Armas para Fidel
Historia 14/06/2020 07:00 am         


En 1959 Cuba salió de una dictadura aberrante que alcanzó los siete años, para comenzar a vivir un proceso igual de esclavizante liderado durante casi cinco décadas por Fidel Castro



El proceso de lucha guerrillera que llevó a la liquidación de la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba, el 1º de enero de 1959, gozó de simpatías y adhesiones casi unánimes en la Venezuela donde solo meses antes se había logrado derrocar a la tiranía militar de Marcos Pérez Jiménez que por casi diez años oprimió al país. Se identificaba el sufrimiento y las persecuciones sufridas en suelo patrio, con las que padecía el pueblo cubano hermanado al nuestro por múltiples vínculos. Fulgencio Batista, era un sargento telegrafista que en 1933 había irrumpido en la historia de la isla encabezando un movimiento en los niveles inferiores del ejército, para poner fin a la cruel y larga dictadura de Gerardo Machado, y que a partir de entonces había experimentado una meteórica carrera política y militar que lo había elevado al rango castrense de general y le permitió ser Presidente democrático y constitucional de Cuba en el periodo 1940-44, transformándose en un hombre indispensable en la vida antillana. En 1944, al culminar su periodo, el entonces general aceptó la alternabilidad y se retiró a su mansión ubicada en Daytona Beach, Florida.

Dispuesto a no renunciar a su influencia en la política y las Fuerzas Armadas cubanas, Batista regresa para hacerse elegir senador y aspirar en las elecciones presidenciales de 1952 a ser de nuevo jefe de Estado, solo que esta vez tiene por delante un obstáculo muy fuerte representado por el llamado Partido del Pueblo Cubano (ortodoxo) cuyo líder, Eddy Chibas, se había suicidado tiempo antes, legando su patrimonio y ascendencia moral y popular al candidato de su organización Roberto Agramonte, quien lucía inderrotable en los próximos comicios. Abrumado por la evidencia de que nada tenía que buscar por la vía de los votos, el 10 de mayo de 1952, Fulgencio Batista encabeza un golpe militar contra el gobierno auténtico, que logra controlar todos los resortes de poder en el territorio, dando comienzo a una dictadura cruel, rapaz e insensible, que terminó repudiada por la inmensa mayoría de los cubanos.

Pronto las fuerzas democráticas emergentes y sobre todo la juventud cubana se agrupa y organiza para buscar el derrocamiento de la nueva satrapía. Entre sus líderes destaca el joven Fidel Castro, militante del partido ortodoxo, quien organiza junto a sectores disidentes del régimen un golpe de mano, mediante el asalto al cuartel Moncada ubicado en Santiago de Cuba, hecho que se consuma con un saldo trágico el 26 de julio de 1953 y al cual en medio de la masacre auspiciada por tropas oficiales a duras penas logra sobrevivir el joven Castro, su hermano Raúl, y otros pocos de quienes los acompañan en la insurrección. Sometidos a juicio, condenados a veinte años de cárcel y encerrados en el penal de Isla de Pinos, los dirigentes del ahora bautizado “Movimiento 26 de julio”, se benefician de una amplia amnistía que para lavarse la cara frente al escrutinio y las presiones internacionales concede Batista. A los pocos días Fidel, junto a buena parte de sus compañeros, marcha al exilio en México, donde durará solo el tiempo necesario para organizar una expedición y desembarco que el día 02 de diciembre de 1956 llega a las costas cubanas con 82 hombres que corren suerte desfavorable al ser detectados y desbaratados por el ejército de la dictadura.

Con un minúsculo grupo que logra salvarse de la emboscada, Fidel Castro se refugia en la Sierra Maestra, desde donde comenzará un proceso de motivación, reclutamiento, alianzas y acciones que pronto se harán sentir en toda la isla. Venezuela a la caída de Pérez Jiménez, se convierte en el epicentro de la solidaridad y el respaldo al movimiento de liberación de Cuba; distintos grupos políticos, juveniles y militares se establecen en Caracas, y comienza un amplio movimiento de acopio de logística, armamento y dinero en efectivo destinados a la libertad cubana que se coloca bajo la consigna “Un bolívar para la Sierra”. El gobierno cívico militar que ha sustituido al dictador, encabezado por el simpático vicealmirante Wolfang Larrazábal tampoco oculta su identificación con la causa de la lucha en la isla, por el contrario, en el seno del propio Ejecutivo existe la idea de contribuir decisivamente al derrocamiento de la agónica dictadura de Batista, que en diciembre de 1958 se encuentra derrotada política y militarmente. El 5 de diciembre de ese año, a las 10:30 de la noche despegaba un vuelo reportado para cubrir la ruta Caracas-Kingston-Miami, era un avión bimotor C-47 adquirido en colecta popular, cuyo propósito era no solo llevar un apreciable cargamento de armas a los combatientes de la Sierra Maestra, sino trasladar al territorio liberado a quien sería el primer presidente provisional de cuba, el magistrado Manuel Urrutia. En el interior del avión van 150 fusiles Garand, 20 fusiles ametralladoras Browning, 10 ametralladoras calibre 30 de trípode, 100.000 tiros, dos cajas de granadas de demolición y un fusil automático ligero (FAL) como regalo personal al comandante Fidel Castro. El avión con su preciada carga aterriza en una pista improvisada por los rebeldes en Cienaguilla, cerca del Central Estrada Palma, en el Oriente cubano, dotada de un original sistema de balizaje.

El domingo 12 de diciembre el propio Fidel Castro escribe al jefe del Ejecutivo colegiado venezolano, almirante Larrazábal, agradeciendo el envío con estas palabras: “Admirado amigo, ¿qué puedo decirle después de su noble y espontáneo gesto? Hay que llevar dos años luchando contra los obstáculos, las armas confiscadas antes de llegar a Cuba, los frutos de los sacrificios económicos de tantos compatriotas perdidos la mayor parte por la persecución de los gobiernos, para comprender con tanta emoción y gratitud que recibimos la ayuda que ustedes nos envían en nombre de Venezuela. Desde hoy le digo que cualquiera que sea la posición que usted ocupe en su país, la más alta o la más modesta para nosotros será siempre el primero de los venezolanos”. Solo días después, el régimen de Fulgencio Batista llegaba a su fin y Castro entraba triunfante en La Habana para dar inicio a una dictadura esclavizante y hambreadora que se prolongó por décadas. En cuanto a Venezuela, también Castro le devolverá su solidaridad y apoyo con la promoción, instigación, organización y avituallamiento de una lucha armada interna que costará centenares de vida de civiles y militares a los venezolanos en la década de los sesenta.








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