Las Trincheras y el Soldado Díscolo
Identidad 24/11/2019 05:00 am         


Y el chácharo de apellido Chacón tuvo que casarse con Rosa!



En la autopista de Valencia-Puerto Cabello se encuentra el pueblo de “Las Trincheras”, cuyo mayor atractivo son sus aguas termales, de las más ricas en propiedades minerales en el mundo, según los entendidos. Estas aguas termales ya fueron visitadas hace 200 años por el Barón Alejandro Von Humboldt y es en 1889 cuando este centro termal fue fundado. Por lo general, las aguas termales se encuentran a lo largo de líneas de fallas ya que a lo largo del plano de falla pueden introducirse las aguas subterráneas que se calientan al llegar a cierta profundidad y suben después en forma de vapor (que puede condensarse al llegar a la superficie, formando un géiser) o de agua caliente. Son aguas que proceden de capas subterráneas y por ello se encuentran a mayor temperatura. La lluvia penetra en la tierra en grietas o fallas y, al entrar en la profundidad, se calientan. El beneficio que representa el baño en aguas termales es considerable: incrementa la temperatura del cuerpo, acabando con los gérmenes que causan los virus, e incrementa la presión hidrostática, por lo que aumenta la circulación sanguínea y la oxigenación; este incremento en la temperatura contribuye a disolver y eliminar las toxinas del organismo.

En Las Trincheras, estado Carabobo, se encuentran los manantiales que salen del interior de la montaña a 92 grados centígrados, junto con un denso vapor. Sus aguas son clasificadas como pipertermales, bicarbonatadas, sódicas, fluoradas, silíceas, medio mineralizadas y radioactivas no nocivas. Estas características les dan propiedades curativas para afecciones reumáticas, del aparato locomotor, digestivas, respiratorias, del sistema neurovegetativo, de la piel, ginecológicas, antialérgicas y desintoxicantes. Una de las principales atracciones que ofrece Las Trincheras son los hidromasajes, en donde un chorro de agua caliente le ayudará a sentirse como nunca. También posee una piscina de lodo, de efectos muy positivos para la piel.

Juan Vicente Gómez, quien era diabético, gustaba mucho de ir a darse baños en las aguas termales de Las Trincheras, una de las más ricas en propiedades minerales en el mundo. Solía visitar estas aguas termales y las de San Juan de los Morros debido a que su padecimiento de la próstata se mejoraba notablemente al tomar lavados de asiento y las tensiones (hoy estrés) bajaban satisfactoriamente. En Las Trincheras ocurrieron muchos hechos que hoy día son contados como anécdotas.
Esta es una de ellas:
Cuando Cipriano Castro y Gómez -ambos presidentes de facto que ejercían gobiernos de fuerza- resolvieron, a fines de 1890, invadir a Venezuela y derrocar al Presidente Ignacio Andrade, se hicieron acompañar por muchos chácharos (*), andinos armados con fusiles, chopos, escopetas y machetes. A unos tres kilómetros de distancia se desplazaban algunas mujeres, compañeras de esos chácharos, quienes se dedicaban a la preparación de la logística (alimentos, curarlos de cualquier herida y otros menesteres). Uno de esos chácharos, de aproximadamente 22 años de edad, llevaba a su concubina, una mujer llamada Rosa, a quien el general Gómez conocía muy bien porque, de vez en cuando, le preparaba en sus desayunos muy buenas pizcas -caldo reconstituyente que los andinos toman cada día- y arepas andinas que le gustaban mucho.

Transcurrieron algunos años y, estando Gómez en Las Delicias, Maracay, se le presentó aquel chácharo de apellido Chacón, quien ya tenía 52 años. Con todo respeto se dirigió a su general diciéndole: “Mi general yo necesito, por favor, que usted me conceda una audiencia para tratarle un asunto de mi importancia”; a lo que Gómez le contestó mirándole fijo a los ojos: “¡Ajá! Si usted quiere hablar conmigo debe irse a Las Trincheras pasado mañana porque allá voy a estar”. El chácharo, obediente y respetuoso, enseguida se cuadró y le contestó: “Así lo haré mi general benemérito”, y pidió permiso para retirarse. Ese mismo día por la noche Gómez, conversando con su hijo José Vicente en su casa de Maracay, le preguntó: “José Vicente, ¿cuál será el interés de Chacón en verme personalmente?”. Y su hijo, quien era Vicepresidente de la República, le contestó: “¡Papá, Chacón abandonó a Rosa, su mujer y a sus cinco hijos en Caracas porque ahora dizque tiene una novia de la sociedad de la capital, de apellido Siso Alcántara! Y lo que desea Chacón es participarle su matrimonio, ya que usted, cuando se casa uno de sus chácharos que tan fielmente le han servido desde los Andes, les regala una casa”.

Tras escuchar a su hijo y acariciándose los bigotes el viejo zorro ripostó: “¡Ajá!… muy bien, Chacón se casa. Lo esperaré en Las Trincheras”. Efectivamente, a los dos días de estar Gómez en Las Trincheras le anuncian la visita de Chacón y el general contesta: “¡Páselo, no lo haga esperar….!”. Recibe a Chacón de pie e impasible le dice: “Sé que te vas a casar… muchas felicidades, les voy a regalar la mejor casa que tengo en Maracay… pero eso sí, ¡la voy a poner a nombre de Rosa ya que ella se lo merece!”. ¡Y Chacón tuvo que casarse con Rosa!

(*) Los Chácharos eran ejércitos personales de los dictadores, ignorantes y muy leales. En el caso de Gómez, eran guardias andinos como él quienes, atraídos por su gran personalidad, eran capaces de cualquier cosa para complacerlo. Eran temidos y, en Venezuela, su grupo de guardia se conocía con el nombre de “La Sagrada”.







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