Ernesto Cardenal en Solentiname
Vida 09/09/2020 08:00 pm         


“La Iglesia tiene una misión muy importante en América Latina”



Por Carlos Pérez Ariza


El famoso sacerdote, poeta y teólogo nicaragüense, quien falleció el pasado 1 de marzo del 2020 en Managua, fue testigo de una significativa etapa histórica de su país, siendo además, reconocido por sus polémicas y críticas posturas frente a la iglesia tradicional. Carlos Pérez Ariza sostuvo una larga conversación con él en 1974 que ahora se ofrece con revelaciones interesantes y esclarecedoras. 

Sobre este texto, inédito y nunca publicado por circunstancias que no vienen ya al caso, han transcurrido 46 años. Por su importancia como un texto periodístico arqueológico de la política de América Latina, tanto por lo que representó el sacerdote trapense Ernesto Cardenal para el desarrollo y triunfo de aquel Movimiento revolucionario nicaragüense, llamado Sandinismo; como para la implantación y difusión de la Teología de la Liberación en el continente, creo que publicarlo ahora arroja luz sobre el plan de la revolución continental, fraguada en aquella época, y que los sucesos contemporáneos vienen a corroborar.

Ernesto Cardenal explica en esta conversación que mantuvimos en Solentiname, Nicaragua, en unas dos semanas de febrero/marzo de 1974, su vademécum revolucionario desde su marxismo militante vestido de un cristianismo revisado. Desde aquella isla en medio del Gran Lago de Nicaragua (Cocibolca), este monje trapense construyó una comuna mística revolucionaria que irradió al mundo la lucha guerrillera contra el régimen opresor de Anastasio Somoza, el cual lograron derrocar en julio de 1979. Fue ministro de Cultura desde ese año hasta 1987. Cesó en el cargo, porque su ministerio fue cerrado. En marzo de 1983, un ministro de Cultura arrodillado en el aeropuerto de Managua ante el Papa Juan Pablo II, recibió la reprimenda del Santo Padre, quien le acusó de apóstata por ser un destacado dirigente del gobierno comunista. Un año después, 1984, el Vaticano le suspendió ‘a divinis’ del ejercicio del sacerdocio, tenía 59 años; le acompañaron en tal sentencia eclesiástica, los sacerdotes Fernando Cardenal (su hermano), Miguel D’Escoto y Egard Parrales. Todos eran, en aquellos años, notables militantes de la Teología de la Liberación. El papa Francisco le levantó la pesada sanción tras 35 años, justo poco antes de morir Ernesto Cardenal en marzo de 2020.



Aunque sin cargo directo en el primer gobierno Sandinista y privado de su ejercicio vicario, Ernesto Cardenal no abandonó su militancia socialista. Cortó con el FSLN en 1994 con protesta pública contra Daniel Ortega, dio su apoyo al ala más centrista del Sandinismo. Apoyó la creación de Telesur (cadena auspiciada por el gobierno bolivariano de Venezuela) junto a Danny Glover, Eduardo Galeano y Adolfo Esquivel. En 2007, visitó México donde se entrevistó con el subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Ernesto Cardenal tránsito hacia el marxismo desde su ejercicio contemplativo como monje de la Trapa. Él mismo lo afirma en esta entrevista. Que fue un líder de la lucha guerrillera sandinista desde su trinchera de Solentiname, desde donde propagó el Evangelio de los nuevos santos, como él los llamaba, que eran aquellos líderes guerrilleros famosos: Camilo Torres, Che. Que fue un líder destacado en la extensión de la Teología de la Liberación por el continente, bajo la idea de que una América Latina de cristianos no sería liberada, para entrar en el Paraíso comunista, sin anunciarles la sociedad sin clases y que abrazaran el marxismo. Fue, por tanto, un ideólogo principal de tales postulados. Era un cristiano nuevo a toda prueba, que, al mismo tiempo, predicaba la nueva interpretación del Evangelio de los desposeídos de la Tierra. Cumplió su misión, como él mismo declara aquí. Su retirada del régimen encabezado por Daniel Ortega fue un fin de acto con un gobierno que había traicionado sus postulados iníciales, teóricos y prácticos. No obstante, Ernesto Cardenal, nunca dejó de existir como un militante destacado de una nueva sociedad en la que él creyó hasta el final. Otro latinoamericano, jesuita y argentino, intercedió al final de su vida para levantar el castigo y que pudiera morir en gracia Divina. Posiblemente, al final, la lucha de Ernesto Cardenal haya sido compensada por tener dos amigos jesuitas en el Vaticano: el papa Francisco, y el llamado papa negro, el Superior General de la Compañía de Jesús, el venezolano, Arturo Sosa Abascal, ambos no tan alejados de sus postulados, aunque en otro contexto internacional y otro tiempo, o tal vez no tan diferente.

