La Tierra no nos soporta
Ambiente 27/04/2019 10:18 am         


Breve historia de un planeta y su gente adherida a él por gravedad, y demás graves asuntos



Creyendo de veras que estamos por encima de ella, así como todos sus habitantes, la necesitamos pero somos los humanos los que más la lastimamos; somos, según los aguafiestas radicales —así los llaman Donald Trump—, los principales depredadores en toda su faz. Aparecimos hace siete millones de años —se tienen noticias de que el Homo neanderthalensis desapareció hace 28 000 años—, descubrimos el fuego, empezamos a usar sus metales, sembramos, cazamos, pescamos nos servimos; peregrinamos de cabo a rabo en busca de más, conquistamos, hicimos arcos, flechas, balas, misiles y todas las guerras; viramos los cauces de los ríos, alzamos edificios empacados en vidrio contra los que chocaron aves sorprendidas, inventamos la rueda y luego el carro; creamos aparatos y sus enchufes, comprometimos su clima con tanta maquinaria echando humo, la recalentamos, el hielo comenzó a derretirse, ay el Titanic, ay el progreso. 

Azul predominante cuyo fondo es aún un enigma y donde peces y ballenas mueren por comer pitillos y bolsas —flota una isla de peretos de plástico en el Pacífico que mide el tamaño de Costa Rica—, y con zonas verdes en peligro —se ha perdido tanta selva virgen entre Colombia y Brasil como mide Nicaragua; en Venezuela la tala en el Arco Minero arrasó con 60 por ciento de la selva protectora que lo rodea— el planeta sigue flotando con sus hilos invisibles en un universo inmensurable, pero finito. Quién sabe cuándo mas ¿a quién le convendría acelerar el proceso? Dependemos de ella. ¿A dónde más ir? 

La Tierra se queja. Lanza mensajes. Redondez que confirmamos hace apenas tres siglos —¿y no es el centro del universo? ¿el dios todopoderoso no tenía para nosotros un sitial estelar? ¿se hirió nuestro ego? —, gira día y noche, año tras años, gruñendo de vez en cuando desde las entrañas, estremeciéndose de manera imperceptible o estrepitosa, según la escala de Richter. Sopla brisas y ciclones para un lado y para otro. Recicla el agua, la evapora con el calor, condensa las gotas en forma de nubes y, mientras promueve tsunamis, llueve a cántaros precipitadamente o cuando menos se espera deja de llover. Impredecible y asombrosa, misteriosa y llena de secretos, cuidarla es un consejo sensato que se repite cada vez con más reiteración pero choca con el mayoritario escepticismo. 

Como profetas, los ambientalistas alzan sus voces a favor de prácticas que defiendan la vida, las especies, el aire, los mares. Pero la mayoría cree que no es para tanto. La vida sigue, mutaremos y ya, Darwin lo predijo. ¿Extinción? ¡Spielberg revivió a los extintos dinosaurios con mucho éxito de taquilla! Al Gore, que no alcanzó a ser el líder del país más poderoso del planeta pero sí el líder más poderoso a favor del planeta, no cesa de advertir y proponer que le bajemos dos a la emisión de carbono, el uso de pesticidas en las siembras, el cese de la producción de plástico, el uso de aerosoles: tiene que haber otras formas de vida a favor de la vida, pues. Al Gore hace peregrinaje por la causa, que no es peregrina.

La Tierra donde en algún momento fuimos un solo continente, la Pagea primigenia, nos soltamos y convertimos en nueva temperatura, nieve, delta, manglares, tepuyes, cordilleras, ríos, roca, tiburón, cueva, primera obra de arte en Altamira, pitecantropus erectus, Lucy, homo sapiens, Trucutú. Estos abundan, parecen de sangre caliente, pero es fría. Muerden duro. La tribu no es para ellos un equipo, es la especie ciega que espera el grito de su rey tuerto. Destrozan, dientes largos, sordera, tripudos, los hay de todas las pieles. Los hay en todos lados, donde menos lo esperas. Pero ¿y el equilibrio?

