Lecturas que transcurren en Verano
Bulevar 27/06/2021 08:00 am         


Desde clásicos de aventuras hasta novelas sobre el desgarro y la pérdida de la inocencia. He aquí una selección que va de Stevenson y William Golding a Cesare Pavese y Thomas Mann



Suele ser el tiempo del viaje, la iniciación y la aventura, también del exceso, la purga y el declive. El verano es literario: arde en los momentos de quietud. No en vano al estío lo separa del hastío un baile de dos letras. Es el tiempo de los desgarros y los descubrimientos. También del amor y la niñez -o su desaparición-, un tiempo propicio para los sentimientos y lo crepuscular. Esta semana ha llegado su calor y resplandor, un tiempo tumultuoso, inquieto y a veces fallido como una promesa rota.

¿Pero qué es lo veraniego en la literatura?, ¿acaso solo la playa, el viaje o aquello que emulsiona en la luz de sus cielos? Truman Capote comenzó a preparar la que sería su novela más importante, 'A sangre Fría', en la Costa Brava. La calma que le aportaba el mar y la playa para escribir lo hicieron regresar varias veces, por lo menos en tres ocasiones. En lo estival brilla también el Hemingway excesivo de los sanfermines y el hombretón que devoraba arroces en las playas del Cabanyal, en Valencia, o acaso el Cadaqués de Lorca, Pla y Duchamp, quienes pasaron algunos días en la casa de Salvador Dalí en Portlligat. Hay algo incontenible en el verano, un espíritu de aventura, pero acaso también de decadencia y pudrición.

Golding, Stevenson y P.C. Wren

Para confeccionar tal cosa como una lista de novelas estivales conviene un repaso no a las novedades editoriales, sino a aquellos clásicos literarios que ocurren en esta estación del año o al menos la aluden. El paisaje, el calor y el mar delimitan un territorio no necesariamente luminoso, aunque en ocasiones aludan a la aventura, el descubrimiento y la búsqueda. Desde 'El señor de las moscas', una de las novelas más conocidas de William Golding, que describe la situación límite y la lucha por el poder de un grupo de adolescentes perdidos en una isla desierta, hasta 'La isla del tesoro', de Robert Louis Stevenson: la historia de la búsqueda que ha marcado a generaciones de lectores. En los relatos estivales se libra desde la epopeya juvenil hasta la transformación de sus héroes en adultos. Ocurre con los protagonistas de un clásico rescatado por Zenda Aventuras: 'El enigma del Agua Azul (Beau-Geste)', de Percival Christopher Wren.

Camus y Pavese

El verano es también momento de iniciación y desgarro. ' El bello verano', de Cesare Pavese, es uno de sus libros iconicos. Escrito en la primavera de 1940 y publicado en 1949, encarna el relato de la pérdida de la inocencia. Con el trasfondo de un Turín gris y crepuscular, Ginia, una ingenua adolescente, se enamora de un joven pintor. Es el inicio de un amor cargado de expectativas y destinado a durar lo que la estación. Una novela que marca el paso de la adolescencia a la madurez. Hay dos ediciones: la que publica Cátedra, en su colección Letras Universales, y la que ha editado bella y primorosamente el sello Pre-textos. El verano entendido como pérdida también forma parte de la obra de Albert Camus, quien publicó en 1954 un conjunto de textos reunidos en un volumen homónimo y en los que el escritor se asoma a la melancolía de la infancia, la sombra de la guerra y la presencia del verano y su irresistible atractivo como episodio transformador.

Noches blancas, de Dostoievski

Esta historia ocurre en esas largas e iluminadas noches que transcurren en San Petersburgo durante la época del solsticio de verano. Un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha a la orilla del canal. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará las tres noches siguientes, noches en las que ella, de nombre Nástenka, relatará su triste historia y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño. Él, es un personaje casi arquetípico en Dostoievski: solitario, atormentado, soñador, miserable a la vez que noble. Narrado desde distintos tiempos, el texto escarba en la sensación de la vida como agravio, cual instante fugaz. Es de las primeras historias de Dostoievski e incluso en sus páginas hay algunas ideas que desarrollará más adelante en su obra. Existe una preciosa edición publicada por Nórdica con traducción de Marta Sánchez-Nieves e ilustrada por Nicolai Troshinsky.