Sobre la literatura.

No me gustan las entrevistas. Y no me gusta mucho hablar de literatura. Me interesa la literatura al servicio de algo más grande que ella. Yo renuncié a la literatura cuando entré a un monasterio trapense. Entonces para mí eso más grande era Dios. Pero yo no había entendido bien las Escrituras. Después he comprendido que a Dios no se la ama directamente: sólo se le conoce, en el sentido bíblico (o sea se le posee) a través del hombre. San Juan insiste en que nadie ha visto a Dios. Dios vino al hombre en la persona de Jesucristo. Pero no nos debemos equivocar tampoco con la persona de Jesucristo: ahora Jesucristo es el pueblo. En la Trapa me orientó mucho en esto mi maestro de novicios, que era Tomas Merton. Mi estancia allí fue de dos años y pico. Después he tenido otra experiencia muy importante en mi vida y fue mi viaje a Cuba. Allí me convencí de que la salvación estaba más cerca de lo que nosotros creíamos. Me interesa la poesía, sí, y es lo que más hago, pero me interesa en la misma manera en que les interesaba la poesía a los profetas. Me interesa como un medio de expresión: para denunciar las injusticias, y anunciar que el reino de Dios está cerca.

¿Qué opino de la Revolución?
Los hombres no pueden ser hijos de Dios si antes no son plenamente hombres. En condiciones infrahumanas no puede florecer la santidad. Por eso la primera tarea del cristiano ahora es hacer la revolución. La lucha revolucionaria es una lucha sacerdotal, como dijo Camilo Torres.
Misión de la Iglesia en América Latina. 

La Iglesia tiene una misión muy importante en estos momentos en América Latina. Y yo creo que a ella le toca, sobre todo predicar el comunismo. El obstáculo más grande que tiene la revolución en América Latina es el miedo al ‘comunismo’. Aun los pobres tienen ese miedo. Conocí a un campesino en Nicaragua, muy pobre, que tenía miedo al comunismo porque le iban a quitar las gallinas. La Iglesia ha contribuido en gran medida a meterle a la gente ese miedo. Ella puede ser ahora un factor muy importante para quitar ese miedo, y así acelerar la revolución. Por eso yo siempre que puedo predicar ante un público numerosos en una iglesia (que no siempre puedo) lo hago mencionando la palabra comunismo, y hablo a favor del comunismo.

Además el comunismo es profundamente cristiano. Es más, es la esencia del cristianismo. La palabra comunión es lo mismo que comunismo. San Pablo usa una misma palabra griega, KOINONIA para la comunión eucarística y para la comunidad de bienes. Y usa también la misma palabra para la unión de los hombres con Dios: lo que él llama la comunión (o comunidad de bienes) del Espíritu Santo. O lo que podríamos llamar: el comunismo que hay entre los hombres y Dios. Por cierto que para Pablo la puesta de bienes en común, y la eucaristía y la comunión con el Espíritu Santo son una misma cosa, y cuando en la Epístola a los hebreos habla de la puesta en común de los bienes dice que ese es el sacrificio que agrada a Dios. Como quien dice: la verdadera misa.

Eso es como lo que usted ha dicho en aquel verso: ‘Comunismo, o reino de Dios en la Tierra que es lo mismo’.
Exacto. El comunismo según Marx, la sociedad en la que ya no habrá egoísmo ni injusticia de ninguna clase, es lo mismo que los cristianos entendemos por reino de Dios en la Tierra. Y el comunismo como lo entendió Marx (‘dé cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades’) es el sistema social de los primeros cristianos. Los Hechos de los Apóstoles dicen que ninguno decía que las cosas fueran suyas porque eran de todos, ‘y se repartían a cada uno según sus necesidades’.
Cuántas confusiones ha creado la propaganda capitalista. Yo me he encontrado gente culta que me ha dicho: ‘Yo estoy de acuerdo con el marxismo, pero no con el comunismo’. Por comunismo entienden estalinismo. Que es como entender por Evangelio a la Inquisición.
Y no sólo en América Latina. Acabo de estar en Alemania, y cuando en mis intervenciones públicas yo hablaba de marxismo siempre había alguien que atacaba al marxismo citando el caso de la Unión Soviética. Yo tenía que recordarles que Marx no era ruso, sino alemán. Lo que quería decir es que el marxismo era universal, pues había un marxismo muy ruso, y otro chino, y otro cubano que era muy latinoamericano, y también iba a haber un marxismo alemán. 

