Venezuela Digital
Análisis 14/03/2021 08:00 am         


¿Cómo enfrentara el país la tendencia a la eliminación del papel moneda en el uso financiero mundial?



Por Gustavo Oliveros


En un plazo no mayor a diez años, Europa podrá eliminar el papel moneda usado hasta ahora como mecanismo transaccional de pago e intercambio, para dar paso al dinero digital como unidad de cuenta y depósito de valor. Los instrumentos a la mano serían, gracias al avance de las nuevas tecnologías, las tarjetas magnéticas con chips, tanto las de crédito como las de débito, y las nuevas aplicaciones en los teléfonos inteligentes. De ellos dependerá el nuevo orden económico internacional, una vez superada la crisis social generada por la pandemia de coronavirus. La plaga de origen insondable que ha golpeado, de manera inmisericorde, el producto interno bruto de los países desarrollados, y de aquellos que intentan superar sus altas tasas de pobreza.

Tal afirmación la hacía el profesor José Luis Calvo González, miembro del departamento de teoría económica de la Universidad Nacional de Educación a Distancia: UNED, en la TV española la pasada semana, agregando que el efectivo es quizás la última reliquia de la era analógica: “es el propio sistema financiero el que encabeza la nueva línea “digitalizadora” –afirmaba con erudición el docente–y hoy se observa que el soporte del medio de intercambio, en este caso el billete de papel, no vale lo que en él se encuentra estampado en números cardinales”.

Calvo González ha descubierto sin quererlo, el agua tibia de la economía digital venezolana, diría el insigne diputado José Guerra, quien se dejó pasar ese strike sin opinar al respecto. Porque, si bien nuestros peritos en economía futurista no andan con ínfulas mostrándole al mundo los avances hechos en la materia, es claro que el futuro del cual se habla para Europa, no es más que una copia pedestre del manejo de nuestra economía en presente. No esperemos que las naciones opresoras reconozcan los avances “in situ” que se hicieron en la Venezuela analógica para imponer la economía digital.
Habría que aclararle también al profesor Calvo González, yuxtapondría el diputado Guerra de haber escuchado su charla, que nuestros experimentos a futuro, siempre iniciados desde un pretérito pluscuamperfecto, precisamente y no por casualidad, en los meses de marzo (por alguna razón esotérica con las que comulgamos desde épocas remotas) tuvieron como asidero al hombre nuevo, siempre con miras a futuro, de modo que desde el Bolívar Fuerte (6 de marzo del 2007) , pasando por el Bolívar Soberano (22 de marzo del 218) hasta lo más reciente en digitalización analógica (5 de marzo del 2021), podemos darnos el lujo de afirmar, que como país de avanzada tecnológica, hemos estado a la vanguardia en la búsqueda de ese nuevo orden económico internacional, que arrasará con los aún vigentes acuerdos de Bretton Woods, a pesar de los sutiles cambios efectuados a inicios de los años 70, como consecuencia de la guerra de Vietnam. Evidente que para ello deberán aprobarse una serie de leyes reguladoras de todo el espectro económico. Un marco jurídico que traerá grandes beneficios para la humanidad en materia de seguridad individual y colectiva.

En el nuevo mundo digital no habrá cabida para los atracadores a destajo, porque no habrá dinero qué robar. Tampoco existirá la corruptela en las administraciones públicas en vista de que el dinero solo estará disponible en la nube cibernética a prueba de hackeos, bajo la anuencia y confiabilidad de los gobiernos y sus respectivos bancos centrales. Desaparecerán los paraísos fiscales, los sobreprecios en los productos de primera necesidad, el contrabando y los bodegones que cobran en dólares y no dan vuelto. Pero mientras esto ocurre, observando cómo en Europa los cajeros automáticos dejan de existir al igual que los nuestros en Venezuela, es menester imponer un mecanismo de transición del presente al futuro.

Ante este reto, diría nuestra inefable ministra de economía y finanzas, debemos emprender una campaña “concientizadora”, que incentive a la población en el uso y creación de nuevos instrumentos fiduciarios. Por el momento el país dispone de algunos que ya son de uso frecuente como el Petro, el Carnet de la Patria, los bonos dolarizados de Beco, y aquellos de orden artesanal que operan en los barrios populares bajo la protección de los “Bancos Colectivos”. No escapan a esta nueva economía de mercado transitoria los desarrollados por iniciativas individuales como los pagarés, las letras de cambio, los giros y libranzas, que de un tiempo a esta parte se implementan en bodegones y centros comerciales que atienden a la clase media trabajadores. Todo esto entendiéndose y dejando claro que “dinero”, es todo activo o bien, generalmente aceptado como medio de pago por los agentes económicos para sus intercambios, y que además cumplen las funciones de ser unidad de cuenta y depósito de valor.

Una vez subsanado el uso de dichos instrumentos bien avalados por el Banco Central, el único problema pendiente en lo referido a la digitalización del dinero y el nuevo sistema económico mundial, sería la funcionalidad del satélite Simón Bolívar que ni los chinos saben a dónde fue a parar, el ABA de Cantv que dificulta el trabajo telemático, y la migración continua de la fauna silvestre que no deja de achicharrarse en las centrales hidroeléctricas.
Por lo tanto, profesor José Luis Calvo González, agradecemos darnos el crédito pertinente en cada charla que dicte en las universidades europeas, en cada entrevista que conceda a los medios de comunicación cibernéticos y en cada documento que elabore sobre la muerte del dinero analógico y la nueva era de la moneda digital.







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