No obstante, junto a los factores de convergencia han estado también los de divergencia. Estos últimos se expresan en los campos de lo limítrofe y de la geopolítica. China e India mantienen diferendos territoriales en las regiones de Aksai Chin y Arunachal Pradesh que conllevan a altas tensiones periódicas y que en 1962 las condujeron a una guerra limitada entre ambos. Los estrechos vínculos entre Pakistán y China, de su lado, son vistos como una amenaza por India, quien a la vez ofende profundamente a Pekín por el asilo que brinda al Dalái Lama y por las actividades que el “gobierno en el exilio” de Tíbet realiza desde la ciudad india de Daramshala. A estas disonancias ha venido a sumarse en años recientes una adicional que ha generado altos decibeles de desconfianza y temor por parte de India.
Pekín se encuentra en proceso de construir una flota de guerra de aguas azules que incluiría cinco o seis portaviones para el 2030. De hecho, dispone ya de dos portaviones, de 20 cruceros y destructores y de 23 fragatas. Ello en adición a estar construyendo la mayor flota de submarinos del mundo. Una parte importante de su armada de aguas azules buscaría posicionarse en el Océano Índico, por donde circula el petróleo que importa, así como parte fundamental de su comercio internacional. Ligado a lo anterior, Pekín se ha abocado a la construcción de un conjunto de puertos alrededor de la India. Se trata de los de Kyaupyu en Myanmar, Chittagong en Bangladesh, Gwadar en Pakistán y Hambantota en Sri Lanka. Según señalan importantes analistas, la intención final de China sería transformar a los mismos en puntos estratégicos para la instalación de bases navales chinas. El efecto combinado de las ambiciones chinas de desplegar una flota de guerra por aquellos mares con dichos desarrollos portuarios, se ha convertido en fuente de inmensa inseguridad para India, quien comienza a sentirse rodeada.
El que la consonancia o la disonancia prevalecieran asumía inmensa importancia geopolítica. Ello en la medida en que China y Estados Unidos están adentrándose en una era de Guerra Fría y que la posibilidad de un eje Moscú-Pekín comienza a cobrar forma. A estas alturas es claro que la disonancia terminó prevaleciendo entre China e India y que India se ha sumado al esfuerzo por contener el avance de China. Conjuntamente con Estados Unidos, Japón y Australia, India ha pasado a formar el llamado “Quad”. Dicho término es una contracción de la palabra inglesa Quadrilateral (cuadrilátero), con la cual se alude a la conjunción de esos cuatro países en el esfuerzo por frenar la expansión geopolítica china.
India asume así una importancia geopolítica clave para Washington. Sin embargo, siendo Trump quien es, ha pasado a privilegiar los aspectos comerciales de la relación de su país con India, que la convergencia geopolítica. Bajos tales circunstancias, ha venido atacando duramente a Nueva Dehli, argumentando que los productos estadounidenses están siendo injustamente limitados en su ingreso a los mercados de ese país. En tal sentido ha amenazado con la posibilidad de una guerra comercial, que ya pende en el aire cual espada de Damócles. El resultado de sus acciones ha sido el surgimiento de una actitud de mucho resentimiento contra Washington, por lo que se considera como la búsqueda de una sumisión incondicional de la India. Ello amenaza con echar por tierra el objetivo común de contener a China.