Qué bello es vivir
Bulevar 28/12/2019 07:00 am         


Por Francisco A. Casanova: It’s a Wonderful Life (1946)



La vi por primera vez una noche de diciembre de 1981 en Ithaca, al norte del estado de Nueva York. Desde aquel día, la veo una vez al año, es una de mis 10 películas preferidas, de las más conmovedoras, y de un profundo impacto humano.

Dios, a través de un ángel, le da la oportunidad a George Bailey (James Stewart), quien atraviesa por un estado de desesperación, de ver cómo habría sido el mundo si no hubiera nacido. George Bailey (James Stewart) siempre ha sido un hombre bondadoso y generoso; lo aprendió de su padre, quien tenía una cooperativa de préstamos en el pueblo, pero ahora que ha muerto, sólo George puede hacerse cargo, de lo contrario caería en manos del señor Potter (Lionel Barrymore), un viejo rico y amargado que prácticamente es dueño de todo el pueblo. La muerte del papa de George ocurre cuando este, está a punto de iniciar su sueño de viajar y conocer las viejas construcciones de Europa para convertirse en un gran arquitecto. A partir de ahí, la vida de George, con un matrimonio sólido, es la de sacrificarse varias veces por su hermano, a quien ama, y se resigna a una vida gris en la cooperativa bancaria inestable que heredó de su padre, una empresa que, da la casualidad, es la única que apoya a los más desfavorecidos de la comunidad, a los que no tienen acceso al crédito. George es un héroe a su pesar, nunca de forma voluntaria vehemente. Ahí radica la grandeza de este personaje, pues Bailey no tiene madera de mártir sacrificado, al estilo de un Jesucristo terrenal. Mary (Donna Reed), su perfecta esposa quien, a pesar de todo, ha estado a su lado en cada momento. Por un descuido, su tío Billy (Tomas Mitchell) lo mete en problemas financieros que podrían ponerlo en prisión y sólo un milagro del cielo podrá salvarlo de cometer el peor error de su vida, quitársela. En el clímax de la desesperación, un ángel le hace ver como hubiera sido la vida de su familia y sus amigos, si él no hubiera nacido, lo salva del suicidio y la comunidad premia sus sacrificios a través de la solidaridad.

It’s A Wonderful Life fue estrenada en diciembre de 1946, producida por Liberty Films, dirigida por Frank Capra, y con el siguiente elenco actoral: James Stewart (George Bailey); Donna Reed (Mary Hatch): Lionel Barrymore (Mr. Potter); Thomas Mitchell (Uncle Billy). La productora Liberty Films, fue una productora cinematográfica independiente fundada en California por Frank Capra y Samuel J. Briskin en abril de 1945 y produjo sólo dos películas, It's a Wonderful Life (1946), estrenada originalmente por RKO Radio Pictures, y State of the Union (1948), estrenada originalmente por Metro-Goldwyn-Mayer.
La película y su guion están basados en un cuento corto de navidad de Philip Van Doren Stern, llamado “The Greatest Gift”. En el guion colaboraron inicialmente: Dalton Trumbo, y Clifford Odets, pero Frank Capra lo rehízo con la colaboración de Frances Goodrich y Albert Hackett.

La película fue nominada a cinco Óscar y fue reconocida por el American Film Institute (AFI) como la numero 11 de las 100 mejores películas americanas, y la número uno en la lista de las películas americanas más inspiradoras de todos los tiempos.
La película, siendo su obra favorita, contiene elementos fundamentales de la obra de Frank Capra como los valores humanos, una profunda fe en las personas y una visión trascendente de la vida, las relaciones personales y el alma. (Fernando Alonso Barahona). La generosidad de los sentimientos aparece siempre contrarrestada por la mezquindad. Capra desarrolla el retrato del hombre común y honesto de la América Profunda, la historia de un hombre que debía creer en sí mismo. Capra en su autobiografía dice que es ¡Un filme para decirle a los cansados, a los descorazonados y a los desilusionados, al borracho, al drogadicto, a la prostituta, a aquellos que tras las rejas de una prisión y a aquellos tras los Telones de Acero, que, ¡ningún hombre es un fracaso! (Capra, 1997: 383).

