Dilema Parlamentario
Análisis 14/06/2020 07:00 am         


Con un nuevo CNE se convocarà a la elecciones parlamentarias en diciembre. Ademàs de la composiciòn de la Asamblea Nacional el voto o la abstención tienen ahora significativas implicaciones políticas



La escogencia de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dada la inexplicable omisión de la actual AN en manos de la oposición, abre el camino para la convocatoria de las elecciones parlamentarias que constitucionalmente deben realizarse en el curso de este año. Por primera vez un factor crìtico como la Mesa de Diàlogo Nacional ha propuesto candidatos y suscrito la composición de un organismo que hasta ahora lucìa como instrumento esencial del ventajismo oficialista y de allì las reservas y el rechazo que merecen sus decisiones y los resultados de las consultas que se suponían, lógicamente, sesgadas y en función de los objetivos de perpetuación del règimen.

En este caso además se aprobaràn algunas normas (entre ellas las que permitan una mayor representación de las minorías y condiciones màs flexibles y justas en el acto de votación) todo lo cual podría despejar la matriz de opinión avalada por los hechos, de que màs que un ente regulador y garante del voto, el actual CNE viene operando como una palanca del oficialismo y que incluso disfraza y legaliza pràcticas fraudulentas. Una percepción que ha hecho que los partidos opositores, casi por reflejo, consideren las elecciones como inùtiles en función del necesario cambio y la alternancia democràtica, estimulando de este modo la tendencia a la no participación y asumiendo la abstención como una línea estràtegica al margen de circunstancias y realidades concretas. De esta manera, incluso sin que se conozca la nueva integración del CNE ni el alcance de las reformas anunciadas, algunos voceros de los partidos opositores ya levantan el llamado a la abstención a todos trance, como si los fenómenos históricos y la polìtica pudiesen interpretase y resolverse al calor de gritos y alegres consignas callejeras.


¿CUAL OPOSICION’?

El proceso político venezolano de los últimos veinte años tiene características e implicaciones que escapan a los análisis convencionales y de librito tan comunes en el pasado. Con razón se ha dicho que la revolución bolivariana o el chavismo-madurismo, no pueden verse en el marco tradicional de partidos de izquierda y derecha que permitìan un dibujo fácil de los escenarios latinoamericanos y que forjaron una literatura y una narrativa que todavìa por comodidad o por determinados intereses, es asumida como vàlida. Precisamente, las particularidades y la atipicidad del “Caso Venezuela” es lo que explica que el fenómeno llame la atenciòn y el interès internacional, y que forme parte incluso de los nuevos datos del conflicto multipolar.

De esta manera no podría hablarse de gobierno y oposiciòn como en el pasado. El chavismo-madurismo no nace de una propuesta ideológica y con los años se ha reciclado en términos de su dirigencia y de sus líneas políticas; y lo que se llamarìa oposición en el lenguaje convencional, no es representada por una alternativa ideológica o programática sino que se expresa en un inmenso sentimiento de rechazo a lo que se hace desde el poder, pero carece de la consistencia orgánica y la fortaleza organizativa necesaria, y de allì que el “liderazgo opositor” pase de manos al calor de cada situacion en particular. Ya desde el año 2002 era pertinente hablar mejor de las “oposiciones” que se movían desde las protestas de calle, los planes conspirativos o la necesidad de perfilar la via electoral para el cambio presidencial y la institucionalizaciòn democrática.


LA MUD

Luego que el 2007 la mayoría del país rechazò la reforma propuesta por Chàvez para legalizar la naturaleza hegemónica y autoritaria de su proyecto ya casado con la estrategia fidelista del ALBA, la creación de la Mesa de Unidad Democràtica (MUD) y la adopción del sistema de primarias para candidatos a todos los niveles hasta la escogencia de Henrique Capriles Radonski como aspirante presidencial en el año 2012 y màs àun la victoria legislativa de diciembre del 2015 con la mayoría de la Asamblea Nacional definieron un camino unitario que apuntaba seguramente a la toma del poder. Sin embargo se impuso de nuevo la tentaciòn de las “dos oposiciones”. Una de ella no interpretò lo ocurrido como auspiciosa victoria en el plano legislativo sino que la asumìò como si ya hubiera ocurrido un cambio de gobierno, como si el voto para nombrar una mayoría parlamentaria implicara directamente la salida de Maduro de Miraflores.


