¡Ave María! Venezuela, las alas rotas y todos los pájaros
Identidad 13/05/2019 05:00 am         


Contra viento y marea se celebró el Global Bird Day



El país, megadiverso como es, puntea entre los que tienen más pájaros en todo el mundo. Contra viento y marea se celebró el Global Bird Day. 

Territorio de pájaros bravos, de querrequeres, de pintar palomas, de pájaros raros, de rara avis, de cotorras, de zamureo y de recomendar tener ojo de garza, de pavos y pavas no pavosas, de mamadores de gallo y no de gallinas, pero sí de Ave Fénix, si la lista de aves del imaginario es inmensa la real es inmensurable en la Venezuela megadiversa —solo 20 países del orbe ostentan este apelativo que habla de un ecosistema suculento— que, junto a todo el planeta, este 9 de mayo acaba de celebrar el día mundial de las aves. Sí, pueden ponerse celosos los mamíferos o los reptiles. Los pájaros cohesionan las pasiones universales, pese a Hitchcock. Y observarlos resulta una fascinación cada vez más seductora. Hay incluso quien cree que uno de gran pico le habla al oído. 
 
Llamado The Global Bird Day, el evento resultó un acontecimiento para el país. Venezuela conquistó el quinto puesto en variedad de especies plumíferas del planeta, con todo y que la jornada de observación se organizó con las uñas —garras—, y a las volandas, claro. No se cubrió la totalidad del territorio. Con todo, se otearon más especies de lo imaginado. Quedaría claro para los ornitólogos, botánicos y devotos mirones participantes que hay mucho que no hemos visto y que, dado los resultados tan cimeros pese a las pocas herramientas a disposición, cuando se quiere se puede.

Cincuenta grupos se ubicaron en algunos puntos clave, cada quien patrocinándose a sí mismo, desde la pasión. El ornitólogo Jonathan Miranda consiguió irse a los tepuyes a constatar no solo la particularidad de aves de la amazonia sino la especificidad y diferencias en la población que hay entre un tepuy y otro. Pedro Cabello, en el séptimo semestre de Botánica en la UCV, subió a El Ávila para ver, en los dos horarios convenidos para la observación, 8 de la mañana y 3 de la tarde, quiénes volaban (en este caso valen más los cien volando). Catalejo en mano, apreció en Galipán especies que lo maravillaron de la muestra de 1.400 catalogadas que, se calcula, anidan aquí; también algunas poco o nunca vistas como por ejemplo algunas variedades de quetzales. 

Ese día alado y de ojos al cielo se contabilizaron unas 800 especies de pájaros, fichadas en 300 planillas (en otros países lograron rellenar miles y miles de formas), y del total, el equipo contabilizó 45 especies endógenas, esas que son venezolanas. Solo de aquí. Vio por ejemplo entre las autóctonas a una caraqueña, propia de nuestro valle: la culotapao. Le dicen así porque la mancha blanca del rabo, vaya, se parece a un pañal.

“Un gozo ver la belleza de estos animales y lo que sugieren: libertad”, sonríe, “de la que tenemos más consciencia, al menos cada vez más se respeta la de ellos, se enjaulan menos pájaros hoy en día”. Acaso esa libertad que exudan sea la razón de sus tantos admiradores, pese al arbitraje de las comunicaciones que en el intento de humanizar a los animales, para salvar las distancias —yo el supremo, aunque envidie tus alas— les achacan características que no le son propias. Proyecciones subjetivas mediante, el zamuro, un limpiador tan generoso y ecologista nato, es un ave negra, un aprovechado carroñero; y el búho un ave agorera que con su canto atrae la muerte. 

Cuando la Organización de Naciones Unidas dictamina en su primer gran informe global sobre el ambiente que la situación es más que crítica, grave para el planeta, y que urge dar un vuelco a los sistemas de producción y consumo, so riesgo de extinción nuestra, ni se diga de otras especies, y alienta a no talar, y sí a reciclar y a usar formas de suministro energético no contaminante antes que se acabe la comida de los más que cada vez somos —nos multiplicamos y tenemos una expectativa de vida cada vez mayor, enhorabuena vamos camino a ser centenarios— no queda otra alternativa que asumir el verde como símbolo de vida. Santo y seña. Toca cuidar el país. El planeta.

País maltratado, en manos de rapiñas, que se yergue como potencia posible en materia de recursos naturales —megadiverso es porque contiene en su territorio 70 por ciento de todas las especies conocidas del mundo— urge zarandear a los que destrozan el Arco Minero, no limpian el Guaire y eliminaron el Ministerio del Ambiente. Así como al vecino del sur, el presidente Bolsonaro, que acaba de anunciar algo así como que, en nombre del desarrollo y el progreso, la emprenderá contra la Amazonia. Pulmón de la tierra. A vuelo de pájaro, ya peinó 14 por ciento más de la selva. Como dice la socióloga María Sol Pérez Schael ¿y si el mundo le propone pagar por ese pulmón? 

Estamos en la Naturaleza, no vamos a ella. Corresponde, cuestión de supervivencia, no aceptar más excusas, más rodeos, más yo te aviso chirulí, agarremos a los reacios al vuelo; de lo contrario ¿dónde anidaremos? Las plumas así lo escriben. 





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