Emprender con Coraje y Disciplina
Identidad 07/02/2021 08:00 am         


Jóvenes osados en Venezuela pasaron de una línea de trabajo a otra, asumiendo las consecuencias



En el mundo entero se ha perdido gran cantidad de empleos. Mucha gente ha tenido que cambiar de ramo en sus actividades o negocios para sobrevivir. Uno de los sectores más afectados ha sido el de transporte aéreo. En Venezuela, cientos de pilotos han quedado cesantes. Algunos han emigrado, a sabiendas de que el mundo entero pasa por el mismo trance, por lo cual están dedicados a otra cosa. Otros, esperan la reanudación de vuelos pero, mientras tanto, no se han quedado de brazos cruzados sino que han migrado a otras actividades para poder sostener a sus familias. Hay quienes piensan que en plena pandemia es iluso emprender y hacer negocios sostenibles, que ni siquiera vale la pena el esfuerzo. En la otra cara de la moneda se estampa la imagen dinámica y exitosa de quienes lo han intentado y viven para contarlo.


PLEGÓ LAS ALAS Y PISÓ TIERRA

Podemos mostrar un caso concreto, el de un joven piloto venezolano, con ascendencia italiana, casado y con una historia similar a la de tantos que se vieron paralizados en sus actividades regulares a causa de los estragos del Covid-19. Su avión está parado y su revista –edita una temática centrada en la aviación- también, pero la responsabilidad para con su familia y consigo mismo no se detenía. Debía producir, no vegetar mientras esperaba el fin de una pandemia que aún no se ve claro en el horizonte. Y decidió hacer algo. Lo relata de esta manera:

“Tengo el café en el ADN. En mi familia, de sangre italiana, el café es religión. Tuve ocasión de estudiar un tiempo allá y, entre clase y clase, el expresso era obligado. A veces, tomaba hasta 8 al día. No es muy bueno para la salud exagerar pero en Italia el expresso es una razón de vida. En Venezuela hay muy buen café, pero disfrutar un expresso a la manera de Italia es difícil. Así que decidí que tendría un lugar para ofrecerlo al público”.

Las dificultades para cambiar de ramo, sin advertencias, sin previsiones y casi sin tiempo son muchas, sobre todo en una Venezuela que ya venía deprimida económicamente y viviendo una emergencia humanitaria compleja. Pero eso no lo amilanó. En primer lugar, optó por algo que le gustara para asegurarse de hacer las cosas con empeño y mantener el entusiasmo arriba. Y comenzó con lo que venía rondando su mente desde hacía tiempo, algo completamente diferente a lo que venía haciendo. Plegó las alas y pisó tierra. Lo obsesionaba poner un lugar donde se trabajara el grano de café italiano, muy distinto al venezolano. Que tuviera la formulación, la receta, la temperatura, la tostadura adecuadas. Con eso como norte y en plena pandemia, comenzó las gestiones para su nuevo negocio.


DIOS CAMINA CON NOSOTROS

Ayuda un poco que en Venezuela, mientras cierran restaurantes, abren cafés. Los cafés son sitios para compartir, pasarla bien conversando y sin necesidad de gastar mucho. Eso también lo vio Enrique Perrella, quien contó su aventura comercial:

“No sabía cuándo iba a comenzar a volar de nuevo y le comenté a mi esposa que debíamos hacer algo, buscar un plan B. Entré en internet y revisé si existían locales disponibles en la zona donde vivimos y apareció uno que, ese mismo día, habían puesto en el mercado. Todo se fue dando. Dios nos fue poniendo en el camino estos regalitos pues, además, conseguimos una oficina un piso más arriba en ese mismo edificio. Así que en planta baja tenemos el café y en el primer piso la oficina”.

El local estaba completamente demolido pues allí pensaban colocar otro negocio, de manera que resultó una ventaja el ubicar un lugar en donde, sin tener que demoler, pudieran edificar un proyecto desde cero. Hicieron contacto con unos jóvenes como ellos, arquitectos vanguardistas, tecnológicos y muy diligentes; le explicaron la idea de café que querían, globalizado pero con una esencia italiana donde pudieran ofrecer el mejor café italiano de Venezuela. Indicaron cómo pensaban que debía ser servido, hasta el tipo de taza que se usa en Italia para beberlo. En menos de tres semanas tenían el diseño listo. Se movieron rápido, como el expresso. En dos meses más pusieron la primera piedra y entre mayo y el 25 de noviembre del 2020 ya tenían todo listo.



“Uno siente que está en Europa –dice uno que ha vivido la experiencia- hay una nota vintage muy moderna y acogedora”. Se sirven desayunos y almuerzos. Se llama Nerano café y allí han abierto la posibilidad de acoger a quienes deseen trabajar en el café, disponen de excelente servicio de internet y hasta un espacio de lectura ofrecen su comodas butacas. "Es un lugar diferente –describe- muy ameno, en un rinconcito de los bajos de un edificio céntrico en pleno Este de la ciudad, lo que hace que las personas se sientan más tranquilas con posibilidad de trabajar en el ordenador toda una mañana sin molestias ni interrupciones, sólo para un café, un té o una foccacia o panini para quien lo requiera”. Toda una experiencia liberadora para el habitante de una ciudad como Caracas que pasó de ser “La sucursal del Cielo” a una de las urbes más violentas del planeta.


