Ahora soy el quieto Anacobero
Bulevar 08/03/2020 07:00 am         





Por Elsy Manzanares

Yo no he visto a linda
Parece mentira
Tantas esperanzas que en su amor cifré
No le ha escrito a nadie
No dejó una huella
No se sabe de ella, desde que se fue
Sabrá Dios cuántos le estarán pintando ahora
Pajaritos en el aire
Yo no he querido ni podré querer a nadie con tan loco frenesí
Menos el domingo, todas las tardes
Salgo a ver al cartero a ver si trajo algo para mí
Oh virgen de Altagracia, quizás un día se acuerde de mí
Pedro Flores



AHORA SOY EL QUIETO ANACOBERO

Así se describió Daniel Santos en la última entrevista que se le hiciera en Caracas, su último viaje en 1989, tres años más tarde moría en Miami, Florida
Una entrevista hecha para el programa «La intimidad del bolero» en la Emisora Cultural de Caracas en 1987

Estamos frente a una de esas grandes leyendas latinoamericanas, como lo es Daniel Santos.

Daniel lleva ya 58 años cantando y durante esa larga trayectoria, como todo en la vida, ha tenido experiencias muy buenas y muy malas. Es el hombre que posiblemente haya tenido más novias en todo el continente, comparado solo con el ecuatoriano Julio Jaramillo. Consentido del gran maestro y compositor Don Pedro Flores, amigo de Boby Capó, Benny Moré, Panchito Rizet y muchos tantos que componen la gran historia del bolero en la región.

¿Cuál es el balance que puede hacer Daniel Santos, el Inquieto anacobero, a sus 70 y tantos años de vida?
―Lo que yo puedo decir es que empecé en el 30, como cualquier otro. Comencé cantando boleros, guaracha, todo, estuve ocho años aprendiendo porque desde muy temprano, a los 14 años, ya estaba cantando. Empecé en Nueva York, antes de la segunda guerra mundial. El primer disco que grabé, lo grabé a los 22 años. Empecé a cantar por necesidad; en esa época estábamos viviendo una época de depresión, la gente se estaba muriendo de hambre y tenía que buscar algo que hacer, yo era uno de los desempleados, tuve la suerte de encontrarme con unos muchachos de Puerto Rico que me probaron por azar y pegué un numerito con ellos, de allí aprendí algunas canciones y luego me llamó Pedro Flores, y me dio la oportunidad de grabar el primer LP. Qué te pasa que no se te ve, fue una de las canciones que se incluyó en ese primer disco.
Pedro Flores fue quien hizo mi estilo, lo que le agrada al público y las canciones que me regaló fueron canciones de amor, tragedias, de dolor.

¿Cuál fue el primer país que lo reconoció como cantante?
―La República Dominicana y luego Cuba, y Venezuela.

¿Qué significa para Daniel Santos el bolero?
―Lo puedo decir en dos tiempos, el primero es que para mí era la manera de vivir, la forma de ganarme un peso para comer. El segundo es el ahora, el bolero es lo que yo más siento al cantar, el bolero es lo más grande para mí, lo es todo.

¿Yo no he visto a Linda es tal vez la canción más conocida de Daniel Santos, cuál es la historia de Linda, tiene qué ver con Daniel?
―No, esa historia pertenece a Don Pedro Flores. Él escribió esa canción en 1929 a una niña que se llamaba Linda y le pedía a través de la canción que fueran juntos al parque, eso no se dio porque parece que Flores tenía mala suerte en asuntos del amor, entonces la muchacha no le hizo caso y él se fue a Estados Unidos, y un día antes, fue a buscarla para hablarle y su mamá le dijo: «no ella no está, se fue a Nueva Cork». Allí nació la canción, porque él no sabía dónde estaba para hablarle, de allí nace la canción.

sabrá dios cuántos te estarán pintando ahora
pajaritos en el aire,
yo no he querido ni podré querer a nadie con tan loco frenesí,
menos el domingo, todas las tardes salgo a ver al cartero
a ver si trajo algo para mí, oh virgen de Altagracia,
quizás un día te acuerdes de mí.

