El legado de un profeta moderno
Identidad 13/10/2019 05:00 am         


Antonio Pasquali colocó la mira en la ética de la comunicación y la responsabilidad social del comunicador



Referente para los estudios de comunicación en el continente, Antonio Pasquali colocó la mira en la ética de la comunicación y la responsabilidad social del comunicador. Fue famosa la sentencia sobre sí mismo: “Prefiero una y mil veces vivir disparado al futuro, y en lugar de encanallarme zapando la huerta de los recuerdos o llenando álbumes de fotos, responsabilizarme a tiempo pleno del mundo que dejaré a mis sucesores”. Un proyecto, por decir lo menos, reflejo de su alma generosa.

Todos lloran su desaparición pues su prédica fue lo más preclaro y profundo que resonó en el ámbito comunicacional. Casi un profeta, se desempeñó como profesor universitario y director de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. El que se nos fue, en momentos en que era más vigente que nunca, era un referente fundamental para los estudiosos de la comunicación en la América Latina. A Pasquali se le atribuye la fundación de la Comunicología como una ciencia social en el país. Sus recientes ensayos han sido calificados como “la puesta al día de la más sostenida y densa reflexión latinoamericana sobre la comunicación”.

El intelectual creó en los años 70 el Instituto de Investigación de la Comunicación Ininco -1958- de la UCV, un espacio en constante actualización y divulgación de conocimiento que hoy desafía a la crisis y a los intentos del gobierno por silenciar los datos sobre la libertad de expresión en el país. También hacen circular el Anuario ININCO/Investigaciones de la Comunicación que sale a luz en el año 1988, y de manera ininterrumpida lo hace hasta hoy en día, posicionándose así como una revista científica de alto nivel y reputación en los estudios de la comunicación social en Venezuela e Iberoamérica.

El primer propósito de esta publicación es dar testimonio de las investigaciones que se realizan en el instituto. Sin embargo, siempre con la intención de contribuir con la reflexión fecunda sobre la sociedad, el Anuario Ininco/Investigaciones de la Comunicación acoge también las contribuciones de investigadores nacionales y extranjeros.

Fue el autor del mítico libro Comunicación y Cultura de masas, publicado hace más de cincuenta años, en el que planteó que la comunicación no es solo un problema de los medios, sino de la sociedad. En París realizó el doctorado de Filosofía, luego cursó varias especializaciones en las universidades de Cambridge y Oxford. En los años 80 ocupó el cargo de Subdirector General del sector Comunicaciones en la Unesco. Y en los 90, constituyó el Comité para una Radio y Televisión de Servicio Público con nuevas propuestas adaptadas a las realidades del momento.


“LA COMUNICACIÓN QUE INCOMUNICA”
Fue un duro crítico con los contenidos de los medios, en especial de la televisión, por anteponer el interés económico por encima del servicio que deben prestar a la sociedad. Así, el filósofo colocaba la mira en la ética de la comunicación, y la responsabilidad social del comunicador. Denunció por años la “comunicación que incomunicaba”, a través de una especie de adoctrinamiento ideológico, por parte de los gobiernos, o comercial, por los oligopolios mediáticos. Pero es su obra “Comunicación y Cultura de Masas” un clásico editado en 1963, la que ha sido referencia permanente para generaciones de comunicadores sociales en América Latina


DE ROVATO A PAPARO DE BARLOVENTO
Antonio Arnaldo Pasquali Greco nació el 20 de junio de 1929 en Rovato, un poblado pedemontano del norte de Italia, en Lombardía Llegó a Venezuela teniendo 19 años de edad -18 de febrero de 1948- y entró por Paparo de Barlovento, una de las poblaciones más típicas de la costa mirandina.

Cuando le preguntaron acerca de la nostalgia que podría sentir por Italia, contestó: “No tengo grabada ninguna imagen particular de país natal y abandonado, y le diré de una vez -desde luego mi vida de viajero, en gran parte profesional, me ayudó a banalizar los lugares-, que entre los valores que cultivo en medida mínima o nula están la añoranza y la nostalgia topográficas, esa saudade decimonónica hoy obsolescente y como esterilizada por la omnipresencia de lo icónico, la telefonía, los jets e internet”.

