La discusión sobre si estamos creciendo o no es difícil de concretar porque mucha de la reactivación ocurre en la economía informal, difícil de medir. Sin embargo, podemos ver que los anaqueles están llenos, agroindustrias reportan moderado crecimiento, los tickets promedio de los supermercados aumentando, más autos circulando, el “Black Friday” fue la locura y vemos a los “Bodegones” abarrotados; por ahora.
Sin embargo, el bodegón es la versión extrema e innecesaria de una política de reabastecimiento basada en la liberación de precios, liberación del cambio y de la circulación de múltiples divisas y en la integración del cambio controlado con el paralelo. Pero, la minimización de aranceles en bienes de consumo no era necesaria porque esos bienes no se encarecen por el pago de aranceles sino por la inflación que genera la emisión incontrolada de liquidez para pagar las cuentas del Estado.
Las importaciones de bienes de consumo masivo y de ciertos insumos deben ser sustituidas por producción nacional si es que este gobierno quiere bajar la inflación y, con ello, rescatar algo de la conexión que ha perdido con el pueblo. Para bajar la inflación, subir el empleo y el salario real se necesita complementar la política de abastecimiento con una de producción. Lo que hemos visto es superficial o “pan y circo”. El consumo basado en importaciones es insostenible.
La recuperación real y sostenible se basa en la producción. Esto significa confiar y convocar a la empresa privada para que invierta, genere empleos, produzca y exporte; así lo hizo Deng Xiao Ping, el sucesor de Mao en la China Comunista. Discretamente, el gobierno también está promoviendo la inversión devolviendo propiedades expropiadas, subcontratando la producción petrolera, alquilando o vendiendo, total o parcialmente, hoteles y plantas y liberó los precios y el cambio. Pero esta “mano derecha” del gobierno parece que se topa con una “mano izquierda” que frena el esfuerzo reactivador: el encaje bancario, el cual ya liquidó el crédito y promete liquidar a la banca y a la empresa privada. ¡Decídanse, antes de que terminen de acabar con el pueblo también!