A diez años de su muerte, la periodista Faitha Nahmens presenta un libro tan descarnado como exquisito en su verbo, sobre la vida, o más bien, la muerte de Franklin Brito, causada por la perversidad, que quedará marcado en nuestra historia como una anatomía de la injusticia, del abuso y de la felonía a la que fue sometido un venezolano por reclamar sus derechos. Este libro, Anatomía de la dignidad, editado por el Centro de divulgación del conocimiento económico (Cedice), revela desde las voces más cercanas al dolor, toda la odisea que vivió la familia Brito a partir de Yguaraya, en el sector La Tigrera del estado Bolívar, donde comienza toda la cadena de injusticias, hasta Caracas y finalmente lo que fue su última morada, un espacio de tortura silenciosa, el Hospital Militar, convertido en mazmorra, donde fue llevado a la fuerza, para esconder las heridas que le causaba la perversidad de un poder aplastante.

Faitha con inteligencia y delicadeza, cede la palabra a Elena, su esposa y a una de sus hijas, Angela, y juntas van tejiendo toda la historia de una barbarie a través de un diálogo preciso que desnuda los actos delincuenciales protagonizados por personeros del régimen, quienes involucran a vecinos, para que sean ellos quienes invadan los terrenos que por ley pertenecen a Franklin Brito. Este libro es un testimonio de la injusticia, de la barbarie y de la hostilidad; pero también lo es de la dignidad, de la lucha civil de un hombre generoso que pone a prueba la resistencia de su alma sin mediar ni negociar, porque lo único que pedía Brito era justicia. Faitha con una pluma suave, descriptiva e inteligente abre esa conversación honesta entre todas las partes involucradas, presentando testimonios, voces diversas y documentos que prueban —sin ella plantearlo así— las atrocidades a las que puede llegar un régimen sin valores ni rasgos de civilidad.

Cada descripción de Elena de Brito hace sangrar las páginas de este libro. Cuenta cómo fueron ambos, ella y Franklin, execrados de sus trabajos como maestros, cómo y cuántas veces recurrieron a “las instituciones” del Estado para clamar justicia; cómo y cuándo decidieron llegar a Caracas con la esperanza de ser escuchados y para ello el sacrificio pasaba por vivir en la calle, ellos dos y sus cuatro hijos y emprender la huelga de hambre que lo llevó a la muerte sin justicia. Son relatos que empañan la paz ciudadana, la convivencia, pero por sobre todo el derecho, ese derecho que otorga la institucionalidad de un país que quiere vivir en democracia. 

El poeta y periodista José Pulido, prologa una sentencia de manera directa al asociar lo sucedido a Brito con lo que pasa hoy en el país entero que describe un sufrimiento y una desgracia: “En el crimen cometido en su persona se ha retratado el crimen cometido a toda una nación”, y esta frase queda patente en el libro de Faitha Nahmens, lo que padece Venezuela, la tragedia de la injusticia, de la barbarie y de la aberración en una forma de vida sin calidad, entre mentiras, crueldad y trampas que someten al ciudadano a vejaciones de un poder desmesurado que aplasta a un país entero.

Franklin Brito fue sometido a los peores tratos, su cuerpo se fue gastando hasta llegar a pesar 33 kilos y a pesar de ello nunca dejó de ser amable, de tener fe en una justicia que siempre se vistió de rojo. Pero Anatomía de la dignidad, título que estremece, nos deja un legado y un diálogo oportuno para la reflexión, Venezuela necesita activar la dignidad, la honestidad, los valores fundamentales que han pretendido y han logrado enlodar. Solo en esa lucha por el rescate, podremos juntos orquestar un país justo donde la libertad sea la llama que encienda a toda Venezuela.