Lenin en su “¿Qué hacer?”, estos terminaban coincidiendo en agendas y propuestas.

Esa y no otra fue la herencia de NM, que simplemente de 2013 a 2020 ha malogrado con creces al país. En 2012 el país producía 3 millones de barriles de petróleo diarios, en enero llegó a 733 mil y en marzo se ubicó en 250 mil, por que cerró los mercados y no puede enviar el producto al exterior. Del pico mágico de los 130 $ por barril que obtuvo Chávez, el crudo venezolano está en 23 $ y para algunos analistas incluido NM no cubre los costos de producción estando en 11 $.

Los servicios han empeorado y la electricidad, el agua, la dotación hospitalaria, el abastecimiento, el empleo y hasta la gasolina y las comunicaciones son un lujo exótico.
La Cuarentena tienen el país 20 años, vivimos en toque de queda por la acción del hampa y la represión, ahora se ha militarizado en previsión de saqueos que inevitablemente se producirán de forma espontánea ante la disyuntiva “coronavirus o hambre”. El gobierno clama por ayuda internacional busca salvación en el FMI y en la OMS, ante el cierre del crédito exterior, hasta el de sus aliados Rusia y China. Está desesperado con las manos atadas. Clama hasta por la mediación de la Nunciatura y la Iglesia. Le hace ruegos a la oposición para que dialogue.

El C-19 será controlado, pero faltan 17 días para llegar al 13 de marzo, cuando se vence la cuarentena. Llegaremos a esa fecha, sin gasolina, sin recursos económicos, sin abastecimiento ¿Qué ocurrirá? Es lo que está por verse. Esta primera semana de abril que viene, dará sus claves. Veremos.





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