El 270 DE TRUMP
Análisis 27/11/2020 07:00 am         


El resultado de las elecciones estadounidenses abre un debate sobre el sistema electoral del país



A tres semanas de la votación y más que comprobada la victoria de Joe Biden el candidato republicano Donald Trump sigue contando en solidario las hojas de un juego como si aún no hubiera concluido. Que ello lo hiciera uno de aquellos curiosos personajes africanos que seducían a sus seguidores con actos de magia y la resurrección de milenarios cadáveres, era comprensible en un marco cultural que no se sobreponía a las antiguas creencias, pese a los grandes saltos de la Humanidad. 

Pero que el Presidente del país más desarrollado del mundo y primera potencia económica y militar en la etapa de mayor complejidad de un conflicto multipolar (que ya no se resuelve con el juego telefónico entre Washington y Moscú de los años sesenta) sino con nuevos elementos y peligrosas variables religiosas y raciales, abandone la necesaria ponderación y menosprecie la presencia de situaciones y factores indispensable para la convivencia mundial y la seguridad de su propio país, llama la atención. Ello se explica desde luego por la personalidad de Trump que difiere en mucho de la conducta de los dirigentes políticos y gobernantes estadounidenses. El todavía mandatario no es un político de profesión y como empresario exitoso tampoco se sitúa en el elenco de los hombres de negocios que contribuyeron a darle fisonomía y consistencia al poderoso y dinámico capitalismo americano.

Inclinado a la inversión en empresas de entretenimiento tuvo éxito con varias iniciativas en la construcción de hoteles, programas televisivos, concursos de belleza e inversiones en espectáculos diversos, en los cuales consolidó una imagen carismática ya para entonces tentadora para el ejercicio político. Trump como era de esperase jugò a la candidatura presidencial y si bien se inclinaba desde joven por las filas republicanas apostó a la creación de su partido denominado “Reformista” en el 2000, en una línea independiente sin sello ideológico. 


LA ANTIPOLITICA

En un mundo sacudido por la llamada “antipolítica”, al mismo tiempo con el desgaste de los partidos tradicionales, y el auge de la “videocracia” estudiada por Sartori, el entonces presentador irreverente de la televisión vio despejado el camino ahora con mayor posibilidad de cristalizar de la postulación con el Partido Republicano requerido de aspirantes no sólo portadores de la consecuencia militante sino con capacidad para competir en la escena de la nueva política. La victoria y la reelección de Barack Obama el primer presidente negro y afrodescendiente en 2008 (en la práctica y muchos años después ello pondría término a la “Guerra de Secesión” decía Teodoro Petkoff); implicó un cambio simbólico en el juego presidencial de La Casa Blanca. Y es que el Partido Republicano a diferencia de lo que suele pensarse como escribe Norman Mailler “la derecha norteamericana refleja más una emoción que una introspección”. Trump resultó favorecido con la escogencia como candidato para las elecciones de noviembre del 2016 frente a la candidata demócrata y exvicepresidenta Hillary Clinton. 
 
Si bien pierde la llamada votación popular por la diferencia de tres millones de votos de su contendora, obtiene sin embargo, 304 votos de los colegios electorales, que le confieren la Presidencia de la República, tal como ocurrió en la votación del 2000 entre Al Gore y George W. Bush, hijo del ex presidente George Bush, quién ganó con una diferencia de 271 votos electorales contra los 266 de su rival, una pequeña diferencia que fue reconocida sin demora por el perdedor.


EL COLEGIO ELECTORAL

Hombre consustanciado con la publicidad y el mercadeo, Trump debió internalizar como un dogma la enseñanza de su elección en los colegios electorales igual que una operación publicitaria para un determinado segmento de consumidores. De esta manera para qué despilfarrar recursos y mensajes globales que pueden ser digeridos y compartidos por la mayoría pero que al final a la hora de la verdad valen menos que los milagrosos 270 votos de los colegios electorales. De esta manera debió pensar Trump en los cuatro años de su mandato. ¿Acaso abandonar el Acuerdo Climático y el Tratado de Control Nuclear no fueron bofetadas al mundo? ¿El Muro en la frontera de México y la resurrección de la Doctrina Monroe para estimular posibles bloqueos e invasiones en los países latinoamericanos no desataban acaso los viejos resortes del antiimperialismo? ¿La aplicación de sanciones económicas indiscriminadas que afectan a las poblaciones inocentes y humildes de muchos países no son también demostraciones de un odioso e inaceptable supremacismo?

El resultado de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y el manejo que de ellos aún se hace por primera vez colocan la sombra del fraude y la trampa en el escenario político de un país referencia del más amplio y largo ejercicio democrático. Mientras tanto, Donald Trump seguramente en un casino de Las Vegas sigue apostando al 270…270







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