La democracia como riesgo
Política 12/12/2019 12:08 pm         


Por Teódulo López Meléndez: Democracia y dictadura no compiten en términos de eficacia, una no es más eficaz que la otra.



Teódulo López Meléndez

Democracia y dictadura no compiten en términos de eficacia, una no es más eficaz que la otra. La democracia es libertad y el totalitarismo es opresión. La democracia se llena de contenido, de respuestas, de logros, dependiendo de quienes la ejercen y sobre todo de quienes la piensan. De esta manera, el asunto de la cultura reaparece en toda su magnitud.

Valoremos, es necesario, a la democracia sin el referente alternativo de la dictadura. Debe perseverarse en la defensa del único clima posible a la creación, el de la libertad, señalando constantemente toda desviación. Constantemente traigo a colación cómo algunas de las más brillantes cabezas europeas entre el final del siglo XIX y comienzos del XX combatieron las monarquías corruptas y pedían la república para luego decepcionarse de la república y dirigir sus invectivas contra las mayorías, dando, así, desarrollo al germen fascista. Este último también se engendra, pues, en la democracia trágica. Retroceder a la aristocracia del pensamiento no es la salida.

Debemos, a estas alturas, aprender la lección: la democracia es riesgo. En su búsqueda de las formas de gobierno el hombre sigue razonando. Si bien murieron las ideologías, no lo ha hecho la ciencia política. La soberanía radica en el hombre y el pueblo la ejerce en su nombre. Debemos aprender que una cosa es el ejercicio del poder y otra la reflexión sobre los valores esenciales de la humanidad, la libertad incluida.

La palabra “intelectual” (y el concepto, claro está) es de producción francesa, por lo que pido excusas por el exabrupto de decir que Platón fue el primer “intelectual” que pensó sobre la política. Desde entonces muchos dicen que gobernar es dirigir por el camino de la mansedumbre a un rebaño ya manso, como bien lo recuerda Peter Sloterdijk en su libro Normas para el parque humano. Infinidad de intelectuales se han dedicado a pensar como gobernar a los hombres y, a pesar de las inmensas variaciones que ha sufrido la politología, renovable como cualquiera, sigue vigente la idea platónica del gobernante como tejedor, es decir, el que entreteje de la mejor manera las propiedades de los hombres que resulten más favorables a los intereses públicos. Esa democracia debe serlo de este tiempo.


Tomado de: El Universal







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