Magnicidio y Protestas
Análisis 18/07/2021 08:00 am         


El asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise y las graves protestas escenificadas en Cuba, revelan creciente malestar en ambos países



Una semana después del crimen del Presidente de Haití Jovenel Moise, en su propia residencia y en circunstancias aun sospechosas, el país caribeño vive un cuadro de desconcierto toda vez que aun las investigaciones no parecen orientarse en el camino de esclarecer el hecho. Si bien se sabe que la acción fue cometida por una brigada de mercenarios de nacionalidad colombiana y con la colaboración de dos norteamericanos; persisten las interrogantes sobre los posibles autores intelectuales y fundamentalmente el objetivo que perseguía el asesinato.

Inicialmente se pensó que se trataría de un hecho que habría que desatar un cambio de gobierno y en todo caso una rebelión militar con apoyo popular, toda vez que el mandatario enfrentaba un cuadro político conflictivo de cara a unas próximas elecciones y habiendo perdido y de manera sustancial el apoyo que lo llevo a la presidencia desde febrero del 2017. Los primeros indicios del Servicio de Inteligencia se orientan en investigar lo que sería un acto movido por otros intereses en particular el tema de narcotráfico toda vez que los autores del magnicidio pertenecen a la organización CTU Security, una de las empresas con capital estadounidense que operan en Colombia en la captación de voluntarios para diversas operaciones en el exterior específicamente de carácter delictivo.


ESTADO FALLIDO

Sin embargo, se conoce que Haití es un país que ha entrado desde hace algunos años en la categoría de Estado Fallido toda vez que bandas criminales ejercen el control de zonas importantes del país, hay un quiebre de las instituciones formales y cada vez es mayor el peso del narcotráfico combinado con creciente niveles de pobreza. Una situación que se ha agravado lógicamente con los efectos de la pandemia del Covid-19 que registra ya cifras alarmantes con ausencia de una oportuna necesaria campaña de vacunación.

Algunas estadísticas sirven para describir la verdadera situación de la nación caribeña:
• Inflación del 25% anual
• Una persona sobrevive con menos de US$2 al día
• Seis de cada diez personas son pobres
• Crecimiento PIB de Haití

Ello sumado a la continua inestabilidad política y las inevitables consecuencias del asesinato del Presidente Moise en circunstancias aun no definidas y que en todo caso asoman un carácter delictivo conducen a pensar que solo un esfuerzo de asistencia internacional sustantivo podría estabilizar una nación que ciertamente desde hace años naufraga en la miseria y la ingobernabilidad.

CUBA SIN LOS CASTRO

Durante toda la semana, se han registrado fuertes protestas populares en varias regiones y en la capital cubana como producto de un cuadro cada vez más grave de deterioro de las condiciones de vidas. Si bien en el pasado se han registrado episodios parecidos como lo ocurrido en 1980 que condujo a la migración de 125 mil cubanos hacia Estados Unidos por el puerto de Mariel, luego de haber ocupado la embajada de Perú generando una conmoción demográfica y política en el vecino Estado de la Florida; lo ocurrido en 1994 con el llamado “Maleconazo” que provoco otro masivo éxodo de cubanos descontentos y asediados por la pobreza; y las protestas que a lo largos de los años han protagonizados sectores sociales, intelectuales y las ya famosas “Damas de Blancos” que durante años mostraban su rechazo al gobierno de los Castro en las calles habaneras, pero lo ocurrido ahora se viste de mayor gravedad.

Las manifestaciones políticas plantean un cambio de gobierno, pero se combinan también con el clamor de la población que resiente una verdadera catástrofe económica curiosamente estimulada también por la pandemia del Covid-19 que ha cancelado durante año y medio la afluencia de turistas que era el mayor ingreso distributivo de la población. A ello también habría que sumar que el proceso revolucionario cubano fue alimentado durante 60 años por la figura simbólica y carismática de Fidel Castro y posteriormente de su hermano Raúl. En el presente, el aliento histórico del proceso comenzado en 1959 ha desaparecido y todo indica que se aproxima una inevitable rectificación como una respuesta suficiente a una rebelión social, que si bien puede ser conjurada en lo inmediato, habrá de tener necesariamente un impacto decisivo en el futuro de la isla. El Caribe de nuevo es azotado por un impredecible ciclón. 














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