La Balandra Isabel llegó esta Tarde
Bulevar 02/08/2020 07:00 am         


La acción en el film está motivada por la pasión, y el desenlace está relacionado con esa búsqueda de equilibrar la pasión y la razón



Por Francisco A. Casanova S.


Carlos Hugo Christensen (1914-1999)


“Grumete… ayude en el ancla, que nos vamos…”. Con estas palabras, del personaje Segundo Mendoza (Arturo de Córdova) a su hijo Juan Mendoza (Néstor Zavarce) finaliza una de las obras fundamentales de la cinematografía venezolana y cuyo invalorable legado aún perdura en muchas de las manifestaciones artísticas y culturales que “La Balandra Isabel llegó esta tarde” nutrió y estimulo en Venezuela en cuanto a actuación, dirección, guion, decorados, cámara, industria del cine y teatro. Durante los años 50’, se inicia un debate sobre la creación de un arte latinoamericano y no regional o local y en este contexto comienzan a realizarse películas coproducidas por varios países, en principio, con la intención de fortalecer un circuito latinoamericano de producción con vistas a reconstruir una historia del arte latinoamericano. “La balandra Isabel llegó esta tarde” es una precursora de esta corriente de coproducciones, cuyo pionero y líder fue un incansable criollo llamado Luis Guillermo Villegas Blanco, precursor de la moderna industria del cine en Venezuela, quien, a principios de los 40, fundó la productora cinematográfica Bolívar Films C.A., de la cual fue presidente hasta 1964. Fue el productor de “La Balandra Isabel llegó esta tarde”, ganadora del Primer Premio de Fotografía en el Festival de Cannes en 1951. Fue también fundador y director de la empresa Cinesa. Produjo el primer noticiero semanal y los primeros comerciales para el cine en Venezuela.

Bolívar Films, con Villegas Blanco a la cabeza, tenía como proyecto el de producir largometrajes de ficción con criterios industriales y comerciales, como los modelos del cine industrial mexicano y argentino. Villegas sabía que contratar personal extranjero con experiencia en dichas cinematografías construiría una garantía de profesionalismo y por lo tanto de éxito comercial, por lo que empleo la fórmula de la coproducción; y se encargó de buscar a artistas que representaran al cine industrial de aquellos países; y así, contrató al realizador argentino Carlos Hugo Christensen, al productor Enrique Faustin, a los intérpretes argentinos Susana Freyre (por entonces esposa de Christensen), Juana Sujo, Virginia Luque, Juan Carlos Thorry, Olga Zubarry, Ariel Severino, los técnicos Adam y Juana Jacko y el director de fotografía José María Beltrán; junto a ellos, convocó a escenógrafos, técnicos y actores mexicanos, entre ellos Arturo de Córdova, Mapy Cortés y Susana Guízar. De esta manera, Villegas Blanco buscaba conformar un plantel de artistas de renombre y convocatoria para establecer un nuevo ‘Hollywood’ en Venezuela. El propósito del empresario era asegurarse los servicios de un director con vasta experiencia, garantizándole apoyo técnico y financiero y darse así el beneficio económico, el cual le correspondía por su riesgo monetario y como hombre de negocios.

Bajo este criterio, Bolívar Films produjo 8 largometrajes, que fueron: El demonio es un ángel (Christensen, 1949), Amanecer a la vida (Fernando Cortés, 1950), Yo quiero una mujer así (Thorry, 1950), La balandra Isabel llegó esta tarde (Christensen, 1950), Seis meses de vida (Víctor Urruchúa, 1951), Venezuela también canta (Cortés, 1951), Territorio verde (Horacio Peterson y A. Severino, 1952), y Luz en el páramo (V. Urruchúa, 1953). El proyecto de Villegas Blanco no era fundar una industria cinematográfica venezolana sino establecer una industria cinematográfica en Venezuela. Bolívar Films acabó siendo una piedra fundacional en la construcción en Venezuela de escuelas de artes y oficios, atrayendo incluso a actores de escuelas teatrales.
“La Balandra Isabel llego esta tarde”, está basada en un cuento escrito en 1934 por Guillermo Meneses (1911-1978). El cuento pertenece a un tipo de relato asociado con lo erótico, y trata sobre Segundo, un capitán de mar casado y su pasión por Esperanza, una mujer del puerto de La Guaira. Cuando Segundo por fin decide terminar con sus amoríos, Esperanza lo hechiza para impedir que regrese con su esposa. La acción está motivada por la pasión, y el desenlace está relacionado con esa búsqueda de equilibrar la pasión y la razón. El cuento tiene un enfoque realista, y se estructura en base a la idea de relato cíclico, en espiral que va arrinconando al personaje principal. Es un tipo de realismo “desencantado”, donde la existencia del hombre, más allá de lo que haga y adonde vaya, es desesperanzada. Meneses fue Abogado y Escritor y combino sus actividades profesionales con la carrera de escritor. Fue Cronista de la ciudad de Caracas desde 1965 hasta su muerte, y fue galardonado en 1967 con el Premio Nacional de Literatura por su obra en conjunto. De marcada tendencia vanguardista, Guillermo Meneses, según la opinión de Salvador Garmendia, “...indaga en un mundo obsesionante y ritual donde la sordidez del suburbio, la superficie y el mito son reflejos de ingentes realidades sociales...”. La oscuridad, la noche y la miseria eran elementos de su narrativa.

