Pájaro de mal Agüero
Política 29/04/2020 07:00 am         


Dicen que el tiempo de Dios es perfecto



Por Egildo Luján Nava


Desde que cada niño inicia su proceso formativo en el colegio, recibiendo aprendizaje y el interminable proceso de la convivencia social, se produce el desprendimiento del cascarón familiar, pero también el de la cordialización y el del eternamente inconcluso de la relación humana con los compañeros de entorno. Se trata, en fin, de una relación de ida y venida que no tiene término, por lo que dura toda la vida, en parte, como consecuencia de la propia complejidad del ser humano, y porque el instinto de la sobrevivencia y de la autoprotección es una alternativa de prevalencia en casi todas las acciones del género humano. Sólo que, lamentablemente, es parte de la convivencia, y que se hace cada vez más difícil, en la medida que los intereses y las comodidades del hombre van en aumento, a la vez que le da prioridad a todo lo que sea un objetivo de la conveniencia, como del siempre entorno.

Convivir ofrece la alternativa de la relación humana formada, disciplinada y ajustada al aporte de la información, de la formación y del racionamiento signado por la inteligencia. Y es entonces cuando el trayecto y el avance pasan a ser componentes valiosos de una relación de la que el género humano se vale y se favorece, haciendo posible la práctica de crear instituciones para actuar a través ellas, a la vez que trata de despersonalizar acciones, a la vez que así lo piensa, y lo proyecta cuando expresa que su propósito es el de que las mismas sean siempre por el bien colectivo.

Sin duda alguna, obviamente, esto, a su vez, no va a dejar de ser complicado, al estar ellas integradas por seres humanos. No obstante, la materia prima de la convivencia de lo que se trata es de decisiones, que luego pasan a tener que ser consensuadas o apegadas a reglamentos, como de conceptos o leyes, que luego hacen posible la despersonalización de las decisiones, además de manifestaciones de razonamientos humanos en pro de la justicia, como del bien colectivo.

En Venezuela, curiosamente, este amplio alcance de interpretaciones ha venido siendo deformado, tergiversado y luego pasadas a ser arrastradas por apetencias individuales, finalidades grupales y concepciones interesadas de supuestos promotores de transformaciones. Tanta ha sido la carpintería alrededor de presuntos equilibrios de los interesados, para favorecer a las llamadas víctimas de los menos beneficiados del avance social que, al final, todo ha venido terminando en la aparición de un conglomerado de falsos salvadores, como de una multiplicidad de instituciones oficiales útiles para el asalto, la cremación del escrúpulo y la avalancha de las más inestimables formas de perfeccionar la corrupción y el enriquecimiento como falsa modalidad de vocación de servicio.

Lo que se proyecta ahora, obviamente, es que en nombre de las transformaciones sociales como de presuntos nuevos modelos de avanzada, día a día se multiplica la astucia del nuevo transformador y promotor de los cambios, a la vez que disfrazan acciones de tendencias personalistas dirigidas a beneficiar sus propios intereses. Estos, a su vez, se han confabulado con congéneres de otras latitudes para esquilmar al país en su propio beneficio, y utilizarlo como puente de corruptelas, tráfico de estupefacientes y otros tipos de delitos.

Semejantes falsos líderes son los promotores y responsables de que el país esté arruinado, y que sus ciudadanos se encuentren en estado de miseria y de hambruna generalizada. Y como "al perro flaco, se le pegan todas las pulgas", ahora también le cae el “Virus Chino”, Coronavirus o COVID-19. Una verdadera calamidad que ha paralizado al mundo, incluyendo a Venezuela.

Adicionalmente a éste, está el bloqueo marítimo impuesto por más de 50 países que se sienten perjudicados por las acciones delictivas promovidas o facilitadas por Venezuela, y que además abogan por las tan dolorosas razones humanitarias en defensa del pueblo venezolano, de donde emigraron más de 4 millones de personas, que, en gran parte, ahora se encuentran sin recursos económicos ni posibilidades laborales apropiadas, a la vez que expresan estar atrapadas y viviendo en una precaria situación, al formar parte de la población expuesta a la intemperie y al contagio del COVID-19.

Muchos de estos connacionales, por cierto, han decidido regresar a su Patria, porque no disponen de posibilidades de mantenerse en los países en donde ingresaron hace dos o tres años, y carecen de posibilidades de que las alternativas que les beneficiaron, se mantengan durante los próximos meses.

Dicen que el tiempo de Dios es perfecto. Pero, lamentablemente, los personeros del régimen se resisten a aceptar ninguna alternativa política que haga posible una solución política integral en Venezuela. Rechazan que el tiempo se les acabó y que su propósito de aferrarse al poder, sencillamente, si alguien debe financiarlo es la población nacional.

El consenso (más del 80%) según las encuestas nacionales, está clamando por un cambio. Y aun cuando el régimen carece de algún soporte que haga posible su fortalecimiento político y respaldo internacional, opta por el aprovechamiento estratégico de lo que está planteado para todos los países en Latinoamérica: la administración del hambre, de la falta de producción agroalimentaria, internamente, la escasez de combustible, agua, electricidad y gas, entre muchos otros padecimientos.

Sabe que son factores que no se pueden ignorar, y que la pretensión política norteamericana de convertir sus amenazas en acciones que subestimen a la solidaridad y unidad de lo que deja entrever el respaldo cubano, nicaragüense, chino, ruso y turco, por lo pronto, de poder desvincularse de lo que exige y demanda el proceso comicial de Donald Trump y los suyos.

Hay un incómodo y amenazante bloqueo, además de una amenaza de invasión internacional en el país. Inclusive, internamente, hay quienes dan como un hecho que luce inminente una posible y lamentable explosión social. ¿Y quiénes están decididos y dispuestos a financiar lo que pueda suceder? Al pájaro de mal agüero se le está agotando su ya exigua capacidad para administrar su capacidad de flotar. ¿Qué nuevas condiciones se están esperando? ¿Y cuánto más puede resistir Venezuela, mientras los conductores del régimen insisten en convertir la mentira en una modalidad de resistencia?







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