NO VOTAR

Para ese razonamiento no faltaron aliados. Los partidos de la MUD en su mayoría cedieron a la emoción de “ Maduro vete ya”, sectores internacionales que no ven al país en función de su crisis interna sino como pieza clave de la nueva geopolítica amparados en el Decreto Obama de “la amenaza a la seguridad de Estados Unidos, y un grupo de jóvenes polìticos “criollos pero desclasados” como diría Betancourt, interpretaron lo ocurrido como una enorme “luz verde” para tomar el poder por cualquier vìa ante la ilegitimidad reinante. De allì era lógico que se desechara el camino electoral apelando al ventajismo del àrbitro comicial. Ante el llamado a una Asamblea Constituyente (que junto al Referendum Revocatorio siempre estuvo en la cartilla de la MUD) se apelò a la abstención, pero la votaciòn se realizò al final y las acciones del organismo rigen en el país; curiosamente a los pocos dìas se llamò a votar en las siguientes elecciones de gobernadores y pese a obtener la victoria aplastante en el Zulia ”la joya de la corona” además de Tàchira, Mèrida, Anzoàtegui y Nueva Esparta; luego se anunció un fraude tardìo, pero no obstante los funcionarios electos en los últimos estados gobiernan desde entonces sus regiones. A los días siguientes para la escogencia de alcaldes se insistió en repetir la fòrmula abstencionista ¿pero que ocurrió? : si bien el oficialismo como siempre ejerció el control de la mayorià de las alcaldías, salvo como en el pasado de los municipio mirandinos emblemàticos de Chacao, Baruta y El Hatillo cuyos vecinos, desconociendo la línea partidista, eligieron a tres reconocidos y consecuentes opositores.


LA OTRA VIA

Seguramente convencido que la abstención ya se asumìa como un curioso dogma, Nicolàs Maduro decidiò convocar la reelección presidencial para el 20 de mayo de 2018, una fecha temprana pero en el año que correpondìa al final del perìodo. Si estaba claro el desgate de la popularidad del gobernante, las serias fricciones internas del madurismo, amèn de problemas como la hiperinflaciòn, la caída del ingresos petrolero y la dimensiòn ya alarmante de la llamada diáspora no era descabellado pensar entonces en la victoria opositora y sobre todo por un hecho que no estuvo en juego en las anteriores pruebas: ahora se trataba de la escogencia cara a cara con Maduro por lo que su derrota màs que probable significaba ciertamente el cambio de gobierno. Ya se habían acumulado demasiados errores para que un segmento de la oposición no tomara el camino del deslinde y la separación con una conducta acostumbrada a cosechar reveses y estimular el desencanto en un electorado cuya lealtad y consecuencia merecía cuando menos respeto. Varios partidos como COPEI, MAS, Avanzada Progresista, Cambiemos, Soluciones y la plataforma evangélica Esperanza por el Cambio del pastor Javier Bertucci tomaron las calles y apelaron al voto mayoritariamente a favor del exgobernador Henri Falcòn. Los resultados merecen ser analizados: el madurismo con su jefe como candidato vio disminuir sensiblemente su votación en una prueba decisiva lo que hace suponer lógicamente que de haber concurrido toda la oposición Maduro era seguramente derrotado. Ese proceso además consagrò formalmente la división en las oposiciones entre el llamado G-4 (Voluntad Popular, Primero Justicia, Acciòn Democràtica y Un Nuevo Tiempo) y las organizaciones que forman la Mesa de Diàlogo Nacional, asì como nuevas expresiones de la sociedad civil que surgen y apuestan a espacios con otros planteamientos, y sin el peso de las derrotas de dos dècadas y en procura además de interpretar un paìs que en la tragedia trata de reinventarse y avanzar.


EL OTRO CAMINO

La experiencia de las nuevas derrotas acumuladas desde el 2015, (en buena medida por la aplicaciòn de estrategias equivocadas) y ante la cuestionada reelecciòn de Maduro para un nuevo período de seis años y el agravamiento de la catàstrofe nacional, estimularon al G-4 y concretamente a Voluntad Popular cuyo líder Leopoldo Lòpez ya había propuesto la llamada vìa de “la salida” en 2014, a desechar la ruta del voto en lo inmediato y apostar a la fòrmula del gobierno paralelo (inèdito en Amèrica Latina y aplicado por Estados Unidos y sus aliados en Irak, Libia y Sudàn con la soluciòn del “quiebre militar” y el aval diplomático de varios países) alegando en este caso la legitimidad del presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidò frente a la considerada ilegitimidad de Maduro, con la llamada ”Operaciòn Libertad” que comenzó el 23 de enero del 2019. Desde entonces, en año y medio han ocurrido diversos hechos que han complicado al máximo el cuadro nacional en todos los òrdenes. Deserciòn militar para la ayuda humanitaria en Cùcuta el 23 de febrero de 2019, intento de alzamiento militar el 30 de abril siguiente en La Carlota, crisis de la mayoría de Guaidò en la AN el 5 de enero de 2020, apoyo público ofrecido por Trump en la Casa Blanca el 2O de enero de 2020, y el fracaso de la “Operación Gedeon” el reciente 4 de mayo en Macuto y Chuao, entre otros hechos.

A estas alturas resulta claro –y asì lo reconocen los propios asesores del Pentàgono- que la “Operaciòn Libertad” tal como se concibió no ha cumplido con los objetivos iniciales y que iniciativas de este tipo a nivel mundial enfrentan ahora el efecto del Coranavirus y sus graves derivaciones humanitarias y económicas. Por su parte, el futuro escenario electoral de diciembre que someterà a prueba la eficacia o no del voto tambièn transcurrirà -según revelan las encuestas- con una aplastante mayoría de venezolanos que desconfían por igual del mundo político del gobierno y también de la oposiciòn. Esa es la terrible encrucijada que viviremos en el corto plazo. 







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