La Despedida de Trump
Análisis 10/01/2021 08:00 am         


La victoria de Joe Biden y su admisión finalmente por Donald Trump pone término a dos meses de tensiones que concluyeron con el sangriento asalto al Parlamento de Washington.



“Mi foco será ahora asegurar una transición tranquila, ordenada y sin problemas; este momento llama a la reconciliación”, fue el mensaje del presidente Donald Trump en la madrugada del 8 de enero. Horas antes Nancy Pelosi, Presidente de la Cámara de Representantes había planteado la necesidad que se aplicara la Enmienda 25 que en su sección 3 establece "la transferencia de los poderes presidenciales al Vicepresidente cuando el mandatario declare que está incapacitado para cumplir sus funciones”.

Mientras tanto la opinión nacional e internacional seguía copada por las noticias sobre las repercusiones del asalto al Palacio Legislativo Federal la tarde del miércoles 6, por un grupo de fanáticos partidarios del mandatario republicano en apoyo a sus denuncias de fraude en la reciente elección presidencial que favoreció a Joe Biden. Los sucesos arrojaron cuatro muertes y varios detenidos, así como la destrucción de ventanas y otros bienes de la sede del Parlamento. Un hecho que además, oscurece la sólida tradición democrática de la principal potencia mundial y referencia del juego democrático durante dos siglos. Como antecedentes se recuerda la agresión a la sede y también a la Casa Blanca de un grupo de soldados británicos en 1814, dos años después de alcanzada la independencia del Imperio Ingles. En menor medida la incursión en sus instalaciones en 1954 de la luchadora independentista puertorriqueña Lolita Lebrón y tres acompañantes en campaña por la independencia de la isla y quienes fueron entonces condenados a 24 años de prisión.


EL FRAUDE

Desde el comienzo de la campaña electoral, Trump asomó la posibilidad de que la consulta estuviera marcada por el fraude con el uso del voto por correo y las limitaciones impuestas por la pandemia del Covid-19, advertencia que se convirtió luego prácticamente en el eje de su discurso en busca de la reelección presidencial. Se recuerda que el mandatario fue electo el 8 de noviembre de 2016, donde recibió 306 votos electorales frente a 232 para Hillary Clinton, quien hubo de superarlo en el voto popular; es decir, directo por el 48,18% a 46,09%.

Trump, venido del mundo empresarial obtuvo la nominación del Partido Republicano con un planteamiento que rescataba los valores de la llamada “América Profunda” que reivindica tradiciones y costumbres de sectores tradicionales de alguna manera enfrentados simbólicamente con las corrientes migratorias y en consecuencias con las poblaciones afrodescendientes e hispanoamericanas que cobran cada día mayor presencia en el país. De allí, que el énfasis de su campaña se colocara en aquellas regiones que determinaron el voto electoral frente a las ciudades y zonas abrumadas por la inmigración que hubo de expresarse en las urnas, entonces a favor del aspirante demócrata. En buena medida, Trump interpreta (como hombre vinculado a las prácticas del mercadeo) una realidad que habría de acrecentarse a lo largo de su mandato y que constituye uno de los cambios demográficos que ahora tiene impacto en la política y la cultura nacional.


EL MANDATO

Sus cuatro años de gestión estuvieron caracterizados por un impulso a los factores nacionales afectados por las tendencias globalizadoras, lo que explica su política exterior opuesta al multilateralismo, la ruptura de los acuerdos de cambio climático y rearme nuclear y medidas contra las corrientes migratorias centroamericanas con la propuesta del famoso muro en la frontera mexicana y el rechazo a las medidas de su antecesor Barack Obama como el seguro medico y garantías para las poblaciones ilegales. Al mismo tiempo definió una línea de confrontación diplomática y también económica con la expansión de China, mientras mantenía relaciones diplomáticas discretas con la Rusia de Putin y un criterio más selectivo con las naciones de la Unión Europea. Ello se tradujo en un indudable apoyo de los norteamericanos a su política económica que rescataba las fortalezas nacionales y que en definitiva potenciaba el papel protagónico de Estados Unidos en la escena mundial sin necesidad de recurrir al uso desmedido del poderío militar a través de invasiones y presencias armadas en otros países. Rompiendo con la tradición diplomática republicana y con su discurso en apariencia arrogante se inclino más bien por debilitar y retirar el número de tropas de su país en los conflictos latentes como Siria y Afganistán fortaleciendo en cambio su vinculación estrecha con Israel.

Para algunos analistas, su gestión teniendo un signo conservador y tradicional y una estrategia claramente populista, en materia militar se diferencio e incluso de los gobiernos demócratas como el más reciente de Barack Obama.


