Ruta para amar Caracas: Quebrada Honda
Identidad 06/03/2019 04:00 pm         


La música suena libre y toma la calle - Rutas para amar Caracas - 3 de 12



Caracas este sábado es una fiesta; y el anhelo de ciudadanía, las ganas de ejercer la convivencia posible, la confirmación del derecho a andar con sentido de pertenencia en el espacio público, la razón. En cada punto de la ruta convenida en este programa de mapas y trazos para el reconocimiento y el reencuentro que inspira el libro fundamental Caracas del valle al mar hay música proponiendo esperanza, vale cualquier género.

Cada tres por dos, un intérprete o varios, sorprenden con un canto a la paz. La ciudad se arrulla. Contra viento y marea celebra. Organismo vivo que precisa de la armonía para su funcionamiento, la ciudad que resiente el desencuentro, reclama la devoción de los moradores. Urge preservar la estructura construida de referentes y posibilidades donde vivimos, no apenas habitamos.

La cita es en la salida del Metro de Quebrada Honda. Un centenar de caracadictos se suma a la ocurrencia de recorrer Caracas con mirada atenta, ella sigue allí, no es necesario ser arqueólogo. Pocas formas tan efectivas para enamorarse que conocer y reconocer. La invitación también es a escuchar. Una sugerencia propicia en tiempos de aturdimiento, de discursos menguados, verbo altisonante y penosos silencios.

Al lado el Parque Los Caobos, seductor pulmón caraqueño, arranca la experiencia con el concierto de cinco flautas que ejecutan como en contraputeo un quinteto de intérpretes del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, su sede a pata de mingo. Sorprenden con valses, merengues, pasajes, piezas barrocas y joropos, casi sinónimos, a los convocados por CCS-City-450, organizadores del tercer recorrido urbano que llaman Caracas hospitalaria. La belleza que se manifiesta toma a todos por sorpresa.

Mañana de andanzas y ganas de danza queda ratificado el derecho a andar. De las caras caraqueñas que se hacen presentes en esta suerte de flashmob desaparecen como por encanto los ceños fruncidos. Muchas carencias exhibe la narrativa cotidiana, pero la calle que parece quimera, tentación a esquivar, reaparece en el inventario. Es más que un hecho memorioso.

“El Parque Los Caobos es uno de los más antiguos de la ciudad, data de 1924 y contiene una muestra de caobos centenarios así como de otras tantas especies”, convida a voltear Cheo Carvajal, el de Caracas a pie; a pie se leen las ciudades. Cuando Cheo dice “vamos” es que así es. Interceptado de esculturas —la de Teresa de la Parra, suscrita por Carmen Cecilia Caballero de Blanch y la Fuente, de Ernesto Maragall entre muchas más—, el espacio verde que surcan ciclistas parece el inmenso jardín del Colegio de Ingenieros donde ahora el arquitecto Henrique Vera, uno de los coordinadores de la fundación Arquitectura y Ciudad, toma la palabra para hablar del edificio sede, inaugurado en 1941, con el patrocinio del ingeniero Enrique Aguerrevere y según el trazo del arquitecto Luis Eduardo Chataing. La puerta deja a todos boquiabiertos: ¡podría afocar a la de Brandemburgo!


Parque Los Caobos

A ritmo de la Parranda de la Facultad de Arquitectura de la UCV, son grata compañía los cantores urbanos que con tambores, maracas, charrascas y cuatros son voz cantante de la libertad. El recorrido por el barrio San Julián incluye canje de libros, performance de cuenta cuentos y más gente sonriendo, es decir, más gente desafiando las circunstancias. El cuento de Hamelin se acaba de escribir al revés.

Ya en el Hospital Ortopédico Infantil, edificación que atiende gratuitamente a los menores de 18, y a precios ínfimos a los adultos —los médicos y enfermeras piden a todos estar atentos con las rifas que se suelen hacer para levantar fondos para sostenerse así, tan pulcros—, y de seguidas comienza un espectáculo increíble en el patio central de la institución.


Hospital Ortopédico Infantil

Little G, un joven venezolano que sobre música de joropo, hace brakedance y demás maromas con su cuerpo de goma. La presentación es electrizante. También canta la coral Schola Cantorum de Caracas, celebérrima institución musical reconocida en medio mundo, dirigida por María Guinand, nieta del arquitecto que trazó el edificio: Carlos Guinand Sandoz.

Cierra el recorrido en una escuela próxima al hospital, levantada para que los niños enfermos puedan tener cerca la posibilidad de seguir cursando sus estudios. Con un patio central que preside un legendario samán, escuela de inclusión, la Luisa Goiticoa, como asegura con conocimiento de causa Cheo Carvajal, el broche aquí es de oro. Aquiles Báez, compositor, intérprete e investigador que promueve a músicos emergentes desde su Guataca comprometida, canta e invita a los caracadictos reunidos a seguirle el ritmo con sonidos diversos que cada quien debe emular en viva percusión.


Escuela Comunitaria Luisa Goiticoa

La música entra por los poros, el mensaje se cuela. Caracas sale ganando y todos con ella al término de la jornada organizada por los arquitectos y profesores de la Simón, Aliz Mena y Franco Micucci, y la arquitecto y profesora de la UCV María Isabel Peña, creadores de CCS-City-450, la ocurrencia interactiva para el ejercicio democrático, desde la calle, desde el camino que se va haciendo.





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