Según el arquitecto y activista ambientalista venezolano José Luis Mateo la Tierra que ha vivido procesos, traumas, circunstancias tiene sus propias maneras de nivelar, de restañar, de compensarse, observar tiene más sentido que nunca. “Sentirnos parte, no el todo, La Tierra es más que nuestra escenografía”. Fuente de vida, la casa, necesita que sus habitantes más conspicuos sean sus principales defensores. ¿Por qué no proteger al oso frontino, al cóndor, al…? ¿Por qué no catalogar al perro andaluz, detectar el chivo expiatorio, aislar el gasto con botas?
Recita entonces rosario de maravillas que nos coloca, por ahora, en trono de privilegio: 

-Venezuela está entre los 10 primeros países más megadiversos del mundo
-Es el octavo del mundo en diversidad de mamíferos con 390 especies
-De las 70 especies de marsupiales de América, 24 están en Venezuela.
-Sexto en diversidad de aves y quinto de América, suma 1.418 especies, 450 solo en Caracas
-De las 320 especies conocidas de colibríes, un centenar está presente en Venezuela
-Es el noveno país en diversidad de reptiles, con 341 especies
-Cuenta con más de 1.700 especies de peces
-Cuenta con más de 150.000 especies de insectos
-Ocupa el noveno lugar en el mundo en especies de mariposas.
-Es el cuarto en variedad de especies de plantas
-Se ubica en el quinto lugar de entre los que tienen los mayores manglares
-La flora de Venezuela suma más de 30.000 especies de plantas con semillas, sin contar con algas, líquenes, hongos, helechos.
-De las plantas existentes, 3.000 especies son endémicas, o sea, solo existe aquí. La mayor cantidad son orquídeas.
-El país puede jactarse de tener más de 4.000 kilómetros de costa de las cuales 1.700 son playas: la suya es la mayor extensión de mar Caribe en toda América.
-Tiene 314 islas, cayos e islotes, muchas de ellos casi vírgenes. Posee una cadena de 11 grupos de islas en las Antillas Menores
Más de mil ríos, los 10 más importantes: Orinoco, Caroní, Caura, Apure, Meta, Ventuari, Portuguesa Santo Domingo, Uribante y Chama. El Orinoco tiene una longitud de 2.410 kilómetros y su cuenca abarca 880.000 kilómetros cuadrados. Tiene además 446 ríos tributarios y 2.200 riachuelos. Con un caudal promedio de unos 33.000 metros cúbicos por segundo, es el tercer río más caudaloso del mundo, después del Amazonas y el Congo. Somos el tercer país del mundo con más potencia hídrica.
-Contabiliza 44 parques nacionales, 22 monumentos naturales y 443 ABRAES (áreas bajo régimen de administración especial) correspondientes al 22 por ciento del territorio nacional. Cabe decir que18 de los parques nacionales tienen más de mil kilómetros cuadrados, 15 superan los dos mil, cinco pasan los 5 mil y 3 miden más de 10 mil.
-Los mayores parques nacionales están en Guayana (Parque Nacional Parima Tapiropeco con 39.000 kilómetros cuadrados) y Parque Nacional Canaima con 30.000 kilómetros cuadrados; contiene 22 tepuyes. El Ávila, en Caracas, suma 31.900 hectáreas.
-En Venezuela está el salto de agua más alto del mundo. El Salto Ángel mide 1.200 metros, de los cuales 807 son ininterrumpidos.
-Mantiene 27 zonas climáticas, 650 tipos de vegetación natural, 23 formas de relieve y 38 grandes unidades geológicas, encontrándose en el Macizo Guayanés las más antiguas de la tierra.
-Posee zonas montañosas importantes, como Los Andes, gran extensión de llanos, sabanas, espectaculares valles, desiertos, gran variedad de selvas y bosques, zonas xerofíticas, cuevas inmensas y para el asombro, nieves perpetuas, grandes zonas pantanosas, importantes páramos, manglares, lagos —el de Maracaibo, con 13.820 kilómetros cuadrados, es el noveno más grande del mundo, el más grande de Suramérica y el único que se junta al mar— y lagunas.
-En el sur está la cueva de cuarzo más grande del planeta descubierta recientemente por Charles Brewer Carías: en ella cabrían el Centro Ciudad Comercial Tamanaco, el parque La Carlota y más. Por si fuera poco contiene unas formas aun no definidas si vegetales que crecen y de las que no se tiene idea su procedencia y condición, pudieron llegar con algún meteorito, es decir, son extraterrestres.
Y hay más.
¿No provoca decir amén, o amen? Esta lista en tiempos de listas tristes, negras y excluyentes, son el contrapeso vital no solo por el día de la Tierra sino para todos los que entendemos que el hombre es él y sus circunstancias; las nuestras, maravillosas. País de verde terco, verde en el intersticio y en la grieta, en el alero y el hormigón, toca apuntalar esa bendición. Amarnos desde la diversidad. Incluso los rara avis, los ave de mal agüero, los querrequerre y los pájaro bravo, los gallitos de pelea, las cuaimas, los cochinos —tenemos 91 por ciento de afinidad genética—, los elefantes blancos, ay, los perros de la guerra, las ratas, los gusanos, los perros de caza y de casa, los chigüires bipolares, los gorilas, los perezosos, los burros, los yo te aviso chirulí.





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