En un famoso monasterio benedictino en Alemania, los monjes se espantaron porque yo defendía el comunismo. Les tuve que recordar que ellos eran comunistas, según su regla de San Benito. Tenían todas las cosas en común. Les recordé un capítulo de su regla, donde San Benito condena lo que él llama ‘el infame vicio de la propiedad privada’. Discutieron conmigo hasta muy avanzada la noche, pero al final me dieron la razón.
Cristianismo y Revolución en América Latina.

En América Latina se están uniendo cristianos y marxistas para hacer la revolución, y eso es una cosa nueva en el mundo. Yo creo que este será el gran aporte de América Latina a la revolución mundial. Se trata de un cristianismo distinto del que era antes, un cristianismo que no es antirrevolucionario, y un marxismo distinto que no es anticristiano. Fidel ha dicho que un cristiano podía ser revolucionario. Y el Che dijo que cuando los cristianos fueran realmente revolucionarios la revolución de América Latina sería invencible. Después de esta experiencia latinoamericana, ni cristianismo ni marxismo van a volver a ser lo mismo que antes. En Venezuela oí decir a un viejo líder del partido comunista que hasta ahora, que los cristianos se estaban haciendo revolucionarios, iba a ser posible la revolución en América Latina. Que ellos antes habían creído que la revolución se podía hacer sin los cristianos, pero que en eso no habían sido buenos marxistas, porque no habían tomado en cuenta que el pueblo era cristiano, y que una revolución así tendría que ser una revolución sin el pueblo y, por tanto, una falsa revolución. Estábamos en una gran reunión de gente humilde que en su mayoría eran cristianos y revolucionarios.

Fidel me dijo en Cuba que el aporte de los cristianos no solo era importante para lograr el triunfo de la revolución, sino que lo era más todavía para después, ‘para los sacrificios que exige el establecimiento del socialismo’. Si los marxistas necesitan de los cristianos para el establecimiento del socialismo, también los cristianos necesitan del marxismo para el establecimiento del reino de Dios en la Tierra. Para que se pueda celebrar válidamente la eucaristía, como decía Camilo Torres. Roger Garaudy, el comunista francés, se ha atrevido a decir que así como el cristianismo sin el marxismo estaría incompleto, también estaría incompleto un marxismo sin San Juan de la Cruz.

La Teología de la liberación. 

Otro de los aportes nuevos de América Latina es la Teología de la liberación. La Teología de la liberación no es un capítulo más de la teología tradicional, inventada ahora en América Latina, como suelen creer los teólogos europeos. Así como hay teología del matrimonio, teología de la Iglesia, teología del sacerdocio, teología del trabajo, etc.; ellos suponen que la Teología de la liberación es un apéndice más de la teología tradicional aplicada ahora al tema de la revolución. Y no es así. Esta es una teología enteramente nueva, que replantea, a la luz de la revolución, todos los temas de la teología tradicional: Dios, Cristo, la Iglesia, el sacerdocio, el matrimonio, el trabajo, en fin, todo. Esta es una teología de la clase oprimida, mientras que la otra es de la clase dominante. No es hecha por teólogos profesionales y para otros teólogos profesionales, como la otra. Sino que suele ser fruto de reflexiones comunitarias, y es elaborada por personas que pertenecen a comunidades revolucionarias, y para uso de esas mismas comunidades. Esta teología no se suele hacer en libros, sino en pequeñas revistas, folletos humildes, papeles mimeografiados. Y como señala Giulio Girardi (precisamente en uno de esos papeles mimeografiados) mientras la otra teología es puramente intelectual, ésta no se pude hacer si uno no está comprometido con una praxis revolucionaria. La otra teología se auxiliaba de la filosofía aristotélica. Esta se auxilia de la ciencia: el marxismo. La otra teología se basaba en la Palabra de Dios, en la Biblia, ésta se basa igualmente en la Biblia, pero también en la Palabra de Dios expresada en los acontecimientos actuales, en el periódico, es decir en el terreno de la política. Porque como lo hace ver el mismo Giulio Girardi, que es uno de los teólogos de la liberación, nuestro Dios es un Dios vivo, que sigue hablando en la historia, que no se calló después del último libro de la Biblia. Esta teología también se basa en la Biblia, pero con una nueva interpretación de la misma. No es que creamos que la Biblia se puede interpretar de cualquier manera. 



Pero hay una interpretación revolucionaria de las Escrituras, como también hay una que es contrarrevolucionaria. La frase de Cristo de poner la otra mejilla, puede ser interpretada como que no hay que luchar contra los que oprimen al pueblo. Aquí en Solentiname comentamos todos los domingos el Evangelio con la gente, y una vez que se trató de esa frase, un joven campesino de nuestra comunidad, Laureano, la interpretó así: ‘Quiere decir que si la revolución le ha quitado a un rico una propiedad, él debe entregar la otra propiedad’.


Continuara…







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