Información veraz: periodistas avasallados, Gandhi desairado
Identidad 14/10/2019 10:00 am         


Otra ilegal deportación que atenta contra la libertad de expresión y el debate plural de las ideas



Casi casi como el sofá de los infieles, el periodista, por su empeño en aproximarse a la verdad —per se esquiva—, y ser su mensajero, suele ser el objetivo. Pum. Y más pum mientras menos plural el poder que, para perpetuarse, intenta blindarse contra los indiscretos por medio de artilugios nada republicanos como la neolegua, la posverdad, las leyes mordaza y esa ocurrencia totalizadora y totalitaria que es la hegemonía comunicacional; un oxímoron. La frase que espetó el fundador del régimen de carencias y desmanes es el punto de partida: “Los medios de comunicación son enemigos de la revolución”.

Al rozarla, la verdad, al tenerla en las manos, esperanzadora o papa caliente, los que aman —amamos— el ejercicio de arqueología y narración —la compulsividad es una trampa del tiempo—, confrontarán la propia subjetividad; pero lo más complicado será vérselas con el fajo de normas que han encorsetado más y más la libertad de expresión, que no es un antojo burgués sino un derecho humano universal, y con aquellos que las imponen. Los mismos que prefieren guardar el polvo bajo las alfombras y adoran los espejos falsos y la impunidad, los mismos que arrebatan cámaras, interrumpen entrevistas cuando las preguntas les incomodan, los que hacen pum. En Venezuela los colegas van con chalecos antibalas, y no están del todo a salvo.

El profesor Antonio Pasquali, hasta su último día, estudió el oficio con el olfato típico del comunicador, ese que descubre lo que huele mal en Dinamarca y aquí. Sus sesudas investigaciones las compiló en indispensables libros —se consiguen pero cada vez es más cuesta arriba editar, el control a veces es tajante, a veces socarrón— en los que recoge el largo y sobre todo vergonzoso inventario de atropellos que ostenta a Venezuela. Censura, autocensura, controles y penalizaciones antediluvianas —en el mundo la tendencia es a la flexibilización de las ordenanzas en materia de comunicación y aquí se ofrece de nuevo la cárcel— medios cerrados, otros medio abiertos, prisión, heridos, muertes. Tanto la SIP como Ipys, Reporteros Sin Fronteras o los gremios locales coinciden con el diagnóstico del comunicólogo: no hay otra intención más que el silencio. Que la voz única. Hace rato están encendidas las alarmas.

Un breve repaso de estos años da cuenta de las 1.656 horas de animador que acumuló el comandante galáctico en el show Aló presidente, o sea, los 69 días seguidos de verbosidad, cuyas filípicas están contenidas en 2.334 cadenas —el mandamás que más ha hablado, después de Castro; así se yerra— cifras a las se suman otras ya no inquietantes sino aterradoras: un centenar de periódicos descabezados que han tenido que desplazarse al formato digital, así como las más de 50 radioemisoras vendidas o silenciadas. Los no pocos canales de televisión extranjeros que han sido sacados de la grilla de la televisión por cable, Noticias 24 y CNN. Y la confirmación de que todos los periodistas son blanco.

Hace exactamente un año que Gente de palabra, espacio que conducía Alonso Moleiro, tuvo que salir del aire. César Miguel Rondón también recibió su silletazo. A Jorge Ramos lo sacaron del país y le confiscaron lo grabado —material que luego se filtró por caminos verdes—, Jorge Lanata no pudo pasar de Maiquetía y acaba de recibir el más rotundo “!no!” el periodista británico Jhon Carlin, que al parecer ni se bajó del avión que lo traía al país donde hablaría ¡de paz!. “Setenta por ciento de los medios están en manos privadas”, se quejaba el que baila en las cadenas, otra forma de no comunicación; ¿eso significa que emiten mensajes per sé sesgados? ¿Qué dice el 30 por ciento público? ¿No confunden los que se aferran a la silla estado con partido de gobierno?

Pasquali, valiente y lúcido hasta el último día de sus productivos 90 fue una voz tenaz a favor de una prensa libre y de un proyecto de comunicaciones democrático e inclusivo. Recientemente fallecido quien intentó el proyecto Ratelve quería la articulación no el avasallamiento. A horas de su partida, recibiría el peor homenaje: el desaire al periodista británico escritor del libro Playing with the Enemy —traducido como Factor Humano—, que sirvió de base para la película Invictus. Carlin, ganador del premio Ortega y Gasset, venía a dictar la charla: Mandela y el camino a la paz, retos posibles para Venezuela, que se iba a realizar en el hotel Marriot de Caracas. La tertulia está enmarcada dentro de las actividades que oenegés y colectivos buenos organizan a propósito de los 150 años del nacimiento de Mahatma Gandhi, abogado, político y pensador indio nacido el 2 de octubre de 1869 y conocido por conducir la independencia de la India a través de métodos no violentos. ¿Qué parte no se entendió? ¿Dónde podría estar la amenaza? ¿En la tolerancia?

Flanqueado por los dos celebérrimos nombres de la paz, Mandela y Gandhi, al gobierno le importaron un comino sus buenas intenciones. Que no entraría al país se le dijo y que fuera abortado el plan de la charla sobre resistir sin violencia, lo que hicieron Mandela y Gandhi, líderes que de presos políticos pasaron a ser héroes nacionales, que defendían la tolerancia y la fidelidad a los dictados de la conciencia, y proponían, de ser indispensable, la desobediencia civil. ¿Es eso?

La Ley Orgánica de Telecomunicaciones, aprobada en el año 2000 y reformulada diez años después, establecerá que el Ejecutivo podrá suspender transmisiones cuando “lo juzgue conveniente para los intereses de la nación” o por motivos de “orden público” o “seguridad”, por los que también podrá suspender o revocar licencias. La Ley de Responsabilidad Social Empresarial o Ley Resorte contempla, por su parte, prohibiciones a contenidos “que fomenten la zozobra, desconozcan a las autoridades legítimamente constituidas y promuevan el incumplimiento del ordenamiento jurídico vigente”. ¿Qué tiene que ver el ángulo con las pestañas?

El equipo organizador el Instituto para las Transiciones Integrales explicó que el británico llegó a Venezuela en la tarde y abandonó el país cerca de las 11 de la noche, tras varios intentos inútiles por demostrar a las autoridades migratorias sus razones para querer ingresar. “Encontramos inexplicable esa decisión toda vez que invitamos al Sr. Carlin para promover la importancia de la negociación para resolver conflictos a la luz de su experiencia en Suráfrica y su amistad con Nelson Mándela”, reza el comunicado distribuido en medios y redes.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) condenó la deportación y responsabilizó por ello al Gobierno de Nicolás Maduro. “Otra ilegal deportación que atenta contra la libertad de expresión y el debate plural de las ideas”. John Carlin reveló que se iba a reunir con Jorge Arreaza en Caracas. Hombre que habla español fluidamente, tal vez leyó a Pasquali y coincidirá, sin duda, con que la prensa necesita de la democracia para vivir. Y que aquí el saldo es rojo







VISITA NUESTRAS REDES SOCIALES
© 2024 EnElTapete.com Derechos Reservados