Las dos almas de Gabriel Boric (V)
Análisis 22/05/2022 08:00 am         


El fenómeno Boric es único en América Latina



Por Manuel Salvador Ramos


Siendo esta nota la penúltima entrega del conjunto de artículos que muestran la ruta política de Gabriel Boric, necesariamente debemos ya adentrarnos en el terreno del análisis crítico. En nuestra última nota habíamos enfatizado que el objetivo central al cual apuntamos es mostrar a los lectores la peculiaridad de un proceso sin dudas inédito, ya que el mismo rompe los moldes tradicionales de la inserción generacional en asuntos públicos. Es cierto que desde mediados del siglo pasado, entre los 60 y 70, se marcó una tendencia donde personajes con edades por debajo de la cincuentena llegaban a la cúspide del poder en meteórico ascenso. Así vimos el clásico ejemplo de John Fitzgerald Kennedy y Fidel Castro en USA y Cuba, respectivamente, aunque debemos precisar que sin mucha alharaca publicitaria, Rómulo Betancourt fue Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno que rigió los destinos de Venezuela luego de ser derrocado Isaías Medina Angarita en 1945, y para esa ocasión el líder adeco solo llegaba a los treinta y siete años. Ya al avanzar las décadas de la segunda mitad del siglo XX encontramos otros escenarios y nuevos hombres, con un standard etario promediando la cuarta década, accedieron al liderazgo en varios países. Notable fue la presencia de Felipe González en España, la primera presidencia de Alan García en Perú y la sucesión inmediata, por espacio de veinticuatro (24) años continuos, que ocurrió en USA con las presidencias de Bill Clinton, George Bush y Barack Obama, ángulo particularmente curioso de la historia norteamericana que todavía no hemos visto haya sido debidamente analizado por historiadores, politólogos o sociólogos.

La Historia, como concepción integral del devenir civilizatorio, no está sujeta a esquemas que permitan especular sobre realidades de repetición circular. Es en todo caso materia propia de la antropología y de la politología observar y escudriñar una tendencia conductual en las sociedades luego que se han producido quiebres sustantivos en los ciclos históricos. No referimos a lo que ha sido distinguido con el nombre de Expectativas Crecientes. Cuando un país rompe o simplemente cambia un molde histórico, se genera un auténtico punto de inflexión y las expectaciones se potencian al máximo en la sociedad.

El fenómeno Boric es único en América Latina y ya hemos particularizado respecto a los parámetros implícitos en tal connotación, pero caben aún algunos trazos interpretativos que creemos dignos de resaltar. Cuando en las entregas iniciales de esta secuencia explicábamos de donde provenía esa acotación críptica que aludía “dos almas”, nos dedicamos a desmenuzar el entorno inicial de su vida juvenil y pudimos concluir como en el personaje, más allá del confort en el cual enmarcó su vida personal, familiar y estudiantil, pudo asimilar un sentimiento de clara inconformidad hacia el statu quo y en ello incidieron influencias familiares. Su llegada a Santiago a fin de cursar estudios superiores, le dio oportunidad de robustecer esa visión e incluso lo llevó a conformar un grupo de actividad política, pero totalmente diferenciado de las corrientes que hacían vida en el medio universitario, como eran las Juventudes Comunistas. Este detalle lo resaltamos como notorio, en los pasos sucesivos que marcan su carrera política, sus posiciones siempre estuvieron marcadas por una línea no beligerante, pero si claramente diferenciada de las posiciones del Partido Comunista. Prueba de lo aquí aseverado se ubica en la coyuntura posterior a los eventos del 2011, donde la presidente de la FECH Camila Vallejo, militante de las Juventudes Comunistas, había tenido un papel estelar en esas protestas y aunando a ello su imagen radiante, aspiraba a ser reelecta en ese rol dirigencial. Pero contra todos los pronósticos, un casi desconocido dirigente estudiantil, a la cabeza de un grupo reducido y sin ningún soporte externo, la derrotó en ese momento. Es allí donde señalábamos que el ‘alma primaria’ de Boric había dado paso a los niveles sucesivos que conformarán su ‘segunda alma’, porque habiendo logrado un triunfo tan significativo en circunstancias no favorables, es porque sin duda había ya bebido del repertorio donde se guarda una de las prácticas institucionalizadas de hecho en la política chilena: la negociación o “muñequeo”, como es allá popularmente conocida.

Su desenvolvimiento posterior ya está encuadrado en ese marco que deja atrás cualquier insumo basado en el idealismo superficial. Concreta su imagen caracterizándola con un perfil rebelde y, por supuesto, es la etapa de reacomodos, distanciamientos y posteriores confluencias. Es electo diputado en el año 2013 con cifras categóricas, a pesar de zancadillas y pugnas, y también es factor decisivo para que en las elecciones presidenciales del 2018 el Frente Amplio, una convergencia de variados factores políticos, presentase la candidatura de Beatriz Sánchez, logrando alcanzar un sorprendente veinte por ciento (20%) en la primera vuelta del balotaje frente al candidato de Derecha, Sebastián Piñera y al Senador Alejandro Guillier de la Nueva Mayoría. En esa ocasión no pudo concretarse la esperada victoria de este último porque el Frente Amplio se abstuvo en la segunda vuelta y con ello permitió la llegada de Sebastián Piñera a La Moneda por segunda vez. A su vez, Boric había sido reelecto diputado para un nuevo período y en los cruciales momentos ocurridos el año 2019 su figura de líder había ya adquirido un sólido perfil.

Llegada esta coyuntura, hay que detener la narrativa secuencial y abrir un paréntesis para desmenuzar el significado profundo de lo que sin duda fue un volcán de acontecimientos cuyas consecuencias hoy día no pueden aun avizorarse, En el vaivén violento de esos meses del año 2019 se inició el llamado ‘movimiento constituyente’ y de su dinámica brotó la elección del órgano que es hoy la Convención Constituyente, factor a través del cual se busca crear normas que van más allá de cualquier lineamiento transformador previsible.

Lo relativo al maximalismo exacerbado propiciado por la Convención Constituyente chilena es de tal tenor que algunos analistas ven muestras deliberadamente absurdas en el borrador del texto que en este momento se analiza para extraer la propuesta definitiva a votarse el próximo mes de septiembre. Todo se conjugaría dentro de una estrategia para crear un panorama de convulsión que sin duda daría al traste con el gobierno de Boric. Pareciera esta apreciación algo así como una narrativa fantasiosa, muy característica de ciertos teóricos actuales del neofacismo, pero más allá de etiquetas es un hecho indiscutible que la imagen de Boric ha sufrido una merma de más del 40% y que el sentimiento de rechazo a lo producido por la Convención Constituyente es claramente negativo en la ciudadanía chilena. Él ha llegado a ser un personaje que ha desarrollado destrezas para luchar mezclando habilidades, oportunidades y circunstancias, pero las interrogantes giran y las dudas se expanden. ¿Dejaría que el revolucionarismo, mejor dicho, el aventurerismo, echase por la borda la oportunidad histórica que tiene en sus manos?; ¿tendrá la voluntad y la fuerza para usar los recursos de negociación y flexibilidad política de los cuales ha hecho gala en otras ocasiones?, ¿dará un golpe de timón y saldrá hacia adelante?; ¿pondrá en juego las reservas de su segunda alma?






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