Lo que vive el mundo desde hace dos meses se considera, más que una pandemia costosa y ya universal, una guerra inédita y con alcances impredecibles para la humanidad. Los conflictos bélicos ocupan determinados territorios y sus protagonistas son Estados dirigidos por gobernantes de carne y huesos que someten a prueba su capacidad armamentista en determinados territorios de acuerdo a las llamadas “leyes de la guerra” y ahora cada día bajo la mirada y la atención de instancias diplomáticas y de organismos internacionales. Lo que ocurre ahora es la expansión insostenible todavía de un virus detectado originalmente en China, pero que se expande impunemente, gracias también a un mundo cruzado por la globalización y la magia de la comunicación digital. Como señala el millonario Bill Gates: “No estamos ante una amenaza de misiles, sino de microbios.”

Lo que inicialmente se expandió en China y en menor media en otras naciones asiáticas, en los últimos días hace estragos en Europa – en Italia y España principalmente – y ahora se traslada a Estados Unidos y lógicamente a las naciones latinoamericanas, sin subestimar sus efectos en otros espacios del mundo como en la India, cuya población de 1.400 millones de habitantes permanecen bajo estricto “recogimiento oficial.” El popular COVID-19 no solo amenaza la vida de millones de personas a despecho de las condiciones sanitarias, sino que abre las puertas a un terrible colapso en la economía mundial lo que hace poco era tema solo para futurólogos delirantes. Ya a la fecha, según cifras confiables, la producción económica del globo ha caído en un 50%, lo cual significa que la mayoría de las naciones que registran desequilibrios económicos y altos niveles de desigualdad social enfrentan un horizonte oscuro para su recuperación y desarrollo.

REDEFINICIÓN GEOPOLÍTICO

Mientras se trabaja en la búsqueda de tratamientos preventivos para el coronavirus (en todo caso aplicara para epidemias futuras) se agravan las consecuencias económicas, sociales y también políticas, pero que algunos analistas definen, como una "redefinición geopolítica". Los datos son obvios: China sera afectada sus exportaciones por la caída de los mercados importadores de Europa, África y América Latina; los países europeos veran acentuados problemas como las migraciones, el rechazo a los impuestos, el separatismo, y los brotes de autoritarismo y populismo; Estados Unidos ya reciente la recesión y peligra la reelección de Donald Trump; Y América Latina – aún en medio de una creciente crispación política – pone en peligro la estabilidad de gobiernos democráticos. Rusia, que según algunos observadores, seria favorecía por el milagro viral, registrara la baja de sus ventas energéticas y de armamentos, así como la presión migratoria de sus vecinos.

De esta manera, no se trata solamente de un asunto de tapabocas y manos enjabonadas, sino que el efecto del virus sin cura y las amenazas similares para el futuro, inciden también en las tendencias al desaliento y el pesimismo mundial sobre lo que ahora advierten los especialistas. En plena cuarentena en Nueva York la prensa registro el suicidio del conocido fotógrafo . Robert Herman. En el balcón de su apartamento fue encontrado su último mensaje: “¿Cómo disfrutas la vida?”.