Invasión Ya!!
Análisis 10/11/2020 07:00 am         


Millones de venezolanos siguieron las elecciones presidenciales de estados unidos como si se tratara de una escongencia nacional



Muchos de ellos confían en que la salida de la crisis del país pasa por la intervención de Washington


¿Cuántos venezolanos llegaron a pensar que seguirían las elecciones de Estados Unidos como si se tratara de una cerrada disputa entre AD y COPEI en los años sesenta o setenta o el final de un play off entre Caracas y Magallanes? ¿Que tendría que ver directamente el resultado de la escogencia presidencial norteamericana entre Donald Trump y Joe Biden con el futuro inmediato del país e incluso, con la vida de sus habitantes? Por horas como si se tratara de un militante republicano o un fanático de las filas demócratas millones de compatriotas permanecieron ante el televisor o atentos con tensión frente al whastsApp en espera del desenlace de una elección lejana y una discusión en idioma extranjero.

El curioso interés por los votos de Pensilvania o Florida del venezolano de la calle además del estimulo asfixiante de las redes sociales, se explica porque desde hace un tiempo la llamada oposición en el exilio de Miami ,en un curioso y costoso caso de pérdida de su identidad patriótica(precisamente nacidos en el suelo de Bolívar) ante la incapacidad para articular estrategias acertadas ha confiado sus respuestas en el plano nacional a los favores y bendiciones de los gobernantes de la Casa Blanca.

Un fenómeno que más que sorpresa debería merecer un cuidadoso estudio de la sociología y la historia. ¿Qué antecedente podría invocarse para entender cómo voceros de una dirigencia política de un país que se conoce y respeta por sus luchas libertadoras incapaz de admitir su torpeza e incapacidad para responder a situaciones nacionales, no solo recurra a la ayuda externa que podría ser legítima, sino que clama por la intromisión de otro país mediante las armas en su propio territorio?

El caso del exilio cubano refugiado en Miami es distinto si se recuerda que Cuba y Estados Unidos históricamente fueron durante muchos años un mismo país y las luchas precisamente para conquistar la Independencia de la isla del dominio español se planificaron en suelo norteamericano. No obstante, después de sucesivas aventuras fallidas el “exilio mayamero” de hoy ha renunciado a sufrir nuevas derrotas en intentos de invasión. En el caso de México y Estados Unidos (entre ambos países no existen fronteras sino “una cicatriz” decía Carlos Fuentes) y las naciones centroamericanas, se explican en el pasado las tensiones y recurrentes conflictos así como la vieja presión nacionalista de Puerto Rico hoy en día diluida en la práctica.
Entre Venezuela y Estados Unidos han existido en cambio relaciones de amistad y respeto demostrado incluso por la actitud de Washington ante el bloqueo de las potencias extranjeras durante el gobierno de Cipriano Castro y fortalecidas en el plano económico por la explotación del petróleo e incluso en el plano popular por la afición del beisbol.

En los últimos años y en función del nuevo juego multipolar con el cese de la vieja “Guerra Fría” y la inserción de Venezuela en ese contexto durante el gobierno de Hugo Chávez y con mayor énfasis en la actual gestión de Nicolás Maduro, se ha tornado crítico el nivel de las relaciones entre los dos países y que resultaron rotas en enero de 2019 con el apoyo de Trump a la llamada “Operación Libertad” que convirtió a Juan Guaidó entonces presidente de la Asamblea Nacional en jefe de un gobierno paralelo con mayor fuerza simbólica en el exterior que sustentación operativa interna. Por esta vía se abrió un período de presiones diplomáticas y amenazas de intervención militar que ha tenido como base de operaciones al gobierno colombiano de Iván Duque. En ese marco se celebraron ahora las elecciones presidenciales estadounidenses en las cuales los opositores en Miami apostaban a que la reelección del actual mandatario daría luz verde a la esperada y ansiada invasión. Olvidan que ella se ampararía en el “Decreto Obama” de 2015 diseñado precisamente por Joe Biden cuando ejercía la Vicepresidencia, y que al comienzo de toda gestión de gobierno, no importa el gobernante, se revisan los asuntos que perdieron vigencia y se diseñan nuevos planes y nuevas políticas.

De esta manera resulta claro (tal como lo dijeron los asesores de ambos candidatos) que se mantendrán las presiones diplomáticas y algunas sanciones económicas y personales pero que se descarta en lo inmediato la acción invasora, seguramente entre otras razones por la repetida advertencia del líder español Felipe González: “Venezuela no es una isla del Caribe”. 







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