Independiente, el campeón sudamericano
Bulevar 17/11/2019 09:08 am         


Por Hernán Quiroz Plaza: Es un magnífico monarca continental, un equipo sin miedo y con argumentos técnico-tácticos.



Hernán Quiroz Plaza

Cuando un equipo conquista un torneo, el título de portada debe contener obligatoriamente la palabra campeón. “Campeón del coraje”, “Campeón de América”, “Brillante campeón”… En el caso de Independiente de Ecuador diríamos “Campeón con fútbol y carácter”. Es un magnífico monarca continental, un equipo sin miedo y con argumentos técnico-tácticos. Como hinchas de fútbol, nos vemos totalmente representados por este grupo de jugadores y su entrenador.

Que el bautismo del éxito se dé primero en el campo internacional que en el nacional no es normal. A muchos clubes les ha costado un siglo coronarse más allá de sus fronteras. Nunca le quedó grande la final a Independiente. Se tomó diez, acaso quince minutos para estudiar al rival y cómo venía el partido. Procesó los datos y empezó a jugar. Nunca revolear la pelota, toque, triangulación, seguridad en el pase, movilidad para ofrecer siempre una descarga al compañero que trae la pelota, ocupar bien los espacios, seguridad defensiva primero e ir soltándose después. Y a partir de allí, lo individual, lo que cada uno trae de la casa. Siguió los fundamentos clásicos del manual de jugar bien. La sencillez de un técnico es un valor adicional.

Tampoco le pesó el tremendo marco compuesto por la hinchada del Colón argentino, casi 40.000 corazones rojinegros desbordantes de ilusión, algo pocas veces visto. Desde lo anímico, Independiente jugó con soltura y resaltante personalidad. Y eso es, justamente, lo más importante en una final. Cuando un grupo de jugadores sale a competir con tal serenidad y confianza hay mérito del conductor, en este caso su técnico el español Miguel Ángel Ramírez. Nunca supimos de un equipo valiente con un técnico pusilánime. Lo primero desciende desde el liderazgo ejercido por el comandante.

La armonía colectiva potenció el aporte individual. Y generó notas muy altas. Cristian Pellerano, veterano trajinador del oficio, inteligente distribuidor, manejador de pausas y aceleraciones, encuentra a los 37 años la medalla que adorna su carrera. Fue lejos la figura de la cancha. Él decidió cómo se jugaría el partido. Pinos, arquero decisivo, por presencia física y espiritual, por tapar el penal clave. Si era gol pudo haber motorizado la remontada de Colón. Luis Fernando León, por su resistencia defensiva, pero sobre todo por el cabezazo matador que quebró el partido. Eso fue todo perfecto, merece contarse: el centro magistral de Pellerano (un pase a la cabeza), el salto elástico de León y su cabezazo de pique al suelo; con el campo mojado, esa bola picaba y se metía. Así fue.

Luego, destacar una vez más a John Sánchez, autor de aquel golazo notable en Avellaneda, la llave de la clasificación a la semifinal. Ahora por ese segundo gol a Colón, testimonio de un arranque fenomenal, imparable. Un jugador llamado a ser importante, no obstante dejémoslo en puntos suspensivos. ¡Prudencia…! Hemos hecho muchos vaticinios y luego quedaron en nada a causa de la mentalidad de estos muchachos. Física y técnicamente son dotados, luego sus mentes decidirán.

La clase de Efrén Mera, los goles de Dájome, el aguante de Schunke, el muy buen lateral Landázuri, el punterito Cabeza, pensante y generoso en el tercer gol de cederle la pelota a Dájome en lugar de intentar hacerlo él. Todos contribuyeron en buena medida a la epopeya de este club que en seis años pasó del anonimato total a campeón sudamericano. Una entidad con un proyecto detrás: trascender desde la formación de jugadores. Pero, sobre todo, desde la captación, lo cual no termina de entender la mayoría de los dirigentes: mucho más importante que la formación es la captación, barrer el país buscando talentos. Una vez reclutados, sí, darles las armas para desarrollar sus habilidades. Independiente de Ecuador lo demuestra de nuevo: no hay imposibles en el fútbol (tampoco en la vida), si se trabaja bien, con inteligencia, si se pone todo en el objetivo, si se sabe de fútbol. No se necesita la chequera del FC Barcelona o PSG para llegar al éxito.







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