La Hora Nocturna de Colombia
Política 16/01/2021 08:00 am         


¿Cuál es la Colombia que prevalece más en la mirada coyuntural de nuestros días?



Esta no es una pregunta banal y desinteresada, dada la interesante y compleja discusión que se está dando en los pasillos de la política colombiana

Por Carlos A. Romero


Colombia es un país que se está complicando. A pesar de tener un sistema político estable por más de 60 años, de crecer económicamente y de tener una presencia internacional respetada, las horas de la noche no le hacen favor alguno. Las desapariciones y asesinatos de líderes populares, la polarización política, la presencia de grupos armados y del narcotráfico se juntan en una agenda negativa que también destaca por la presencia de un gobierno como el de Iván Duque, que hace del poder una caravana de errores, con pocos frutos y demasiados altibajos.

Esa Colombia al filo de la media noche no simpatiza con otro país que produce, que tiene un gran acervo cultural, que nos ha dado a García Márquez y a Álvaro Mutis y a políticos como Carlos Lleras Restrepo, Belisario Betancourt y Luis Carlos Galán. A su vez, en el campo empresarial destacan grandes grupos económicos que van más allá del mercado interno y hacen presencia con la empresa privada neogranadina en el exterior. De más está decir, que las universidades colombianas son una cantera permanente de intelectuales, profesionales y docentes de alta calidad.

En este marco nos preguntamos, ¿cuál es la Colombia que prevalece más en la mirada coyuntural de nuestros días? Esta no es una pregunta banal y desinteresada, dada la interesante y compleja discusión que se está dando en los pasillos de la política colombiana. En concreto, se habla de un cambio de época en el país, lo que llevaría a confrontar electoralmente dos miradas diferentes, dos proyectos que hasta hace poco no estaban al mismo nivel.

Recordemos que son tres países diferentes. Uno que recoge las tradiciones conservadoras y liberales que hoy carecen del poderoso molde partidista que les garantizó el manejo de lo que Juan Linz denominó con mucho acierto, una “democracia de caballeros”. Otro, que teje continuamente las tradiciones populistas y de izquierda con la creciente y a veces distorsionada carpeta de apuntes pos-modernos y que están representadas de una manera contradictoria por Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Daniel Quintero y Claudia López. Y un tercer país “de cuyo nombre no quiero acordarme”: la Colombia de la violencia.

Desde luego que no es tan fácil asegurar esa transición cuando permanecen como robles centenarios las imperfecciones de los tratados de paz interna, las movilizaciones guerrilleras, los grupos violentos, el narcotráfico y una economía informal que se pasea por todos los rincones del territorio nacional. A estos actores no les importa saber que se juega dentro de las paredes de los edificios públicos de Bogotá, de Medellín y de Barranquilla. Están en otra cosa.

En la fría y peligrosa madrugada del país, Colombia se prepara para un escenario bien difícil este período que comienza. Cabe observar lo que pasó el año pasado con el Covid-19 y otras cosas, para proyectar un escenario nada fácil y que por lo tanto generará muchas incertidumbres, malos momentos y poca luz, en medio de una intensa lucha entre esas fracciones nacionales y locales que no se reconocen mutuamente y que andan transitando sin la precaución debida.









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