Mare Nostrum: El Beso
Análisis 29/03/2020 07:00 am         





Por Carlos Pérez Ariza
Periodista, escritor y Profesor Doctor (Ph.D) de periodismo


“La española cuando besa…”. Confinados, las prohibiciones se han instalado en España y en toda Europa. El doble beso ritual, que intercambia la cortesía como saludo queda en suspenso hasta nuevo aviso. La mano tendida que estrecha al amigo, conocido o presentado, también. La estrecha cercanía, que apiña los cuerpos en los vehículos públicos ha entrado en desuso. Solo queda asegurada la soledad de estar solo con un levantar la mano al vecino, desde la distancia prudente de un balcón a otro. Son estas las horas del ‘Amor en los tiempos de la Pandemia’, todo virtual, nada carnal. Apenas ha quedado en pie la compañía de la lectura, si tienes libros en casa; la amarga decepción de las noticias por televisión y radio; el refugio de la música On-Line o las saturadas RRSS, donde WhatsApp salva conversaciones familiares y de amigos aquí y allí, vía textos, sonidos e imágenes. La práctica universal de la coyunta está detenida, como fue una práctica usual y, más o menos, cotidiana en tiempos que ya parecen remotos. La práctica del sexo en una de las profesiones más antiguas del mundo, la otra es el espionaje, ha vaciado los lechos conyugales y los lupanares desde las carreteras hasta las más sofisticadas casas de citas prohibidas. Todo esto, no me lo han contado, soy la fuente directa de esta nueva forma de sobrevivir.

Y uno, como antiguo juntador de letras, como comunicador que sabe por experiencia propia, tras décadas en las trincheras, que periodista descuidado muere joven, sobre todo si está rodeado por la canalla estirpe que gobierna por el mundo; uno, digo, se pregunta: ¿Cuándo se jodió el mundo? Se recuerda al querido Mario Vargas Llosa quien ya se lo preguntó para su Perú. Pues las teorías conspirativas dan para una serie sobre distopías recurrentes, tan de moda por las cadenas de televisión de pago. El invisible enemigo, bautizado como Coronavirus/Covid 19, ha surgido en China, para abreviar vamos a llamarlo Virus chino. Se especula sobre si salió de un laboratorio, escapado por casualidad o no; si se originó en unos murciélagos comestibles en aquella tierra milenaria, con hábitos alimentarios muy extraños para Occidente; aunque hay que considerar que para alimentar a 1.400 millones de chinos, todo bicho que vuele o repte se puede comer. Hay que preguntarse cómo mutó, pues se hizo fuerte e infecta, con especial fuerza virulenta, a orientales y occidentales sin distinción de credo, raza o ideología religiosa o política.

La ciencia está en paños menores. Pese a la desarrolla sanidad pública española o italiana o francesa o inglesa, los primeros en caer son los mayores de 60 años y el mismo personal que lucha desde los hospitales contra la nueva enfermedad. Las cifras, que suben día a día, dan susto. El único remedio es quedarse en casa; salir, contando los minutos, al supermercado o a la farmacia, disfrazados con mascarilla ajustada y guantes desinfectados. No acercarse ni dejar que lo haga ningún congénere, y, bueno, si tienes una mascota sacarla a pasear con suma precaución; no es mi caso, que ya tengo bastante conmigo mismo. Como en España, la gente vive en la calle, estas restricciones son como una sentencia de prisión. La cultura de callejear es característica de los países del Sur de Europa, los que tocan tierra con el mar Mediterráneo gozan de buen clima que invita a salir. Tal vez los nórdicos estén más acostumbrados a estar encerrados en casa, cuestión del frío que los rodea casi todo el año. Aquí recuerda uno a los Beatles con su ‘Here come the Sun’, con una magnífica versión de Miguel Ríos, pues eso.

Montados en las teorías sobre cómo se ha propagado en cuestión de dos meses el virus chino por el mundo, hay que considerar una variable que es la globalización salvaje que ha impuesto el sistema político-económico de la China de Mao, que ahora viste prêt-à-porter. La clave de esa transformación del comunismo maoísta a esa forma del capitalismo macro productor marca China, la dio aquel dirigente legendario, represaliado por la Revolución Cultural de los Cuatro, que se reivindicó poniendo en marcha, hace ya unas cuatro décadas esta forma de neo marxismo a la china, con la plusvalía al bolsillo: “No importa que el gato sea blanco o negro, mientas cace ratones, es un buen gato”, y vaya como caza, recordado Deng Xiao Ping. De esta crisis macro mundial, al momento parece que es China la que sigue cazando ratones. Tras su epidemia, con unos pocos más de 3.000 fallecidos (sus cifras oficiales nunca son confiables), se está por establecer cuantas empresas han adquirido, tras las caídas de las Bolsas en el mundo, la de España llegó a caer en un día un 12%. Ahora, hacen negocio, con pagos por adelantado, con la venta de todo tipo de material sanitario a los países europeos. España ha pagado ya 432 millones de euros al gobierno chino para adquirir tales insumos, con algún engaño en mercaderías defectuosas. Prueba de la inmensa falta que tienen los hospitales de materiales para su trabajo, y que da fe de las más que ciertas quejas que se levantan desde el gremio médico.

En los países de Iberoamérica (siempre prefiero ese término más históricamente cierto que el de Latinoamérica invención de la intelectualidad francesa), la pandemia acaba de asomarse. Si en naciones con mejor y mayores instalaciones sanitarias, como el caso de Europa los estragos son inabarcables –España ronda los 60.000 contagiados, de estos casi 6.000 del personal que está en primera fila y casi 5.000 fallecidos, al juntar estas letras–, hay que pensar en cómo será la debacle allí. Los analistas consultados afirman que Venezuela es una de esas naciones en alto peligro, dado el deterioro instalado en todo su sistema de salud, prácticamente inservible para el día a día, ni que contar en estas circunstancias extremas. Súmese la oscura y cerrada forma de informar que caracteriza al régimen bolivariano.

Si nos habíamos olvidado de rezar o ya no practicábamos esa sana costumbre, que si no es eficiente, tranquiliza; estos tiempos son los que están enseñando de nuevo a mirar al Cielo protector. Las novenas, rosarios, misas se multiplican por los Medios de comunicación, porque si no ayuda Dios, cualquiera que sea, ¿quién lo hará? En los chinos no se puede confiar, no se fía ni Dios.







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