Para la película se utilizaron locaciones de Caracas, Isla de Margarita, Costa de Barlovento y Barrio Muchinga de la Guaira, como también diferentes rasgos de su música, tanto la nativa como la afro-venezolana. La banda sonora estuvo a cargo del compositor venezolano Eduardo Serrano. Un elemento fundamental de La Balandra… es la fotografía, laureada en Cannes en 1951, que estuvo a cargo del Zaragozano José María Beltrán, (1898-1962) de probada experiencia también como iluminador, siendo importante su trabajo en Filmófono, estudio cinematográfico aragonés cofundado por Luis Buñuel. Beltrán llevo la cámara en el primer film sonoro y hablado realizado en España: Una característica del trabajo de Beltran, se relaciona especialmente con la iluminación adecuada al ambiente y a la historia que desarrolla el film. La decoración y el diseño de producción estuvieron a cargo del artista y realizador uruguayo Ariel Severino, quien continuaría su carrera como pintor en Venezuela. Severino entablo una gran amistad con el maestro Billo Frometa, quien le compuso la famosa guaracha “Ariel”, uno de los clásicos bailables de la Billo’s Caracas Boys. En agradecimiento, Ariel Severino diseñó el conocido logo que ha identificado desde entonces a la orquesta bailable más popular de Venezuela. Ariel Severino, lamentablemente, fallecería a causa del terremoto de Caracas en 1967.

La dirección de La Balandra… estuvo a cargo del cineasta argentino Carlos Hugo Christensen (1914-1999). La razón por la cual se eligió a Christensen para dirigir para Bolívar Films se relaciona fundamentalmente con la audacia que mostró al introducir el erotismo en el melodrama argentino, en especial en Safo, historia de una pasión (1943) que fue la primera película argentina prohibida para menores, y en El ángel desnudo (1946), donde se ve por ejemplo la espalda de la estrella Olga Zubarry al desnudo. Christensen rompió con el melodrama rosa, de jovencitas y finales “felices”, y comenzó a marcar un estilo donde la pasión se funde en oscuridad y se mezcla con la perversión; esas características sedujeron a Villegas Blanco para convocarlo a su proyecto. Christensen tomó ciertos aspectos melodramáticos del cuento de Meneses (como expresiones fatalistas o diálogos a modo de ‘encuentros personales’) para elaborar la película en clave de melodrama, teniendo en cuenta a los mercados argentino y mexicano, donde dicho género formaba parte intrínseca de la popularidad en las llamadas edad de oro de cada cinematografía. Christensen agrego al personaje del hijo de Segundo, interpretado por Néstor Zavarce con 13 años de edad, para provocar la ruptura entre el marinero y la prostituta. Zavarce no era actor y Christensen lo conoció en el set puesto que todos los días se trepaba para espiar la filmación y decidió entonces ofrecerle el personaje.

El guion de la película fue colaboración de Christensen y Aquiles Nazoa, de cuya obra como escritor, periodista, humorista y satírica, resaltó a lo largo de ella el elemento costumbrista. Nazoa fue un referente literario a la hora de las descripciones costumbristas de la Venezuela del siglo XX, por lo que para el tipo de realismo que Villegas Blanco pretendía mostrar de los pueblos de Venezuela, Nazoa era un referente por la obra que había desarrollado y la fama que había alcanzado entre los sectores populares. Dentro de los escenarios verídicos que potencian el realismo de la película uno es el “mabil” o antro del barrio de Muchinga, en La Guaira. El mabil es ese sitio nocturno, donde se comerciaba tanto licores como cariño. En ese “Mabil”, la argentina Virginia Luque (Esperanza Crespo) canta la canción central del film y que decide la marcha del romance entre Esperanza (la mujer que ella interpreta) y el capitán de la balandra, Segundo Mendoza, interpretado por Arturo de Córdova quien ya era un consagrado actor mexicano de más de cuarenta años, galán, en la cumbre de su carrera artística. Virginia Luque, a pesar de ser ya famosa en Argentina por sus participaciones teatrales y en musicales, apenas superaba los veintidós años de edad. La confrontación de dos artistas tan diferentes en cuanto a su reputación pública, supo reforzar la promoción de una película que se anticipaba como un melodrama erótico, y que de hecho fue catalogada como prohibida para menores de dieciocho años en su estreno en la Argentina.

