Roland Carreño o los peligros de la solidaridad
Bulevar 08/12/2020 08:00 am         


El reconocido periodista actualmente detenido por acusaciones políticas “aguarda novedades tras las rejas rojas”



Ha bajado de peso y eventuales subidas de tensión le han producido intermitentes sustos; añádase la diabetes que precisa de medicamentos en horario preciso. Sin embargo, el ánimo—aunque afectado, por supuesto—, según quienes saben y quienes están,permanece estable. Su fortaleza y confianza no están comprometidas; su único compromiso, según asegura, es con la causa de la democracia venezolana. “Si para conseguir un país mejor, en las atroces circunstancias actuales me toca pasar por esto, si estar preso es la cuota que hay que pagar”, dice desde el Helicoide, “pues aquí estoy”. Persuadido de la injusticia de que es víctima, y convencido de que su caso, de pe a pa, solo puede calificarse de “estrafalario”, Roland Carreño aguarda novedades tras las rejas rojas. 

Encantado de haber podido ver a sus hijos, la visita de su abogado, en cambio, no equivale a buenas nuevas. “No han dado respuesta a la petición de que sea chequeado por un médico”, explica Joel García Hernández, “y tampoco comienza aún el juicio”. Víspera de cumplirse los 45 días de su aprehensión, ocurrida el 26 de octubre —cerca de su apartamento en Los Chaguaramos, en la vía pública, interceptan el automóvil en el que va y lo llevan detenido a lasvolandas—,lapso que implica un parteaguas en el proceso, siguen a la espera de respuestas de parte del tribuna la cargo, el Cuarto de Control con Competencia en Delitos de Terrorismo. Ninguna comunicación ha entablado el fiscal Jean Karin López sobre las apelaciones elevadas por la defensa. Ninguna contestación o anuncio acerca de cuándo la justicia iniciará el debido proceso, y tendrá lugar un veredicto ajustado a derecho (uno escribe la línea así porque los milagros son una posibilidad). “Es más, parece que en las próximas horas Roland Carreño será imputado de nuevos cargos”.
Al asesor ejecutivo de Voluntad Popular se le acusa de asuntos tan improbables como “financiamiento al terrorismo” y de “tráfico ilícito de armas de guerra”. Estrafalario, sí. ¿No suele ser al revés, el periodista no es el objetivo, el que está en la mira? ¿Puede encajar Roland Carreño, el excronista de lo epicúreo, el político que siempre arrimó el hombro a la solidaridad —en su Aguada grande natal siempre lo han visto como una suerte de superproductor—en el perfil de un hombre vinculado a la violencia? ¿A la oscuridad?¿El, que siempre reflejó el brillo?

José Vicente Rangel también periodista y también vinculado a la política, y exministro de Defensa, sería una excepción en esta hipótesis acerca de periodistas que no creen que la imprenta es el arma de la razón —como decía Bolívar—: circularía más de una vez la especie según la cual tendría vínculos con el negocio de las armas(Exceso No. 228).Pero nunca fue imputado. La vinculación más atrevida que hicieron sus adversarios, años ha, sería dibujarle un fusil en la espalda en el afiche que promocionaría su candidatura presidencial: ataviado de negro, severo el rictus, bigotes, las manos atrás, intentaba una conexión imaginaria con José Gregorio Hernández. Los copeyanos se la chotearon.

Roland Carreño ha estado cerca del poder, pero desde ámbitos distendidos. Habitué de salones y enterado de los regodeos de la ciudad, de su historia de gestos y efluvios esenciales tejida a la bonanza y sus designios, conoció de cerca a los miembros de las élites en sus esferas más íntimas, pero fue siempre el narrador del hedonismo. Para más señas, siempre describió con cierta sorna el cliché del boato como autobombo. 

Hasta el arribo delas gentes con botas. Quien tomó nota de los últimos destellos de la Gran Venezuela y ha sido testigo del trayecto de la Venezuela sibarita a la de compatriotas buscando un bocado en la basura —sus opresores habrán visto colgada en sus comisuras una pregunta que acaso les fastidie ¿cuál dignidad?— terciará entonces hacia el oficio de la gestión pública desde la plataforma partidista como consultor de imagen y asesor de contenidos, y dejará los nuevos festejos y sus charreteras en el tintero. Nunca contará, por ejemplo, los detalles de la fastuosa fiesta de petición de mano —qué extraña carambola ideológica— organizada en las alturas del Hotel Humboldt por familias nuevorricas y próximas a la nomenclatura. ¿Ser nuevo rico es bueno? ¿Por ahí van los tiros?

No, lo suyo nunca ha sido la guerra. Entre Thánatos y Eros él siempre ha optado por la vida. ¿Terrorismo no implica matar? El eterno cronista de El Nacional que entrenara su olfato en marquesinas y templetes alzados para fotos sonrientes acaso interpretará su circunstancia, tal vez, como una metáfora que acentúa lo triste. Una suerte de decreto contra la posibilidad —ajena— de goce. Es que son tantos los desempeños del horror que hacen conexión con esta captura. Cada uno de los —aparentes—desprecios contra la esplendidez de los libérrimos. Desde el cierre de empresas exitosas e intervención de fincas productivas, para teóricamente democratizar la pompa, hasta el cierre de la añosa casa La Francia. No hay nada robinhoodesco en ello.

El devaluado manual de la anticodiciano inspiró el choque en Caracas, a medianoche, entre los dos Audis propiedad del que fuera rector del CNE, alcalde Libertador y quien dijo “Ser rico es malo”, pero quizá quiso decir “Ser malo es rico”. No, no es leyenda urbana como tampoco lo es la compra compulsiva de casonas por gentes del cogollo o enchufados. O la afición por los zapatos Valentino de la vicepresidente. O las corbatas Louis Vuitton del otro señor. Malula, aquella concejal de embustes de la Radio Rochela, no tenía empachos ideológicos: quería vivir en el Country Club. Pues no era la única. El fasto no es desconsideración capitalista sino objeto de deseo socialista. Queda atacar a los que se ven las verdades de los espejos.
Compartiendo calabozo con otros privados de libertad Roland Carreño resiste como los que han protestado y deben pagar por ejercer su derecho; o como los adolescentes detenidos sin razón alguna porque la edad, señores, es una circunstancia definitiva y legítima. Gentes maltratadas por el país que peor se comporta con los venezolanos: Venezuela, como dice Luis Carlos Díaz. 

Luego de que Leopoldo López conquistara la libertad, se movieron las fuerzas represivas en busca de pistas. Apresaron a varios, y Roland Carreño no quedó fuera de la operación iniciada por los sectores oficialistas que trabajan con la sospecha, y tienen sus sospechosos habituales. Su encarcelamiento añade un más a la escandalosa cifra de presos políticos. Serían más de 380, número que cuenta dolores uno a uno.
El psiquiatra, en rueda de prensa,no habló esta vez de riquezas pero sí de tendencias sexuales, intentando apelar al machismo arcaico para el descrédito. ¿Sabrá que más guáramo y hombría se necesita para la paz?







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