Tan venezolano fue y se sintió que confesaba tener pocos signos de italianidad subsistentes: “Tal vez en los muebles y decorado del apartamento, o en la necesidad de cultivar algún pequeño lujo inútil pero gratificante, o el Renacimiento como referente permanente”. Su padre no era muy religioso pero lo inscribió en el salesiano Liceo San José de Los Teques por ser un excelente colegio. Allí, su primera formación estuvo a cargo del gran Padre Ojeda, reconocido y admirado por medio país.

Su interés por la comunicación apareció temprano “El hecho comunicante -hoy lo sabemos con cierta claridad- es la relación ontológica fundamental sin la cual ningún plexo social puede constituirse: sin saber del otro no hay sociabilidad, ni habría perfeccionado el cerebro una de sus cuatro funciones capitales, la de producir lenguajes”, dijo en una entrevista de prensa en Caracas. Durante un cuarto de siglo fue titular de la cátedra de Filosofía Moral y, simultáneamente, fundador de los Estudios de Teoría de la Comunicación en la Escuela de Comunicación Social y creé además el Centro Audiovisual del Ministerio de Educación.


LA NORMA MORAL, IRRENUNCIABLE
Podría parecer una especie de doble vida eso de abarcar ambas disciplinas, pero él argumentaba: “No hay tal doble vida, menos aún ínfulas de abarcar mucho. Desde que me profesionalicé en ambas disciplinas, supe que no había en ello la menor contradicción o incongruencia: reflexionar sobre las normas que rigen la praxis y sobre el hecho comunicante es enfocar desde dos ángulos distintos un solo y mismo hecho, la humana relacionalidad. La norma moral -lo único realmente irrenuncialbe, decía Descartes- rige nuestras relaciones con el Otro, y por eso el filósofo más grande de la humanidad, Platón, sentenció que la virtud moral suprema es Díke o la Justicia, una virtud relacional”.


“ÉL ME ESTÁ LEYENDO”
Pasquali fue padre de una familia numerosa y abuelo realizado, como él mismo declaraba. En 1954 se casó con Lucrecia Toledo Mogollón, con quien permaneció unido por los siguientes 21 años. Con ella tiene a sus primeros cuatro hijos. Para el año de 1981, contrae nuevas nupcias con Luisa Rondón Tarchetti quien le da el quinto. Perdió a uno de sus hijos mayores, de una enfermedad incurable. “Una crueldad casi insoportable, prefiero no hablar de eso, él me está leyendo. Drama aparte, soy un padre y un abuelo realizado y satisfecho. Mis cuatro hijos y mis cinco nietos son gente no problem, sólida, exitosa y sensata, de todos ellos estoy orgulloso. Cuando mi primera nieta violinista, me toca una partita de Bach, siento que la vida, pese a todo, ha sido bien generosa conmigo”.

Rendía homenaje a quien consideraba “todo un símbolo aún válido del moderno humanismo: escribía en griego, latín y vulgar, llegó a insultar de persona a uno de los omnipotentes papas de la época, Pablo II, por algo que consideraba injusto y lo pagó con tortura y un año de cárcel en el Castillo de San Angel, pero su ingenio era tal que el sucesor Sixto IV le confió el encargo más prestigioso de su época: prefecto de la Biblioteca Vaticana”.


HALLACAS DE LANGOSTA
Se definía como un chef ocasional pero esa exquisitez de rellenar el plato navideño con langosta era un intento más de su eterna lucha contra el sobrepeso. Privilegiaba la repostería, “el capítulo más moderno de la cocina, y más específicamente la del chocolate. Amar el chocolate y vivir en Venezuela es algo así como estar instalados en el Edén, en el jardín de las Hespérides, en el Shalimar de su propio placer”.


DECIDIDAMENTE OPTIMISTA SOBRE VENEZUELA
Era optimista sobre el destino del país. Resaltaba cómo en Venezuela se acumulan absolutamente todos los «fundamentales», como dirían los banqueros, para ser la Suecia de Suramérica y hasta más: inmensos recursos del primario, inmensa producción de energía, inmensos caudales hídricos, inmensas reservas de biodiversidad, clima benigno. “Siento que Venezuela – decía- volverá a ser un país de buena referencia en América Latina. Tenemos más universitarios por mil habitantes que Francia”… Reconocía el problema político pero el país “afianzado en una bonanza petrolero-tributaria sin precedentes, terminará por vaciarse de contenido pero nos habrá permitido alcanzar un estado superior de madurez, en que podamos pasar a la síntesis de muchas componentes de la nacionalidad”.

