La calle tiene el poder
Política Identidad 22/01/2019 12:54 pm         


Enero contiene la fecha icónica que marca el inicio de la democracia, patrón que entraña nuestro ADN como código de identidad..



Escenario dilecto de la Historia, lugar donde se manifiesta, la calle puede ser atrio para la barbarie —en los postes de calles y plazas las cabezas de Gual y España— y trinchera de la fiereza de última hora. La calle suda sangre imposible de lavar (“Me voy a luchar por Venezuela, si no regreso, me fui con ella”) y, en algunos recodos, exhibe como recordatorio los nombres estampados, algunos borrosos, de los caídos en el último acribillamiento. Ver la larga nómina en el bulevar de El Cafetal.

Lugar de tendencia tanática, a la calle se le teme. Cuántas balas y perdigones se incrustaron en carnes y huesos en la Río de Janeiro, en la Libertador, en la Francisco de Miranda, calles que recibieron en su superficie la lozanía. Cuántas lacrimógenas bastaron para incinerar los bambúes del Country. Cuánto humo para tapar la verdad. ¿Perdimos a 300 en las protestas? ¿Cayó uno en el Mayo Francés? 

Recortada con garitas que pretenden ahuyentar el hampa, construidas por el desespero colegiado, y flanqueada por fortificaciones que rematan alambres de púas y vidrios colmilludos —la suma de todas las tapias caraqueñas rebasa la longitud de la muralla china, según la suma del arquitecto Ignacio Cardona— se le echa en falta como al espacio público, como a la confianza. La calle tiene mala reputación, como sombras la palabra callejera. Tablero que guarda nuestras andanzas, tacones y botas a la par, el miedo a los malhechores ha coartado su uso, sobre todo de noche. Ahora mismo es soledad. 

Pero la calle también es erótica. Es vida hasta en la esquina del Muerto, nombrada así porque uno dejó de serlo. Lo llevaban a enterrar y en ese punto de Caracas sorprendió con su resurrección a los de su propio cortejo levantando la tapa del ataúd. La calle es rebeldía y civilidad, resistencia y ciudadanía, café y sin duda libertad. Territorio del mercado ancestral, la calle es el escenario ideal de la política y el lugar de encuentro de la polis. 

Recordar el exitoso Por el medio de la calle promovido hasta hace poco por Cultura Chacao, música, restaurantes abiertos a media noche con menú de poesía, la vida común en las narices. Y prohibido olvidar el Festival de la Lectura, que, lamentablemente, se saltó el 2018. O las caravanas de carnaval, las electorales, y demás nostalgias. ¿Qué pasó con el bulevar de Sabana Grande? Parte sustancial del viaje, es el camino que se hace al andar. Que vivan las bicicletas. 

Atajo o camino real, en la calle nos fogueamos, nos besamos, hay candela y silicón en bandeja de escotes. En la calle todo ocurre. Somos volcán y como dijera el expresidente, historiador y periodista Ramón José Velázquez, torrente. “El 23 de enero de 1958 las calles fueron un río”, un largo río de gente conectada por los caminos, de la Modelo de Ciudad Bolívar a Caracas, del San Carlos a la Baralt. 

Acaso los días esquilmados por el calendario expliquen, a modo de compensación, la tendencia calenturienta de febrero. La agenda política venezolana suele fermentar en ese mes. Pero no todos los sucesos marcados en rojo —el Caracazo (27.2.1989), golpes de estado (4.2.1989), la voladura de la guarnición de San Mateo (12.2.1814), las protestas estudiantiles (12.2.2014, 2017)— han ocurrido entonces. 

Enero contiene la fecha icónica que marca el inicio de la democracia, patrón que entraña nuestro ADN como código de identidad. 61 años después, se habla con fascinación del espíritu corajudo y esperanzador del célebre 23. El 23 de enero de 1958 fue un día que ocurrió en cada casa, en las cárceles, en los cuarteles, en Miraflores, en los cielos surcados de aviones temerarios, en todo el país, pero sobre todo en la calle. 

Una jornada a puertas abierta que llevó al afuera a los ciudadanos, a los presos, a los políticos, al dictador. Día trocado en mito, día para jamás olvidar, fue un día con euforia en horario corrido, día de venezolanidad al unísono, fecha patria y de ciudadanía para la posteridad. Y día en que nace En el tapete que es calle por todo el medio, asfalto caliente y compañía en el camino, vía intravenosa de realidad y esperanza, periodismo de calle y de no callar.





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