Talibanes matan Budas
Bulevar 21/06/2019 03:14 pm         


La destrucción de los Budas de Bamiyán



En Bamiyán, al centro de Afganistán, hogar de dos budas gigantes que fueron esculpidos hace 1500 años, cientos de personas acuden para escalar el interior de una cámara abovedada (a la que se llega después de caminar por un pasaje que avanza serpenteando hacia arriba por el interior de la pared que da a un desfiladero), pero algunas aprovechan para escribir en las superficies sus iniciales y la fecha del día en que allí se encuentran. Los grafitis constituyen sólo una de las contribuciones a la destrucción del sitio declarado Patrimonio de la Humanidad donde alguna vez estuvieron los conocidos “budas de Bamiyán”.

Tal como asegura un reportaje realizado por el periodista Rod Nordland para el diario norteamericano The New York Times, lo peor ocurrió en marzo de 2001, cuando los talibanes hicieron explotar las dos estatuas gigantes, una de 55 metros de altura y la otra de 38 metros, que en aquella época se creía que eran los dos budas más grandes del planeta que se mantenían en pie. Mediante el uso de artillería y cargas explosivas, los talibanes tardaron semanas en reducir a los budas a miles de fragmentos apilados a los pies de los desfiladeros, lo cual indignó al mundo. Desde entonces, la degradación ha continuado, en tanto Afganistán y la comunidad internacional han pasado dieciocho años debatiendo qué hacer para proteger o restaurar el sitio, sin llegar a una decisión final y a menudo con un solo guardia en funciones. La mayor parte del tiempo, los restos del monumento tienen una vigilancia tan precaria que cualquiera puede comprar una entrada (de 4 dólares para extranjeros y 60 centavos de dólar para afganos), entrar y hacer prácticamente lo que le venga en gana. Y muchos lo hacen. Los cazadores de recuerditos desprenden fragmentos de las decoraciones de estuco pintado de la red de cámaras o se llevan trozos desprendidos de arenisca. Abundan los grafitis, los eslóganes e incluso los anuncios de sexo.

Cualquiera puede trepar por los pasajes que rodean los altísimos nichos en el desfiladero, a través de sinuosas escaleras que forman túneles en la arenisca y subir los escalones con contrahuellas del doble de altura de las modernas, como si hubiesen sido construidos para gigantes.

Una convención de científicos (en la que participaron afganos, personal de la Unesco, científicos y benefactores) se celebró en Tokio en 2017 con el objetivo de estudiar el asunto y discutir la solicitud formal de recursos por parte de Afganistán para reconstruir el buda oriental. Una declaración final redactada en términos diplomáticos instó a realizar más estudios y hacer una pausa indefinida en los trabajos de restauración. Sin embargo, en palabras del oficial superior de la Unesco en Bamiyán, Ghulam Reza Mohammadi: “Los budas no serán reconstruidos jamás, pues el gobierno ni siquiera puede cubrir los gastos de los cinco guardias que prometieron”.





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