20 palabras para Caracas
Bulevar 29/07/2019 02:00 pm         


Palabras de amor y acaso desesperadas



Caraqueño-caraqueña. Gente que vive y muere con miedo y que anda mojca puej, y se come las eses, las que son con ese, que se atrinchera pero nunca guarda del todo las tetas, gente simpaticaza y hostil, que va entre lo verde y lo gris siguiendo a alguien y con alguien que le sigue. Gente en cola que no tiene seis grados de separación, aquí todos nos conocemos.

Rutero. Caminar la ciudad involucra desafíos. Que no esté un carro estacionado en la acera. Que la acera no esté aprisionando a un jabillo porque la romperá con sus raíces para decir: sí, tenemos raíces. El rutero es el testarudo que convoca a los caraqueños a caminar por la ciudad para reconocerla. Un celestino del romance.

Barrio. Asentamientos populares, urbanismo espontáneo, se les considera margen pero son ciudad. Viviendas encimadas allá arriba y aquí abajo, el archipiélago que somos tenemos que asumirnos como unidad. Los ranchos son 10 por ciento, los barrios, más de la mitad. No nos preguntemos más por qué no bajan los cerros, subamos nosotros, forjemos accesabilidad, rompamos los prejuicios, promovamos la complementariedad, aceptemos, si la hay, la diversidad. Enamorémonos de la sostenibilidad, de la fraternidad, de inconformidad, de la igualdad.

Puente. Para ir al otro lado. Para vencer lo inalcanzable. Para allanar diferencias. Para crecer: para empatar este con oeste y norte con sur. La ciudad es más grande a medida que tenemos menos prejuicios. Que lo que el puente una —los de guerra no cuentan— que no lo separe el hombre.

Balcón. Basta de cerramientos, rejas y poco miramiento. Los balcones son seducción, son dar picón, palabra que ya no se usa. Ideales para matas y perros curiosos, para ver sombras e imaginar, para colgar ropa y ver hombres en camiseta y coquetas bicicletas, no lo clausures, que la ciudad quiere ver cómo te besas con ella o con él.

Árbol. Del solícito al solicito amor. Este año talaron decenas de árboles para no incomodar carros, hacer construcciones, ampliar autopistas. Les quitaron la vivienda a miles de pájaros, oxígeno y sombra a miles de caraqueños. Total, creen unos, el verde es inagotable. La siembra del 31 de julio, en Baruta, cuando se plantaron 449 árboles, debe atenuar la pena 
 
Fachada. Somos mestizaje humano y urbano también, Colonia junto a las icónicas reliquias de la modernidad. Y somos buen rollo. El Humboldt, Un paseo por las nubes, el Helicoide, Historia sin fin, Parque Central, Incendio en la torre o El Calvario, El secreto de tus ojos, Caracas la utópica va en Tacones lejanos, y tiene una arquitectura de película.

La Carlota. Como el ave Fénix, la ciudad podría renacer de sus cenizas y festejar la vida, la paz, el reencuentro. Un parque que promete democracia y libertad en 103 hectáreas para disfrutar todos iguales. Nos toca presionar para que se haga este pulmón. Verde que te quiero verde, tenemos que ser unos aviones.

Aves. Ciudad de biodiversidad que extasía a los observadores de aves, no así a los oficialistas que cerraron el Ministerio del Ambiente, acusan recibo del plomo en el ala, e intentan levantar vuelo pintando palomas y amenazando en trinos y tuits. Las guacamayas nos chillan que hemos aprendido a volar pero acaso no a ser libres.

Arte. Expresión de lo que somos y vamos siendo, la creatividad resiste y germina en la abstracción y la figura, a color y en 3D, bajo las piedras y contra la pared. La sensibilidad herida es más indiscreta. La ciudad es un museo y su aeropuerto un pañuelo que dice hasta luego en la rayita, que viva siempre Cruz-Diez. Caracas, arte y parte, como nunca, se expone.

Ávila. Montaña isla entre el valle y el mar, que es mujer dormida y caballero protector a todo dar, es el referente y el Norte y la nostalgia del que no está. Verde y azul que nos acerca al cielo, faro y atalaya para vernos mejor y sanar el duelo, su silueta viaja con cada pasaporte como nuestra médula de identidad.

Universidad. Territorio donde se gesta lo anhelado, las universidades persisten en el debate de las ideas y rechazan las amenazas contra la pluralidad y el saber. Patrimonio Cultural de la Humanidad, la Central, y su belleza, se mantienen por vocación del llamado profetariado. Que venzamos las sombras, que se imponga la luz. Vivan las aulas no los maulas.

Violencia. En la ciudad de los hechos rojos y de la furia, hasta las balas perdidas dan en el blanco. Sin discriminación alguna boicotean sueños y acechan a sus dueños. Al cabo de 20 planes de seguridad y con 98 por ciento de impunidad favor no decir patria o muerte, ni muérete que chao. Invirtamos la palabra arma: que diga amar

El Guaire. Grandes ciudades, grandes ríos. A sus orillas, la civilización. Marrón y desengañado, El Guaire se asume actriz mexicana, soy Dolores del Río, dice, y no acepto una promesa más. Nilo… digas.

Mango. Maná que viene de los cielos tropicales que y deviene milagro en tiempos de carestía. Fruto perfumado que es éxtasis en boca, y hace más dulces las lenguas. Delicia que algunos confunden con una metáfora subversiva además en inglés: man... go... Hombre que se va. Dios quiera.

Libro. Escriba, cuente, traduzca, interprete, imprima, no deprima. A la palabra amor le arrancaron el corazón y las vísceras, y la colgaron, como cuero seco, junto a los fusiles. Pero a la neolengua le salió contrapeso. La poesía es viral, gana premios, las editoriales se empeñan. No hay vuelta de hoja, estamos al pie de la letra. Es nuestro papel.

Música. Al ritmo de las caderas patrias, vaivén marítimo que gotea buena nota, imposible desafinar. Musicalidad mediante, el ritmo es nuestro método de avance, en el Sistema de Orquestas, en el caminar. A todo volumen, el contoneo vibra en las cuerdas que enloquecen. Hampa cuatro y Caracas, cantemos en coro, seamos una voz de mil tonos.

Democracia. Cuando ganó Ledezma, el del apellido quijotesco, el gobierno desconoció su triunfo. En la ciudad de la hierba bledo les importó un comino y lo aprehendieron. Preso el alcalde y sus electores, la república es una promesa incumplida y la ciudad la escena de un boicot. Pero Caracas es terca y está viva, participativa nos cautiva. Luchemos porque perviva. Nos vemos en la plaza, defendamos la libertad y que este valle viva. 
 
Fe. Creer o no creer. Igual necesitamos tener esperanza, si no dios, sin odios. Que no sean los huesos de nadie nuestra forma de fervor, que sea el alma de los buenos la inspiración. Rezar puede ayudar, o en su defecto, la poesía. Que la paz esté con todos nosotros: amén. Amén.





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