AMERICA LATINA

Su estrategia para América Latina consistió en endurecer la política migratoria, revertir los avances de Obama en la apertura con Cuba y Nicaragua y poner énfasis en el “Caso Venezuela” con la aplicación de restricciones y sanciones de acuerdo al Decreto Obama. De esta manera, privilegiaba la situación del país venezolano como una manera de contrarrestar la presencia comercial china, la fuerza militar rusa y las relaciones privilegiadas del gobierno de Maduro con Irán y Turquía. Es decir, el país se convertía en un eje de la disputa geopolítica global y como un tubo de ensayo del modelo de gobiernos duales aplicados en África y en Medio Oriente, pero en este caso teniendo como instrumento el gobierno de Colombia, lo cual explica también el anuncio de la “Operación Libertad” encabezada por Juan Guaido en 2019.


CONTRA BIDEN

Los más serios sondeos de opinión revelaban hasta el año 2020, cifras favorables a la política económica de Trump, lo que hacía prever una alta posibilidad para la reelección mientras en el Partido Demócrata se acentuaban los conflictos internos. La aparición del Covid-19 y la respuesta insuficiente y desacertada frente a la pandemia gravitó en la caída económica y la expansión del fenómeno en las principales ciudades entre ellas New York y su efecto en las poblaciones pobres que todavía contabilizan el mayor número de muertes e incluso con tendencia creciente.

Las graves tendencias en Venezuela, ahora como un sustituto de lo que representó Cuba durante décadas y el incremento de las migraciones centroamericanas afectadas por nuevas restricciones de alguna manera estimularon la vieja fisura de la disputa racial con la organización de grupos de extrema derecha y orientación fascista y en contrapartida con grupos radicalizados de izquierda con influencia del Islamismo, con lo cual se ha configurado un cuadro de violencia política que había de cobrar mayor fuerza con la campaña electoral.


COLEGIOS ELECTORALES

A semanas de la escogencia, del 3 de noviembre del 2020, ya todos los sondeos de opinión de manera sostenida pronosticaban la victoria de Joe Biden en el voto popular, al tiempo que remitían el resultado final a la tendencia registrada en los colegios electorales. Una situación novedosa por cuanto históricamente no existían diferencias en ambas votaciones salvo un incidente resuelto sin traumas en 2000 entre la votación de Al Gore y George W. Bush, pero que se puso de manifiesto en términos polémicos y preocupantes en la disputa que favoreció a Trump frente a Hillary Clinton, dando paso incluso a una posible reforma del sistema electoral, que resultaba injusto ya en la valoración universal del voto popular como la fuente final de la legitimidad presidencial.

Es evidente que Trump pensó y trabajó durante su mandato, más que en obtener el apoyo mayoritario en un país ya con tendencia a las divisiones no solo territoriales sino también políticas y nuevamente raciales, a obtener el favor del los 270 votos de los colegios electorales. De allí el carácter selectivo de su campaña en la escogencia de los estados que tradicionalmente sintonizaban con su discurso y la población que de alguna manera resultaba favorecida con sus políticas. Aplicando las técnicas del mercadeo en la captura de consumidores seguros, el candidato apuntó a obtener el favor no de una cantidad mayoritaria sino de los colegios electorales. De allí, su denuncia prematura sobre el fraude porque se trataba de controlar una mínima cantidad de votos la cual podría ser objeto de manejos ventajistas, y a ello orientó todos los pasos de su campaña y la inversión de recursos, toda vez que su imagen nacional e internacional ya representaba un reconocido fenómeno mediático.


RESULTADO FINAL

Ello explica que hasta el último momento conocido ya la mayoría popular a favor de Biden, el aspirante republicano jugara durante más de dos meses en recontar, cuestionar y revisar puntualmente el resultado de los colegios en cada estado. Por esta vía además, se le facilitaba activar mecanismos e instituciones que desde el poder pudieran ser influidos a su favor. Así paso con el examen de votos por el Colegio Electoral y hasta el último momento pensó que cambiaria el resultado nacional, por lo que ya descartado el hecho se jugara la carta de la violencia en la certificación que habría que realizar el Congreso Nacional y que siempre ha sido un acto meramente protocolar, pero que ahora estaba signado por la presión política, la cual como es lógico tendría que expresarse también en la movilización de calle. Al mediodía del martes 6, cuando Trump juro antes sus partidarios enardecidos frente a la Casa Blanca que no había manera de impedir el reconocimiento de su victoria o la admisión del fraude estaba dando de hecho una orden para que la furia se expresara en el asalto a la histórica fortaleza de la democracia norteamericana. ¿Cuáles serán los pasos de Donald Trump, una vez admitida la derrota? La respuesta no se conoce, pero sin duda, a partir de ahora la política de la gran potencia conocerá nuevos episodios de tensiones y conflictos. 







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