Secretos y anécdotas del bolero
Identidad 08/12/2019 07:00 am         


El cronista López Contreras ofrece ahora un conjunto de interesantes explicaciones sobre los títulos de grandes boleros



Eleazar López-Contreras

Considerado como el patrimonio más importante de la música popular latinoamericana, el bolero es objeto de investigaciones y ensayos literarios. El cronista López Contreras ofrece ahora un conjunto de interesantes explicaciones sobre los títulos de grandes boleros


¿Y NO SON OCHO?

Siete notas de amor, de Chago Alvarado, fue un hit de Johnny Albino y su Trío San Juan. Su letra es un curioso acróstico conformado por una octava descendiente de la escala musical: Doquiera que tú vayas/si te acuerdas de mí/la pena que te invade/sol se ha de convertir/fatalidad ya no existe/mi recuerdo será/ resplandor en tus noches/doquiera que tú estés. Lo curioso es que la cuenta no da siete, sino ocho notas de amor.


DAVILITA Y GARDEL

Pedro Ortiz Dávila (Davilita), quien es el autor de “Al paso, camina al paso/no olvides este vaivén”, fue el primero en grabar Lamento borincano. Eso ocurrió en 1930, pero la canción fue escrita en 1929 y, en 1935, le tocó cantarla en la inauguración del Teatro Campoamor, en Puerto Rico. Davilita estaba tan nervioso que se le olvidó la letra que, de por sí, es bastante larga. Más tarde se supo que lo que lo hizo enmudecer y le impidió cantar el famoso bolero es que esa noche, precisamente esa noche, el invitado especial era Carlos Gardel. Fueron tus ojos los que me dieron…


FUERON TUS OJOS

En 1929 Nilo Meléndez, pianista de Xavier Cugat, se enamoró de una rubia de ojos claros que resultó ser Conchita Utrera, a quien le compuso una canción. El pianista le tocó la melodía al propio hermano de la muchacha, el poeta Adolfo Utrera, y le sugirió el tema para la letra. El bolero tardó años en darse a conocer en Latinoamérica hasta que Néstor Chaires la cantó y lo popularizó Xavier Cugat, para luego ser redimensionado por Los Panchos en los años cincuenta. El poeta Utrera se suicidó en Nueva York, pero quedó su letra para Aquellos ojos verdes.


BESOS DE FUEGO

El conocidísimo tango-milonga El choclo (que significa “mazorca de maíz”), que Latinoamérica escuchara cantar en el cine a Libertad Lamarque, pasó a ser el fogoso Kiss of Fire que Georgia Gibbs popularizó en los Estados Unidos en 1952. A instancias de la editora de música Peer International, donde trabajaba (en Nueva York), el compositor dominicano Mario de Jesús tomó el tema de esta versión en inglés y adaptó la letra al castellano. Así nació el famoso Besos de fuego, que fue inmortalizado por la puertorriqueña Carmen Delia Dipiní <<<<, en lo que parece ser el beso más fogoso en la historia discográfica caribeña. En la casa de Salomón Heller, en el Junko.

Country Club, para agasarla, luego que la operó y mejoró el rostro, Carmen Delia, mostrando su habitual humor, dijo que se sentía más atractiva y que, ahora, más que nunca estaba lista para dar y recibir besos de fuego.


LA ÚLTIMA NOCHE QUE PASÉ CONTIGO…

La historia del más famoso bolero de Bobby Collazo se remonta a 1946. El compositor, que se hallaba en México, debía regresar a La Habana. La noche antes, Pedro Vargas le insistió que le dejara unas canciones con el compromiso de que él lo llevaría al aeropuerto personalmente. Con una guitarra que tenía en el apartamento que compartía con Julio Gutiérrez, escribió tres canciones. Una de ellas fue La última noche, que Pedro Vargas grabó inmediatamente. Cuando se dirigía a La Habana, vía Santo Domingo, Bobby Collazo se sorprendió que el bolero se le había adelantado y se popularizaba de forma vertiginosa por todo el Caribe y, luego, por toda América, donde, en 1949, lo cantó en el Luna Park la pareja presidencial: Evita y Juan Domingo Perón.


TRONCO DE PELÓN!

Cierta vez se negó Miguelito Valdés a cantar un bolero que había compuesto Cristina Salarias, una chica de sociedad cuyos contactos habían presionado para que Anselmo Sacases aceptara grabarlo con la Casino de la Playa, entonces era una orquesta de gran popularidad. Listo el arreglo, Miguelito no pudo ser convencido para que cantara el bolero, por lo que esa responsabilidad de recayó sobre Wilfredo de los Reyes. El disco tuvo una enorme aceptación y fue uno de los números más populares de la orquesta durante muchos años, pero en la voz de Walfredo de los Reyes y no de Miguelito Valdés, quien siempre se arrepintió por haber rechazado el bolero, que resultó ser Ojos malvados.