McEwan y la ruptura

'Chesil Beach' (Anagrama), de Ian McEwan, es la más bella historia que sobre un hundimiento se haya escrito jamás. Ese lugar al que van a morirse las parejas justo cuando acaban de empezar. En este libro McEwan cuenta la historia de Flowerence y Edward. Tienen poco más de veinte años y se conocieron en una manifestación en contra de las armas nucleares. Florence es una chica de clase media alta. Edward, en cambio, pertenece a una familia que vive en la zona baja de la clase media. Ambos son inocentes, y vírgenes, y tras un largo cortejo se han casado. En un día de julio de 1962, cuando el tsunami de la revolución sexual no ha llegado aún a Inglaterra, Edward y Florence van a pasar su noche de bodas en un hotel junto a Chesil Beach. El episodio permite a McEwan retratar la contención emocional, sentimental y sexual que acabará en naufragio

El Guardabarrera, de Camilleri

De su trilogía mítica dedicada a la metamorfosis, esta es la novela más hermosa. 'El guardabarrera' (Destino) fue la primera. A ésa siguió 'El beso de la sirena' y, finalmente, 'La joven del cascabel'. En esta novela, el italiano cuenta la historia de Nino Zarcuto y su mujer, Minica, viven en una modesta caseta amarilla junto a un pozo y a un olivo sarraceno, en medio de un paisaje árido, cercano al mar. Se aman, son felices y esperan su primer hijo. El niño muere nada más nacer. Minica no cesa en su empeño de ser madre. Está convencida de que puede, como Dafne, convertirse en árbol, echar raíces y dar frutos. Su marido la secunda, amoroso y solícito, con la esperanza de que ese hijo llegue, pese a las sacudidas de la muerte y de la guerra. Un final inesperado, urdido con belleza, convierten este libro en un un diamante que brilla bajo el tedio estival. El libro pertenece al catálogo de Destino.

Muerte en Venecia, de Thomas Mann

"La primera vez que la palabra belleza aparece en 'La muerte en Venecia' alude a San Sebastián, santo lánguido y apolíneo, lacerado por múltiples dardos y espadas, grácil en medio de la tortura", aseguró Margo Glanz de aquella novela de Thomas Mann. En esas páginas emerge el deseo, que es efímero y fulminante como la juventud y la belleza. Escrita en 1912 y publicada el año siguiente, se trata de una historia brevísima, diseñada con la pulsión y el delirio de quienes se sienten marchitos. Gustav von Aschenbach, destacado escritor alemán de edad madura, ha llegado a Venecia buscando, o eso cree él, la inspiración perdida. Ya instalado en el hotel, Aschenbach se interesa por un adolescente: Tadzio, un chico dotado de una belleza extraordinaria, quien termina convirtiéndose en objeto de silenciosa adoración para el escritor, que teme acercarse por temor a ser rechazado. Aschenbach experimenta la fascinación de aquellos que ensalzan la belleza, pero se sienten incapaces de reproducirla, como quien adquiere un conocimiento defectuoso. Una peste ronda la ciudad como la muerte a Aschenbach y anticipa el desenlace: el broche del tiempo que sólo puede transcurrir hacia adelante. Atrás queda, marchitándose, la vida, la belleza y el verano.

Pequeño teatro, Ana María Matute

Ganó el premio Planeta con esta historia, en 1954. Se trata de Pequeño teatro, un libro oscuro y luminoso en igual proporción. Transcurre en un teatro de títeres donde los muñecos y las personas se mueven con hilos que otros guían . Por el Gran Hotel Devar -eje espacial de la novela- se pasean su próspero dueño Kepa Devar, su hosca y árida hija Zazú; el pequeño y torpe Ilé Eroriak y, por supuesto, el acicalado y apuesto Marco, un forastero impostor que se convertirá en intrigante y curioso personaje para los habitantes de Oiquixia. Alrededor de este personaje –Marco- y de su relación con Ilé habrá de surgir un guiñol que rompe junto al mar del lector.

Verano, de J.M Coetzee

Si J.M. Coetzee es un escritor mayúsculo se debe a una única razón: porque el cemento de su obra se sostiene en aquello que no dice, en todo cuanto no explica. Si en sus libros 'Infancia' y 'Juventud' planteaba algo parecido a unas memorias, en esta entrega: 'Verano' (Literatura Random House) da una vuelta de tuerca a la noción de autobiografía. Lo hace a través de joven biógrafo inglés, quien prepara un libro sobre el difunto escritor sudafricano John Coetzee. Sus investigaciones se centran en el Coetzee que vive en Ciudad del Cabo con su padre viudo. En opinión del joven biógrafo que escribe el libro es justo en esa etapa en la que Coetzee se percibe a sí mismo como escritor.

La mancha humana, de Philip Roth

Es una novela áspera y desasosegante, pero escrita con precisión y maestría, aunque hay quienes aseguran que es el comienzo del declive literario de Philip Roth –a saber lo que entienden quiénes por declive, por cierto–. Escrita en el año 2000, 'La mancha humana' es la historia de una demolición: el sueño americano cayéndose a trozos como un cuerpo leproso. Todo ocurre en el verano de 1998, en pleno escándalo sobre Mónica Lewinsky, la becaria de la Casa Blanca que llevó al banquillo moral al entonces presidente Bill Clinton. Algo parecido le ocurre a Coleman Silk, decano de la universidad sometido a una falsa acusación y cuya vida es narrada por Nathan Zuckerman, el personaje al que Coleman pide que le ayude a escribir su historia: una acusación de la que no se defiende y que acabará por arrastrarlo a él, a su familia y sus amigos. Es el retrato de la sociedad políticamente correcta que disfruta con el despellejamiento ajeno. Una caza de brujas que Roth convierte en gran argumento literario.

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