Hace poco una nota de Bernardo De Miguel, en elpais.es  planteaba que la primera escisión en la historia del club obligaba a los 27 socios restantes a plantearse la viabilidad de su modelo de convivencia política. Que coincidía con un momento marcado por un repliegue nacionalista en buena parte de la opinión pública y una falta de entusiasmo en varias capitales europeas por seguir adelante con el mayor ejercicio de integración política de la historia. Se preguntaba si el Brexit sería el final de una relación turbulenta, o el principio de una disgregación con un inquietante destino: el sistema de naciones rivales que sembró de muerte el continente europeo durante siglos.

El Coronavirus

Hoy casi todos los analistas coinciden en que el Coronavirus es tanto o más una emergencia económica como de salud. 

Lo que también ha resultado ser, es una prueba de esfuerzo para la Unión Europea. La UE enfrenta quizás la peor crisis de su historia. Está obligada a buscar soluciones para ayudar tanto a las familias como a las empresas, lo que es especialmente un problema mucho más crítico para unos países que para otros. La UE se debate hoy en un fuerte enfrentamiento de posiciones porque, como siempre, el tema se resume en los costos y la distribución de la carga. 

El Consejo Extraordinario

El Consejo Extraordinario entre los jefes de estado europeos del jueves pasado fracasó. La videoconferencia no logró un consenso. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, exigió soluciones en los próximos 10 días. El primer ministro español, Pedro Sánchez, dijo que el acuerdo que se propuso era "inaceptable". Emmanuel Macron, el presidente de Francia, aunque con un tono más conciliador, coincidía.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a la izquierda, habla con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la pantalla a la derecha, después de una cumbre de la UE por video conferencia, el jueves 26 de marzo de 2020. Foto: www.wiproud.com.   

Italia, España y el «Grupo Nueve»

Un grupo 9 países de la UE pide compartir la deuda, y por lo tanto los riesgos, a través de la emisión de los denominados Eurobonos (o Coronabonos), para financiar las medidas extraordinarias para apoyar a lfamilias y empresas en esta crisis. Entre estos países están los más afectados por Covid-19. En este grupo están: Italia, España, Portugal, Grecia, Francia, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo y Eslovenia. En su mayoría países con las cuentas públicas más frágiles

Alemania, Holanda, Austria y Finlandia 

Los países más vocales del otro lado, Alemania, Holanda, Austria y Finlandia, se oponen a cualquier medida adicional después de la suspensión temporal del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, PEC, acordada el último 20 de marzo. El PEC es un acuerdo entre los Estados miembros de la Unión Europea en relación con su política fiscal. Fue adoptado para asegurarse que el euro sería protegido con la continuación de la disciplina fiscal que se había establecido. El PEC se basa en el riguroso seguimiento de criterios que rigen la estabilidad de precios, de las finanzas gubernamentales, de los tipos de cambio y de las tasas de interés

La suspensión del PEC fue una medida prácticamente inevitable. Ante el Covid-19 los países de la UE están frente a retos económicos significativos, inéditos y de consecuencias todavía impredecibles, que seguramente generarán disminuciones de sus ingresos y aumentos de los gastos públicos.

Así las cosas, la estabilidad y el crecimiento, por el momento, han quedado más como una meta, una declaración de principios.

Los Coronabonos

Hoy en día, cada país se financia mediante la emisión de bonos del gobierno con diferentes vencimientos, con distintas tasas, según sea el perfil de riesgo de cada pais. Estas tasas determinan lo que cada país paga a los inversionistas. Los eurobonos, nunca utilizados hasta ahora, serían valores de la UE. Emitidos por la UE. El perfil de riesgo, entonces, se referiría a toda la UE y no a países individuales. Por lo que, los países más débiles, con mayor perfil de riesgo, se beneficiarían más de unos eurobonos que países como Alemania, los Países Bajos, Austria y Finlandia. Cuando se trata de emisiones por cientos de miles de millones de euros, un 1% de aumento en el costo de la deuda significa mucho para estos paises. 

La canciller alemana, Angela Merkel, rechazó la solicitud de los eurobonos que hizo el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, así como la versión más suave del presidente francés, Emmanuel Macron, de los "Bonos de Recuperación Europea", unos bonos comunitarios, que se utilizarían solo para la emergencia del Covid-19, para financiar el patrimonio y la recuperación de la economía. 

Los alemanes prefieren usar el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), también conocido como el Fondo de Rescate. Esta posición es fácil de entender desde su punto de vista. El acceso a la asistencia financiera del MEDE se ofrece bajo las condiciones de un acuerdo político para un programa de ajuste macroeconómico y un análisis de la sostenibilidad de la deuda pública, realizado en conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE). El país que recibe los fondos se estaría comprometiendo a reformas fiscales y medidas de austeridad. Particularmente impopulares entre los países del Grupo Nueve y sus gobiernos.

El primer ministro holandés, Mark Rutte, y los cancilleres de Austria, Sebastian Kurz, y de Alemania, insisten en la necesidad de vincular las líneas de crédito con compromisos específicos. Pero el Grupo Nueve rechaza cualquier restricción; también rechaza cualquier forma de condicionalidad, incluso una versión light, como la de Macron.

Desde lejos estas posiciones se ven difíciles de conciliar. Para unos y otros parecen contrarias a sus principios. Para unos, serían económicamente inconvenientes. Para otros, serían ecnómicamente complicadas. Para otros más, sería un punto de honor. Y honor y economía son duros de conciliar.