Uomuamua contra el sol
Bulevar 06/07/2019 02:08 am         


Uomuamua, un cuerpo interestelar que atraviesa nuestro sistema solar a toda prisa



Las apariencias sugieren que aquí en La Tierra no es como en el cielo, pero quién sabe si las apariencias engañan. Si los huecos negros son bocotas que como aspiradoras hacen cosas muy tenebrosas, como nuestro Triángulo de Las Bermudas. Quién sabe si es cosa cotidiana que exploten lejísimo cuerpos celestes y ¡se vuelven trizas! (la materia no desaparece, la energía se transforma) como ocurre aquí con los terremotos, tsunamis, volcanes, bombas nucleares. Lo cierto es que lo que se observa a simple vista es equilibrio, astros flotando en la distancia con la ecuanimidad de un globo infantil pero sin que los soporte ninguna cuerdita, solo fuerzas invisibles llamadas gravitacionales, atracciones y movimientos de traslación. En el planeta azul, entre tanto, un mar de contradicciones de belleza y milagros, horror y conflictos, Oriente versus Occidente y Venezuela en la trama los siete mil millones que somos no nos entendemos. Vivimos en Babel. 

Así, mientras unos no sueltan el garrote, a veces desde afuera nos hacen guiños platillos voladores y ovnis según History Chanel. ¡Podrían estar entre nosotros! Lo que nunca se había visto, fotografiado, descrito es algo como Uomuamua, un cuerpo interestelar que atraviesa nuestro sistema solar a toda prisa, vuela. No se sabe por qué, ni cuándo entró en nuestro sistema, pero fue descubierto el 19 de octubre de 2017 por Robert Weryk “mientras trazaba una órbita altamente hiperbólica” y hasta el sol de hoy (frase para atesorar) sigue siendo una incógnita. Nadie sabe qué es, si contiene vida, si es un trozo de algo que se le desprendió Zeus (un cálculo renal), si es piedra papel o tijera. El asombro debió ser mayúsculo cuando apareció raudo en el visor del telescopio Pan-Starrs del Observatorio de Haleakala (que significa en hawaiano Casa del sol), ubicado en la muy asoleada isla de Maui, donde, según la leyenda, sí hubo cuerditas: “Maui quería al Sol y su abuela le ayudó a capturarlo creando una cuerda con sus cabellos”. Pero Maui luego lo dejó libre, claro, pero siempre a mano. Ahora va hacia él este asunto que, casi dos años después, no ceja en su empeño de entromparse contra el catire de fuego. 

¿Qué pasa si choca? Se especula de todo con cálculos de masa, impacto y distancia. Se quemará lo que sea aquello. El sol echará chispas. ¿Veremos esa fiesta como luces de bengala un 31 de diciembre? El mundo parece seguir ensimismado en sus asuntos, guerra aquí, protestas allá, más tiempo perdido por culpa de las etiquetas de clase y el racismo, recalentamiento global mientras la extraña cosa alargada y constituida de quién sabe avanza. No, el universo tiene apariencia de calma chicha, pero es un reservorio de sorpresas. Como La Tierra. En las inmensas cuevas de cuarzo que descubrió Charles Brewer Carías (nuestro discovery Charles) en las selvas amazónicas de Bolívar, donde es Tarzán y señor, habría unas cositas indefinibles que cuelgan asidas a las paredes de aquel territorio oculto en lo verde donde cabría, según el explorador, el CCCT, el San Ignacio y el Aeropuerto La Carlota. Las cositas están siendo estudiadas en la Nasa y no se sabe cuándo llegaron, si son animales o vegetales, parece que crecen. Lo que sí ha quedado establecido, con toda justicia, es el nombre de las cuevas. No cositas sino cuevas Charles Brewer Carías.





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