Respecto al tema del suicidio, Capra le dice a Neil Hurley (Hurley, 2004) “El sufrimiento está allí como está en la vida. Experimentamos altos y bajos. Así es la vida” (Hurley, 2004: 198). La presencia de la Navidad en el film la relacionó con que las personas son más vulnerables en ese tiempo, y promueve que salgan sentimientos profundos. Nadie es neutral ante él. O nos sentimos más felices o nos sentimos más tristes. Pero muchas personas se sienten muy solas esos días y aumentan los suicidios. El final feliz del film, supone llevar la esperanza al ánimo del público (Hurley, 2004: 198-199).

George Bailey (James Stewart) siente que vale más muerto que vivo. El banquero Potter (Lionel Barrymore) se lo ha dicho así, en relación con su seguro de vida. Y el joven Bailey se ofusca ante esa posibilidad. El error cometido por su tío Billy (Thomas Mitchell) al extraviar 8000$ es un símbolo de su fracaso. Ni se le puede pasar por la cabeza que Potter haya tenido algo que ver con esa pérdida. Todo le parece una confirmación de su insignificancia, por lo que Capra, para mostrar a aquellos que se sienten incapaces o condenados a la soledad, y a aquellos destinados a trabajar sin haber recibido una educación, que la vida de cada hombre toca muchas otras vidas. Y que si él no está allí dejará un tremendo hueco (Capra, 1997: 383)[23]. Es un film que les decía a los oprimidos, a los empujados de un lado para otro, a los pobres: “¡Arriba las cabezas, amigos! Ningún hombre es pobre si tiene un amigo. Tres amigos y eres asquerosamente rico.” (Capra, 1997: 383)[24]

Un aspecto muy interesante para la época en que la película es rodada es la importancia que Capra le da al personaje femenino. Mary es decisiva en la biografía de George Bailey (James Stewart). Mary es tan libre como esposa y madre de familia, y es alguien que desde niña ha elegido querer a George. Que ha ido a la Universidad. Que podía haber elegido una vida de lujo con su pretendiente millonario, Sam Wainright (Frank Albertson). Es una mujer que sabe lo que quiere. La providencia explícita, viene en ayuda de George y su tentación de suicidio a través del ángel Clarence (Henry Travers). Pero a lo largo de la vida de George, Mary es la verdadera compañera providencial. No sólo salva la primera crisis de la modesta cooperativa bancaria de la familia Bailey. También resuelve el problema del dinero extraviado por el tío Billy (Thomas Mitchell) y robado por H.C. Potter (Lionel Barrymore) recurriendo a la solidaridad de los amigos. George Bailey (James Stewart), se da cuenta que la vida de cada uno toca tantas otras vidas, y explora el dolor de la vida normal, así como la alegría de tantos momentos.

Es la película más acabada de Frank Capra, quien nació en Palermo, Italia, en el año 1897. En 1903, su familia partió hacia América a bordo del barco Germania, llegando a Nueva York. En octubre de 1927, fue contratado como director por el presidente y jefe de producción de Columbia Pictures, Harry Cohn, que se convirtió en un hecho trascendental para Capra, ya que en Columbia se convertiría en el director número uno de Hollywood en los años 30, con películas como: Lady for a Day (1933); It Happened One Night; (1934) Mr. Deeds Goes to Town (1936); You Can't Take It with You (1938); recibiendo 4 nominaciones y 3 premios Oscar en la categoría de Mejor Director. Es considerado uno de los máximos exponentes de la comedia clásica de Hollywood, pero fundamentalmente sus mensajes sobre el valor de la honradez, la solidaridad y la vida colectiva frente al egoísmo ciego de ciertas fuerzas económicas, sociales y políticas, le permitieron imprimir en sus películas una poderosa capacidad de conmover al espectador. Ya desde 1931, con la película La mujer milagro, se vislumbra el estilo de Capra, y en ella aparecen dos elementos de su obra: la fe cristiana y la buena gente (Barahona).
Además de ser un director virtuoso en el manejo de elementos fundamentales del Cine, como el guion, la actuación, la cámara y el relato, la filmografía de Capra gira de forma recurrente a conceptos como la bondad, la humildad, la solidaridad, la búsqueda de la felicidad, pero también de la lucha por la justicia, el combate contra los corruptos, los avariciosos, los ambiciosos y los manipuladores y, sobre todo, el sacrificio personal en favor del bien de los individuos.