UNA MONTAÑA RUSA DE NERVIOS

No todo el mundo, así disponga de recursos –y tal vez por ello menos- está dispuesto a invertir en un país tan riesgoso y en un tiempo tan turbulento como el de pandemia, donde más bien los negocios quiebran y los puestos de trabajo se pierden. Lo que hacen estos jóvenes es, por decir lo menos, admirable. Y no faltan las dificultades. Emocionalmente es complejo arriesgar. Enrique dice: "La pandemia fue una montaña rusa de sensaciones, de nervios".

"Para mí, volar es sinónimo de felicidad y ya llevo un año sin hacerlo. Mayo fue un mes de mucha incertidumbre, de mucha angustia. El proceso me ayudó a mantenerme distraído. No sólo arreglamos el local, también hice un curso en Estados Unidos para especializarme en el área de mi emprendimiento pues sé volar un avión y manejar una revista pero no tenía idea de cómo manejar un restaurante. Fue un curso de 5 meses lo que me mantuvo distraído, motivado y mis nervios bajo control. La pandemia puede deprimir mucho y eso me ayudó a sortear ese escollo adicional", agrega.

Buscaron asesoría con abogados, contadores y especialistas en el área de papeleo en Venezuela, lo cual es sumamente engorroso. Fueron pasando los días, enfrentamos dificultades, sobre todo el gran problema de moverse de un lado a otro a causa de las fallas en el suministro de gasolina. Igualmente lo es para los obreros. La diferencias inflacionarias en los precios del material de construcción. Igualmente los suministros se complican en un país donde falta todo. “No obstante –dice Enrique con satisfacción- para mí fue una experiencia única. Nunca había construido algo y, al final, terminé yo encargado de la construcción pues los arquitectos viven en la isla de Margarita y se les complicaba trasladarse a Caracas a cada rato. Para ellos fue otro reto pues fue su primer proyecto a distancia”.


DE NAPOLI A CARACAS

Traen el café desde Italia. Napoli es la cuna del café expresso y buscaban autenticidad. No algo que artificialmente supiera a Napoli, sino traer Napoli a Caracas. “Eso no es más que 7 gramos de café en 20 o 25 mililitros de agua, servidos a una temperatura, a una presión específica y en una máquina que sea especial para ello. Nuestro café es genuino italiano. He descubierto que, si bien en Venezuela hay una oferta infinita de café, no hay café italiano. Quienes han venido a probar nuestro café se percatan, de inmediato y sin nosotros anunciarlo, de que se trata de verdadero café italiano”.

Vale decir que la inmigración italiana en Venezuela es una de las más numerosas y antiguas. Han hecho país y formado paladares. Un café italiano es destino diario para tantos en Venezuela que aprecian el buen café y los aperitivos y platos con sabor a Italia. En Venezuela, siempre fue difícil el quiebre de un negocio, bien llevado, de esas características. Tienen una línea de desayunos donde se entremezclan lo criollo con lo italiano. Un pan marrón hecho de cacao venezolano coexiste armoniosamente con el italiano que tiene miel, melaza y avena. Inventaron elaborar la deliciosa cachapa venezolana a base de maíz, en versión mini y con el queso dentro, rellena, en lugar de fuera como tradicionalmente se sirve. “Es el tercer producto más vendido hasta ahora”, precisa Enrique.


SIN RECETA PERO CON AMABILIDAD

Enrique aclara que no puede dar recetas para el éxito porque llevan muy poco tiempo en el mercado. “Pero, como decía mi abuelita, el ojo del amo engorda el ganado y hay que estar encima del negocio, allí todo el día, al tanto del movimiento del día a día para poder entenderlo y atender a tus clientes. Yo pensaba que el negocio sería de entrar, comprar y salir, una especie de delivery. No obstante, las personas entran al local, se sientan y se quedan. Les gusta sentirse cómodos y estar allí un buen rato, que los consientan”.

Hicieron una certificación, previa a la apertura, de cómo manejar los protocolos de bioseguridad, los cuales se observan al pie de la letra en Nerano café. Una señora le dijo: “Los venezolanos queremos que nos consientan, no queremos que nos traten mal. Y es que, en verdad, a nosotros los venezolanos nos han dado muy duro últimamente, expuestos todo el tiempo a que nos traten mal. En función del cariño por el trabajo y por la gente fue que seleccionamos al personal que nos acompaña”.



Y les sonó la flauta. No ha sido “un tiro al piso”, como llamamos acá a las cosas fáciles, pero han conseguido un rinconcito donde la gente se siente bien y segura, algo muy difícil de lograr en una Venezuela donde hasta sacar un pasaporte es tarea titánica. La desesperanza, es cierto, se ha instalado en buena parte del país. Pero estos jóvenes emprendedores nos permiten avizorar una Venezuela que no ha claudicado y que nos prefigura el país entusiasta, esforzado y exitoso que puede volver a ser.

Aleteia








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