Hay una anécdota, cuando usted estuvo en Nicaragua lo apresaron por negarse a cantarle a Tacho Somoza, ¿Puede hablarnos de eso?
―Si eso es verdad. Yo fui a trabajar a Nicaragua y estaba trabajando con una empresaria que además tenía una casa de mujeres, yo había cantado en todos los lugares donde ella me dijo. Cuando se acabó el contrato me pidió que le cantara en ese lupanar y yo dije que allí no cantaba, ella se sintió muy ofendida y habló con la esposa de Tacho Somoza, que era amiga suya, y me metieron preso por tres días.

¿Cuál es su religión?
―Dios.

¿Cuántas veces ha estado casado?
―Déjame pensar, ya va déjame ver… diez, no, mentira… once, tal vez alguna más, ya no recuerdo, pero por ahí va el número. Pasa que yo era muy bonito.

¿Cómo se entiende que un hombre que ha estado casado tantas veces como demostración de amor ―supongo― hacia la mujer, también la haya maltratado?
―Eso no es así, eso no es verdad. El chisme es lo que manda en este trabajo. Yo no digo que no maltraté a nadie, puede haber sucedido, eso sí es verdad, pero no de abuso. Se pueden dar desacuerdos y eso es otra cosa, pero de abuso no.

¿Cómo se puede maltratar a alguien sin abuso?
«Bueno porque la verdad es que uno no quiere hacerlo, pero se ve obligado, bueno esas cosas no quiero recordarlas, así que sigamos con la entrevista».

¿Cuántos hijos tiene?
―Como doce, no estoy seguro. Puedo decirte que de varias nacionalidades.

¿Y por qué no está seguro, no tiene contacto con ellos?
―Sí, con algunos, bueno con casi todos, pero uno nunca sabe lo que le oculta una mujer, ellas te pueden ocultar un hijo y tú ni te enteras.

¿Ideología?
―Nacionalista y puertorriqueño, amante de mi patria.

¿Además de Don Pedro Flores que otro compositor recuerda con especial estima?
―Rafael Hernández, Agustín Lara, Pablo Galindo, muchos.

¿Cantantes de boleros favoritos?
―Muchos. Siempre se sobresalía alguno y entre estos puedo mencionar a Panchito Rizet, uno de los mejores boleristas, Joe Valle de Puerto Rico, Gilberto Monroy y de la nueva onda hay unos buenos también.

Daniel Santos es una leyenda, ¿cómo explica serlo?
―Es el tiempo que pasa. Es un hombre que lo hizo cuando joven y ahora es viejo, pero lo sigo haciendo, quiero decir esto de cantar. En leyenda te convierte el público, pero la verdad es solo por viejo y mantenerte cantando, creo que no me retiraré nunca, cantaré hasta el final de mis días.

¿En estos momentos como se define?
―¡Definirme yo! Puedo decir que ahora soy el «Quieto Anacobero». (Carcajadas.)

Esta fue la última entrevista que se le hizo a Daniel Santos en Caracas, murió en noviembre del año 92 con una enfermedad a cuestas que le hacía recordar a todos sus amigos de la juventud, al gran Benny, a Panchito Rizet y a tantos otros.

Describe Joseán Ramos, escritor puertorriqueño, que estuvo al lado de Daniel por muchos años, en su libro Vengo a decirle adiós a los muchachos, que el día de su muerte Daniel iba y venía del pasado a su antojo, hasta que una tarde invernal despertó sobresaltado en aquella extraña alcoba sin espejos. Allí en su lecho de angustia, sintió que lo tomaban en brazos y le decían al oído: «Viejo estoy aquí». Daniel abrió los ojos y alcanzó a gritar: «Dónde, que no te veo…Ya me voy Ana», e inquieto el Anacobero se fue a recorrer otros espacios siderales.

Aquí quedó para siempre la leyenda, la verdad, esa historia de Daniel Santos el Inquieto Anacobero.





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