La década del 30, en la que Capra desarrolla su carrera más exitosa, coincide con el enorme esfuerzo de F.D. Roosevelt en salir de la gran depresión, y el optimismo era una de las herramientas principales. Roosevelt creo todo un programa de estímulo a las artes, el “New Deal Arts Projects”, el cual genero un extraordinario estallido de creatividad, así como el Proyecto Federal de Teatro (FTP; 1935-39) establecido durante la Gran Depresión como parte del New Deal para financiar actuaciones artísticas en vivo y programas de entretenimiento en los Estados Unidos y en donde participaron activamente iconos como John Houseman, Orson Welles y Raymond Chandler.
Capra era sin duda un idealista, pero su actitud no era una pose, él estaba convencido de que la bondad se hallaba en todas las personas y de que esa era la fuerza que podía hacer cambiar el mundo, aunque fuera a partir de actos individuales. No abogaba por doctrinas sociales o ideologías políticas, simplemente creía en el individuo, aunque su individualismo no tiene nada que ver con el egoísmo. Su sinceridad es lo que hace que sus películas no resulten azucaradas ni sensibleras (aparte de su extraordinario talento como cineasta). El era consciente de que nada se conseguía si no era mediante el esfuerzo y el sacrificio personal (ecured).
En su autobiografía de 1971, “The Name above the Title”, explicó así su trayectoria: “La humanidad necesitaba dramatizaciones de la verdad de que el hombre es esencialmente bueno, un átomo viviente de la divinidad, de que la compasión por los demás, amigos o enemigos, es la más noble de las virtudes. Había que hacer películas que dijeran estas cosas”.
Aun cuando los valores expresados por Capra, son valores universales, su propuesta actoral es eminentemente Estadounidense porque la película sintetiza la historia de Estados Unidos, desde la caída de Wall Street en 1929, hasta el final de la II guerra en 1945. En este aspecto, la escogencia de James Stewart (1908–1997) es impecable y su actuación es de antología. Stewart siempre ha sido considerado el mejor intérprete del ser estadounidense, del ser americano. James Stewart era la esencia del ciudadano norteamericano honesto (C. Heston). La escena en el bar en la cual George Bailey se da cuenta que ha perdido todo, que el dinero no aparece, en víspera de la navidad y se sienta y empieza a llorar, y pide a Dios que le enseñe el camino (show me the way), Bailey como personaje y Stewart como actor, están tan conectados que son uno solo. En su carrera interpretó a detectives, cowboys, jueces, abogados, "falsos culpables”, valientes enamorados y fue uno de los actores predilectos de Hitchcock, con quien, en los años 50, rodo tres películas antológicas que lo llevaron a la cumbre de su carrera: "La ventana indiscreta", "Vértigo" y "En manos del destino", en donde hizo memorables parejas, respectivamente, con Grace Kelly, Kim Novak y Doris Day. Durante esa prolífica década ganó también prestigio como protagonista de varios films no menos destacados: "Anatomía de un asesinato" (Otto Preminger), "El espectáculo más grande del mundo" (Cecil B. de Mille), "La historia del FBI" (Mervyn LeRoy). Fue también el rostro de Charles Lindbergh en "The spirit of St. Louis, y el de Glenn Miller "Música y lágrimas" (Anthony Mann). Stewart vio acción de combate en la II guerra en la que participó como piloto de un B-52 en más de veinte ataques a ciudades alemanas, y vio los horrores de la guerra. Es por ello que, en 1946, no se sentía en condiciones de rodar hasta que Capra lo convenció por el personaje que iba a interpretar y el mensaje a transmitir.
Otro actor excepcional del reparto es Thomas Mitchell (1892–1962) como Uncle Billy, quien fue uno de los mejores “actor de carácter” de Hollywood apareciendo en películas como Lost Horizon (1937); Stagecoach (1939); The Hunchback of Notre Dame (1939); Mr. Smith Goes to Washington (1939); Gone with the Wind (1939); It's a Wonderful Life (1946) y High Noon (1952). Y por supuesto Donna Reed (1921–1986) quien hizo un gran papel y quedaría inmortalizada 7 años después por su actuación en From Here to Eternity.

Siendo el cine una de las manifestaciones artísticas más completas por la conjunción de diferentes talentos en dirección, producción, guion, actuación, y diseño de producción, Capra en “It's a Wonderful Life” los coordina y maneja con una gran maestría y le añade un elemento poderoso, invalorable e indestructible: su compromiso.







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