Christensen junto con Beltrán desarrollan la relación Luque-de Córdova con una gran maestría visual a través de la iluminación como recurso formal, impregnando “oscuridad” en la obra para describir el lado oculto de sus personajes. La iluminación permitió mostrar el lado oculto, lo siniestro, la fatalidad del pecado. En La Balandra… Christensen aprovecho todas las posibilidades que le permite la iluminación para crear ese efecto en sus protagonistas: claroscuros, contraluces, recortes de sombras, sombras deformadas, etc. Y es en este aspecto, donde se instaló el recurso expresivo para reflejar el interior de los personajes. La obra de Christensen reflejaba la influencia del cine negro hollywoodense. Al elemento iluminación se unió la densidad en el tratamiento del drama. Los espacios están trabajados desde el encierro al reproducir el recorrido moral de los protagonistas, es la conjunción entre escenografía y puesta en escena. Actoralmente, Arturo de Córdova logra un gran éxito encarnando al sufrido hombre de mar, en el personaje más humano de la película. Virginia Luque luce todo su esplendor en un tipo de mujer insaciable en el placer convirtiéndose en una belleza sin alma. América Barrios, en la abnegada mujer del marino, hace gala de su delicada feminidad. Juan Corona y Juana Sujo destacaron y a la altura de sus méritos y la grata revelación del niño Néstor Zavarce.

Uno de los mayores legados de la película y de los esfuerzos de Villegas Blanco fue Juana Sujo (1913-1961). Actriz argentina de origen judío-ruso, estudió teatro en Berlín, por lo que se la consideraba una actriz de carácter. Durante la década del 30’ hizo su carrera mayoritariamente en radio. Las particularidades que llamaron la atención de esta actriz fueron su ductilidad (sustentada en los amplios recursos gestuales y la presencia que transmitía desde su voz) y su simpatía. Previamente, había trabajado con Christensen en La Trampa (1949). Llegó a Venezuela para participar en los films el día 28 de abril de 1949 (además de La balandra Isabel llegó esta tarde, también participó en El demonio es un ángel). En 1950 fundó el "Estudio Dramático Juana Sujo" en el Museo de Bellas Artes, que se convirtió en 1952 en la Escuela Nacional de Arte Escénico. Dentro de su labor pedagógica formó una importante generación de alumnos: Esteban Herrera, Orangel Delfín, América Alonso, Carlos Márquez, Doris Wells. Sujo fundó la Sociedad Venezolana de Teatro en 1955 en la cual estrenó Caín adolescente de Román Chalbaud y en 1958 el Teatro Independiente Los Caobos donde estrenó Chúo Gil de Arturo Uslar Pietri y otras obras de Carlos Gorostiza e Isaac Chocrón; y además despertó el interés del público por obras de autores clásicos. Otro legado fue Horacio Peterson, uno de los grandes impulsores del teatro en Venezuela.

El éxito de la película está sustentado en la elección de escenarios tropicales naturales, la ambientación con la música afro-venezolana, la inspiración en el relato de Guillermo Meneses, la participación de una estrella internacional como Arturo de Córdova y la actuación del reparto, la iluminación adecuada al ambiente y a la historia que desarrolla el film y una muy acertada dirección. El veinte de junio del 2007, la película fue presentada en una función especial en Los Angeles, en el marco del XXI Festival “Last remaining seats” (“Las últimas butacas”) a cargo de Los Angeles Conservancy (en colaboración con la Cinemateca Latinoamericana de Los Angeles), una organización sin fines de lucro dedicada a la preservación y reconocimiento del patrimonio cultural en dicha ciudad. La entidad describió a la película como “an erotic melodrama of stunning cinematography that highlights Venezuela’s natural scenery and its unique Afro-Venezuelan musical heritage: (“un melodrama erótico de impactante fotografía que destaca el paisaje natural de Venezuela y su herencia musical Afro-Venezolana”). Los otros films programados para ese mes fueron North by northwest (Alfred Hitchcock, 1959), Roman holiday (William Wyler, 1953), Flesh and the devil (Clarence Brown, 1926), Yankee Doodle Dandy (Michael Curtiz, 1942), y Scarface (Howard Hawks y Richard Rosson, 1932).

Con el estreno de La Balandra Isabel el 14 de junio de 1950, Miguel Otero Silva escribió en el Diario El Nacional: “’La Balandra Isabel llegó esta tarde’, relato corto de Guillermo Meneses llevada a la pantalla, ha sido una verdadera revelación para propios y extraños por toda la grandeza y potencialidad que puede alcanzar la cinematografía venezolana. Encierra tal belleza plástica, es tan grande su arrolladora fuerza, que el espectador no puede menos que asistir al desarrollo de la película con verdadera estupefacción. En el film aflora el realismo de Muchinga y sus habitantes y una historia de amor y brujería. Entremedio, hay danzas y cantos típicos, mezcla macabra de alegría y muerte, de diversión y brutalidad. La fotografía es hermosísima y se aprovechan espléndidamente los claroscuros. Gracias a una dirección maestra, todos los personajes actúan con sinceridad y naturalidad extraordinarias”.








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