Noruega, otra vez
Análisis 25/03/2021 08:00 am         


Durante varios días, una delegación de negociadores noruegos, se reunió nuevamente en Caracas con voceros del Gobierno y la Oposición



Una delegación del gobierno de Noruega, especializada en el tema de la negociación política vino de nuevo al país recientemente. Desde el 2019, a raíz del endurecimiento de la conflictividad entre gobierno y oposición luego de la proclamación de la llamada “Operación Libertad”, según la cual con el apoyo directo de Estados Unidos se anunció un gobierno paralelo encabezado por el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guidò, en respuesta a la reelección considerada “ilegitima” de Nicolás Maduro en mayo de 2018, se ha procurado aplicar el llamado “método de Oslo” reconocido por sus resultaos en diversos conflictos mundiales. En esta oportunidad los visitantes celebraron reuniones con representantes del oficialismo y de los sectores que ahora componen la oposición nacional. Si bien no se conocen los resultados de la gestión se asegura que, a diferencia de las anteriores celebradas en la capital noruega y en Barbados, ahora se dieron algunos pasos alentadores. El conocido “Caso Venezuela” se diferencia de las confrontaciones habituales de naturaleza militar, religiosa o racial que alimentan numerosas guerras en el planeta y ello hace que las partes no sientan ni asuman los síntomas de la victoria ni la derrota que obligan a los diálogos y los acuerdos Los venezolanos conocen desde hace veinte años una polarización política, partidista e ideológica que se da en el marco de una Constitución democrática y las normas de la convivencia institucional. Una situación parecida a la que vivió el país durante tres años (1945-48) en el siglo pasado que condujo al corto tiempo a la insurrección militar para dar paso a diez años de dictaduras y luego a una larga etapa de gobiernos surgidos de la voluntad popular.
 
En ese escenario la exclusión de los bandos no se da de manera directa o plena y existen (más allá de su precariedad en algunos casos) los escenarios para la discusión y la cohabitación partidista y la contrastación de opiniones divergentes en la calle y en los medios de comunicación. De allí que a lo largo de estos años opositores y oficialistas hayan ocupado conjuntamente las instancias legislativas, gobernaciones, alcaldías y demás posiciones de elección pública y directas. Ahora mismo y ello llama la atención de los mediadores extranjeros, que un Presidente que se proclama alterno, (al margen de las razones para ello), pueda hacer política y proselitismo de manera libre en un territorio bajo el poder real de otro gobernante. Ciertamente, en los últimos años el proceso “chavista-madurista” ha insertado la diplomacia venezolana en el juego de la multipolaridad global en gran medida porque importantes voceros opositores incapaces de encontrar caminos ciertos para el cambio y las salidas han solicitado apoyo incluso militar a Estados Unidos en el gobierno de Donald Trump empeñado en reeditar la Doctrina Monroe de “América para los americanos”

De esta manera, más que la útil y comprensible mediación internacional con los prestigiosos mediadores noruegos a la cabeza, los esfuerzos para superar la “tranca política” que agrava además una dolorosa catástrofe social es responsabilidad de una élite dirigente que coloca sus intereses por encima de un imperioso destino nacional.







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