Lo ocurrido posteriormente con la presencia de 100 diputados que se vieron obligados a reunirse fuera de su recinto natural, como lo es el Palacio legislativo, donde se escogió una junta directiva ratificando al diputado Juan Guaidó como su presidente, demostró que las medidas tomadas por los que ejercen el poder fueron antagónicas al equilibrio de poderes y contrarias a lo establecido en la Constitución, por lo que se demostró que la minoría parlamentaria oficial solo pretendió a través de prácticas reñidas con el decoro parlamentario, desconocer la voluntad soberana del pueblo que escogió a una Asamblea Nacional con una mayoría absoluta contraria al modelo que desde hace más de 20 años nos gobierna.

Lo preocupante es lo que se observa, ya que a pesar de la derrota recibida se insiste en pretender imponer la junta directiva que no pudo ser electa al no contar con los votos necesarios y a la vez no aceptar ni acatar la directiva electa con más del número de diputados requeridos, para convalidar las nuevas autoridades de la Asamblea Nacional. Los pronunciamientos de las instituciones más representativas del país como: la Conferencia Episcopal, Universidades, Fedecámaras, etc. ratifica el apoyo nacional a esta junta directiva electa de la Asamblea Nacional, la cual según analistas de opinión pública supera el 75% de aprobación de la ciudadanía. Lo mismo sucede con casi todos los países del continente y de la comunidad europea. Razones que obligan al acatamiento de la elección por la mayoría calificada de diputados y por lo tanto permitir que la Asamblea Nacional asuma su pleno funcionamiento tal como lo establece la Constitución Nacional.