Por Inés Muñoz AguirreTe voy a dar es sinónimo de promesa. Sí, te voy a dar un techo. Te voy a dar un crédito, te voy a dar un camión de bloques, te voy a dar el título de propiedad del terreno donde construiste el rancho. Estas ideas bastantes sustanciosas son de hace mucho tiempo atrás. En aquel entonces llegamos al extremo de que una noche un candidato presidencial durmió en un rancho de uno de los cerros de Caracas para demostrar su afinidad con la gente del lugar, mientras un buen porcentaje de la población (Existía la clase media) miraba con horror y desasosiego tal demostración de unas técnicas erradas de mercadeo y propaganda. En esos errores se comenzó a consolidar la equivocación de como relacionarse con los más necesitados.
Cuando das, el que recibe siempre quiere más y las promesas tomaron otra dimensión: Seremos todos iguales, no tendremos niños de la calle, los viejitos no pasarán necesidades, y fue muchísima la gente que corrió tras la fantasía, la frase bonita, la idea de algo que en la imaginación se viste con los oropeles que le pone cada quien. Eso hace que las ideas se convirtieran en más tentadoras, aderezadas además con el resentimiento que promueve la venganza.
De allí en adelante plantearse objetivos concretos se convirtió en un camino problemático incluso para quienes prometían, porque pasado un tiempo se entendió que los sueños son maravillosos porque estimulan la imaginación pero no satisfacen el estómago. Vuelve el círculo natural a buscar lo concreto que se resumió en: cajas de comida, títulos universitarios express, apartamentos amueblados, carros chinos, y un largo etcétera.
Cuando recuerdo estos espacios de acción a los que hago referencia lo hago estrictamente desde el plano social. El elemento clave de esta reflexión la debemos centrar en aquel viejo proverbio chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”. El tema está en que cada integrante de la sociedad debe asumir con convicción tal planteamiento. ¿Qué hace una persona con recibir una caja de alimentos, si al día siguiente tendrá hambre igual y quizá no la vuelva a recibir?
Cuando una persona tiene objetivos claros por los cuales vivir, no da cabida a las promesas de otros. Define una nueva forma de actuar y de afrontar sus necesidades: la educación, prepararnos para un oficio o profesión con las herramientas adecuadas, el trabajo con el compromiso de ser el mejor y la valoración de quiénes somos y de lo que merecemos. Así se inicia el proceso por un cambio desde lo particular, ninguna otra idea debería ser más poderosa que el cumplimiento de los objetivos personales, porque además es la única forma de satisfacer el hambre.