Aurelio F. Concheso

Cada semana, los pronunciamientos y planes que se manejan en las recurrentes cadenas gubernamentales de radio y televisión, adquieren ribetes más fantasiosos y más divorciados de la realidad que nos rodea nacional e internacionalmente. La semana que concluye, no podía ser diferente, tan solo que los dislates se presentan en una cantidad tal, que el espacio que estamos utilizando resulta escaso para analizarlos.

El más novel, sin duda, y tal vez el más divorciado de la realidad, es pretender colocar sobre los hombros de un menguado cuerpo de educadores y de estudiantes, la responsabilidad de ellos mismos de vigilar y de criar las gallinas ponedoras que podrían brindarle una fracción de las proteínas que hoy no pueden consumir.

Haciendo abstracción de los problemas ambientales y sanitarios que eso pudiera suponer, con el riesgo de retrotraernos ya no al siglo XVIII, sino al medioevo con sus pestes bubónicas, el proyecto ni siquiera toma en cuenta que un educador recibe Bs 70.000 quincenales, algo así como una décima parte de lo que puede redondearse en otra actividad. Claro que la idea no es nueva. Ya en otra época de producción petrolera y precios por las nubes, el comandante eterno había dejado que algún trasnochado le convenciera del desarrollo de un plan de gallineros verticales urbanos, que, por suerte, quedó archivado más rápido que el proyecto de un gasoducto a la Patagonia.

Pero en lo que parece una competencia entre ministros para ver quién ofrece algo más fantasioso e imposible de cumplir, el de Petróleo declaró que “pronto” estaríamos produciendo 1.5 millones de barriles diarios de crudo. Esto se dice en el momento cuando las fuentes más confiables internacionales aseveran que no pasamos de 600.000 barriles diarios, una ínfima cantidad equivalente a la de hace 70 años, y: tan solo seis veces mayor de lo que aforó el reventón de un solo pozo, Los Barrosos 2, en 1992.

Se pregunta uno si el ministro está consciente de que aumentar la producción en esa magnitud, requiere de un esfuerzo financiero ($10.000 millones cuando menos) y tecnológico (en geofísica y técnicas de perforación), sin hablar de un ejército de taladros, que ningún inversionista o empresa petrolera seria, en su sano juicio, va a proporcionar mientras se siga regalando el recurso y desconociendo deuda y contratos. Adicionalmente, es bueno recordar que si de fantasías se trata, hace 5 años se anunciaba con propiedad que en el 2019, estaríamos produciendo 6 millones diarios de barriles de crudo.

Probablemente, la que más hilaridad causó internacionalmente fue el anuncio formulado desde el propio Palacio de desde Miraflores, y nada menos que en rueda de prensa internacional, que habían nombrado un grupo de “negociadores” para renegociar todas las deudas de la nación. El anuncio pasó fugazmente por los cintillos de Bloomberg News, rumbo al basurero, donde reposan los tres anuncios anteriores en el mismo tenor, porque no llegaron absolutamente a nada.

Lo que sí debería haber sido noticia de un urgente tema a resolver por parte de las autoridades, es el hecho de que, iniciando el mes de octubre, la cartera de créditos total de la banca está en la ínfima suma de $ 212 millones. Para poner la cifra en perspectiva, hace sólo dos años era de $ 13.000 millones. Comparemos: la cartera de Nicaragua supera los $ 7.000 millones y la de Dominicana $ 30.000 millones. Y no hablemos de los países con nuestro tamaño relativo.

Desde que los babilonios emitieron las primeras letras de cambio hace tres mil años, el crédito ha sido una parte esencial de cualquier economía. Sin él, no hubiera habido progreso humano y, mucho menos, revolución industrial.

Sin duda alguna, si en algún momento hay voluntad de devolver a Venezuela al siglo XXI, este problema, y no las fantasías de los gallineros escolares, es el que debería ocupar las deliberaciones y acciones de quienes dicen gobernarnos.