“Demos gracias a Dios por esas tecnologías que -pese a su invención de abreviaturas, emoticones, etc.- han venido a reforzar el escribir y el leer, muy seriamente amenazados por lo icónico. Pudiera parecer una actitud estúpidamente conservadora, y no es así… La preponderancia de lo icónico en nuestra civilización está engendrando irracionalidad, sensorialidad y superficialidad, luego explotada por dictadores y manipuladores de toda laya, lo que lleva a considerar bienvenidas las tecnologías que refuerzan el uso de la palabra, la lectura y la escritura”.

Se hace una pregunta pertinente ante la expansión exponencial y ya algo inquietante de las computadoras masivamente inteligentes que ya llegó al equivalente de un millardo de neuronas cerebrales -nuestro cerebro contiene cien millardos-, pero que antes de mediados de siglo alcanzará una inimaginable potencia de cálculo. “¿Qué pasará de ahí en adelante? ¿Se cumplirá la profecía de quienes aseguran que la inteligencia emigrará totalmente de nuestra materia gris hacia el escaparate de giga-computadoras autosuficientes, las cuales comenzarán a percibirnos como subdesarrollados estorbosos? ¿Llegarán ellas finalmente al asesinato y a la freudiana totemización de su padre el hombre?”


PAÍS Y NACIÓN, ¿CONCEPTOS NOSTÁLGICOS?
Reflexiona acerca del tránsito hacia un reordenamiento del mundo impuesto, no ya por ideologías o religiones, sino por sucesivas revoluciones tecnológicas y por una racionalización económica elevada a niveles delirantes y despiadados.

De receptora pura, Latinoamérica es hoy proveedora de emigrantes, razona. Los conceptos de país o nación, claro, han entrado en crisis; siendo hoy el primer valor en absoluto la calidad de vida, la gente tiende a desplazarse donde se la aseguran. “Pero yo me cuidaría –aconseja- de dar por despachadas las nociones de país o nación, creo que a los pequeños no nos conviene. Esa invitación a darlas por obsoletas viene generalmente de los imperios hacia nosotros; ellos, los imperios, ni sueñan con abandonarlas… aunque no cabe duda de que vamos aceleradamente hacia una visión integrada del hombre que enviará a la chatarra semántica nociones como las de inmigrante y emigrante, reservándolas tal vez para quienes emigren a estaciones cósmicas…”

En el 2002, su Alma Mater, la Universidad Central de Venezuela le otorga en Doctorado Honoris Causa. Publicará ese mismo año Del Futuro. Hechos, Reflexiones, Estrategias, una incursión en el concepto de futuro y los argumentos que debe aportar el humanismo para combatir la destrucción ambiental y reformar el orden mundial actual. En 2005 recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Católica Cecilio Acosta y este mismo año publica: 18 Ensayos sobre comunicaciones, volumen donde reúne conferencias, ensayos, análisis y artículos que habían sido publicados en su mayoría en el exterior y considerada por su prologuista, Teodoro Petkoff(*), como “la puesta al día de la más sostenida y densa reflexión latinoamericana sobre la comunicación”. Recibe en junio del 2009 la Orden Andrés Bello de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas, Venezuela.

Hasta hace poco, Antonio Pasquali transitaba por las caóticas calles de Caracas en una motoneta Vespa y era sumamente activo en la vida cultural y política del país. En años recientes fue entrevistado y citado numerosas veces gracias a sus palabras contra el posible cierre del canal de televisión privado Globovisión y las numerosas denuncias contra la manera como el actual Gobierno maneja los medios de comunicación pública.
Vivió sus últimas décadas en Caracas, aunque fue un viajero empedernido. Para el momento de desatarse la enfermedad que finalmente le causara la muerte se encontraba de vacaciones en Cambrils (Cataluña, España) visitando a sus hijas Paola y Carlota, residentes en ese pueblo marinero catalán. A sus 90 años murió de insuficiencia respiratoria en el Hospital Sant Joan de Reus.







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