Luis Carlos Díaz Vázquez, la paz también va a la cárcel
Opinión 14/03/2019 01:36 pm         


Periodista, comunicador social por la paz, el tuitero más recomendado de habla hispana...es Luis Carlos Díaz Vázquez



Un triste, o más bien, trágico récord de oscuridad, cinco días y contando, pone al país en jaque: la luz bombea el servicio hídrico que no llega por gravedad, es decir, se extingue el suministro de agua. La luz es el vehículo de las comunicaciones, es decir, queda decretado el aislamiento,no se contacta la gente por teléfono fijo o celular o Internet, que laten con electricidad; señales de humo sí, las del incendio en El Cafetal. La luz conecta el sistema financiero, es decir, no hay cómo pagar, o sea, abastecerse, o sea las despensas se agotan. No se puede echar gasolina, es decir, el transporte escasea. La luz es el dinamo de los hospitales donde los médicos operan con la luz de los teléfonos móviles aun con pilas, y operan los aparatos de manera manual –los respiradores artificiales, por ejemplo- en la medida de lo posible. Qué dolor las muertes de los pacientes. De recién nacidos. El miedo sube de nivel, las aguas bajan. La parálisis atenta contra lo tanto que urge.La luz sostiene la cotidianidad, se detiene así todo quehacer. 

El apagón fue interpretado, por el régimen, como “sabotaje” monitoreado de manera cibernética –inducido o teledirigido como el cáncer del líder fallecido de la revolución-, por los cibernéticos desde el quimérico Norte. Los gringos tendrían entre ceja y ceja ¿desacreditar?a quienes desde el poder no rinden cuentas porque desconocen a la Asamblea Nacional y se crearon a medida la entidad paralela, unasin mayoría opositora incómoda. Atentar contra quienes desde Miraflores o Fuerte Tiuna no han hecho el trabajo para el que se les fue encomendado pero no informan, no dan entrevistas. Ya antes ha ocurrido que se culpabilice sin los pelos del burro en la mano. Verbigracia cuando explotó el vehículo que manejaba el fiscal Danilo Anderson: fue la oposición, se dijo a la brevedad. Luego silencio.

Los demócratas en oposición no se extrañan que se culpabilice, nuevamente, al imperioo a otro. Tampoco de que se desconozca que se hayan destinado cien mil millones de dólares para rescatar la infraestructura, modernizarla, ponerla al día con el mantenimiento necesario pero no estén las obras, los frutos, los resultados. ¿Dónde están los reales? Eso sí, nadie pensó que indiciar a un país o un sector sería suficiente. Había que buscar caras, nombres, autores.

Tiempos de oscuridad, con el Guri íngrimo intentando abastecer un país todo, con las estaciones prometidas sin funcionar, una sola de nueve, alguien especializado en redes, un joven que ha puesto su conocimiento en la materia digital al servicio de la paz y los derechos humanos, un estudioso de los procesos modernos desde los cuales puede transmitirse y contagiarse –hacerse viral- la democracia que él exalta a toda costa, un panelista recurrente en foros locales e internacionales, uno que debate con argumentos, inteligencia y mesura es señores el chivo expiatorio. Luis Carlos Vázquez sería ese que hurga en esos derroteros raros. Parece un nerd. Venezuela tendría en él su hombre culposo a lo wikileaks.

Muchos tuiteros escriben frases que son dardos, otros crean ventanas que abren los ojos. Luis Carlos Díaz Vásquez, que ha sido coordinador del área de Comunicación y Redes del Centro Gumilla, comunicador social por la paz, charlista que ha dictado cursos Web 2.0, redes sociales, infociudadanía yciberactivismo –que no es espionaje, nada más expuesto que un tuit-es en cambio un comunicador tan serio como gentil que ha resultado ser el tuitero más recomendado de habla hispana, por su profundidad, ironía, elegancia para decir en pocos caracteres. Él dijo que el blackout comunicacional es una forma de censura y es deliberada la rémora cibernética. El es el sospechoso. 

Este lunes 11 desapareció por 8 horas y luego fue detenido. Colega con pasión y vocación, articulista en Tal Cual y Prodavinci, coprodujo en la red de radios Fe y Alegría el programa A Fondo, sobre pedagogía política, análisis de problemáticas sociales y visibilización del Tercer Sector y ha sido coordinador del Observatorio Global de Medios de Venezuela. Es alguien enterado, que busca y comparte aquello de lo que se entera, y un mirón acucioso, un cazador de verdades, un razonador ecuánime que siempre ve más allá, lejísimo. Un periodista pues.

Preocupado por cómo hacer para que la verdad se sepa desde la objetividad y como hacer, objetivamente, voceros de paz, salía a las 5 de la tarde de la sede de Unión Radio, donde trabaja, cuando fue interceptado –iba en su bici- hasta casa. Nunca llegó. O llegó pero a las 2 de la mañana, esposado, para que fuera testigo del procedimiento que se iniciaba contra él y su esposa, la también periodista Naky Soto, aguardándolo con los pelos de punta.

Por supuesto que tampoco llegó a la guardia en la radio que empezaba de nuevo en jornada especial a las 10 de la noche. La contingencia de sombras lo comprometería con regresar a la estación a la que iría luego de cenar con su pareja, con quien ha hecho videos suculentos, de humor y amor por el país. Luego de que allanaron el domicilio de ambos, y le dieron el cascazo bautismal, revolvieron todo y se hicieron de cuantoartefacto o adminículo tuviera pilas o se enchufara, celus, compus, hasta un T-motion que no tiene nada que ver. ¿De qué se le acusa?

Preso ahora, después de que estuvo desaparecido, fue buscado por hospitales, calles y cárceles, y en todas, vale decir, negaron cualquier procedimiento en su contra. Naky Soto, que atraviesa circunstancias oncológicas, convocó a una concentración en la Fiscalía este martes 12 antes de mediodía y desde que empezó esta trapisonda injusta da la cara y pone su verbo coherente y siempre conmovedor en las brasas de la causa. Cuánta falta hace la luz. Y qué drama y cuánto mal gusto que esta sea perseguida.





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