Desde su estreno la pasada navidad, la nueva película del director Adam McKay ( “Big Short”, “Vice”) se ha posicionado como una de las cintas más vistas de Netflix y ha generado todo tipo de debates, llegando incluso a extremos fuertemente maniqueos: o se la ama o se la odia.
La película sin duda tiene aciertos, pero también grandes sombras. Por una parte, y haciendo uso del humor y la sátira, pone el dedo en la llaga sobre varios problemas de candente actualidad: el auge de los populismos, la deriva anticientífica, las fake news y la frivolidad de no pocos medios de comunicación.
No obstante, el humor de “Don t look up” no se caracteriza por su sutileza. Con frecuencia es tosco y burdo. Sin ir más lejos, la vulgar, populista y escandalosa presidenta que encarna Meryl Streep deja bien claro a quien dirige sus dardos. La sátira antiempresarial y anticapitalista es igual de poco elegante.
Asimismo, la cinta se vuelve a ratos un descarado sermón moral “progre” que, con aires de superioridad moral, le da con todo a un determinado segmento de la población sir hacer, por otra parte, la más mínima autocrítica: la propia élite bienpensante de Hollywood, los adalides de la corrección política y los ecologistas más radicales, anticientíficos y tecnofóbicos (como, por ejemplo, cierta joven sueca), brillan por su ausencia.
En todo caso, no está mal para pasar el rato, reírse un poco y debatir sobre los temas que trata…y los que no.