¡QUÉ ENREDO!

Carlos Gardel interpretó Por tus ojos negros en la película Espérame (1932). Alguien identificó este bolero como Ojos negros (“Ochi Chornia”) del ruso Makaroff, cuya autoría, que no tiene nada que ver con el bolero, luego se la atribuyó un alucinante Sindo Garay, alegando que un circo ruso que había visitado Santiago de Cuba alrededor de 1900 le había robado “su” composición.


MÁS BESOS

Bésame mucho fue publicado en 1941 en los Estados Unidos, donde fue un éxito instrumental de Jimmy Dorsey en 1944. El famoso bolero de Consuelo Velázquez (con Bing Crosby en 1941 y con el autor en 1969) es el más grabado y el más conocido y difundido de todos los tiempos, además de ser la pieza latina más interpretada en el cine (Pedro Infante lo grabó y lo cantó en inglés en una película en 1951). En México se filmó otra que llevaba el título del bolero y, en los Estados Unidos, ha sido incluido en no menos de ocho películas. Cuando Bing Crosby lo grabó en inglés, la compositora fue invitada a Hollywood. Curiosamente, Los Beatles grabaron Bésame mucho, no una sino ¡tres veces!, en 1962 (lo cual existe en archivos).


OUI, OUI, OUI

Rafael Hernández compuso el bolero Oui, madame, parte del cual dice: “Entonces, yo le dije, madame/su boca perfumada en champagne…”. El imaginativo compositor se inspiró en un músico suyo. Como el hombre no dominaba el idioma en que le hablaba una francesa con la cual bailaba, en París, éste tan sólo atinaba a contestarle “Oui, madame” a todo lo que ella decía. Este simpático episodio le dio la idea a Rafael Hernández para componer su bolero Oui, madame.


UN ÁNGEL NEGRO Y UNA FLOR

Rita Montaner filmó Angelitos negros en México, en 1946. A lo largo de los años, muchos más artistas grabaron el bolero, entre ellos, la norteamericana Eartha Kitt, que lo hizo en 1950 (al lado de Ces’t si bon). La canción había sido un verdadero caballito de batalla para Antonio Machín durante su larga estancia en España, cuando logró mantener viva la esperanza de los españoles durante la época franquista, en la cual las canciones de Lara y Lecuona penetraban el embargo impuesto por los aliados. Machín obstinadamente negaba la autoría azteca-venezolana de Angelitos negros, cuya letra es parte de un poema del venezolano Andrés Eloy Blanco (Píntame angelitos negros). La música pertenece al mexicano Manuel Álvarez Rentería “Maciste”. Antes de esta exitosa colaboración, el también mexicano Guty Cárdenas (Augusto Cárdenas Pinelo) le había puesto música de bolero a otro poema venezolano, en 1928: Flor, de Juan Antonio Pérez Bonalde.


¿Y QUÉ SIGUE DESPUÉS?

Mario de Jesús tuvo dificultades para completar la letra del bolero Y (“Y que hiciste del amor que me juraste/y que has hecho con los besos que te di/y que excusa puedes darme si fallaste/ y mataste la esperanza que hubo en mí…”). Como cada verso comienza con el pie forzado de esa letra, el compositor se demoró seis angustiosos meses para concebir cada uno de los dieciséis que conforman el bolero.


YO NO HE VISTO A LINDA

“Linda” existió. Era una atractiva dominicana que el compositor Pedro Flores conoció en una gira; como le gustó tanto la envió a esperarlo en su apartamento de Nueva York. La muchacha era sumamente atractiva, por lo que el amigo que debía recibirla desapareció con ella y nadie la vio nunca más. Por eso es que en el famoso bolero, el compositor cuenta que todos los días, menos el domingo, va a ver si el cartero le tiene carta de la niña... Pero Linda nunca le escribió.


PERFIL TROPICAL

A la pequeña pero bien empaquetada María Victoria, la llamaban “la estatua que canta”, por su escultural cuerpo, que siempre mostraba, tentadora y retadora, al presentarse vestida con trajes de lentejuelas muy ceñidos que destacaban su muy provocativa y curvilínea silueta. Haciendo referencia a tan exuberante figura, alguien dijo que ella no sólo tenía dos sino seis dedos de frente… pero a nivel de pecho, y ello, sin entrar en las curvas de fondo. Cuando la exuberante vocalista cantaba, y su sensual estilo, Soy feliz de Juan Bruno Tarraza (Pero es que yo te quiero muuucho/mucho, mucho, muuucho, mucho…), en el Teatro Margot de Ciudad de México, donde alternaba con Pérez Prado, Borolas, las Dolly Sisters, los Hermanos Silva y Luis Arcaraz, el teatro se vino abajo cuando un ocurrente chaparrito del público, a viva voz, le gritó:

“¡María Victoria, canta de perfil!”.







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