Tiniebla física y psicológica
Análisis 01/04/2019 02:00 pm         


Nicolás Maduro precisó y admitió las dimensiones del colapso nacional sin fácil respuesta a raíz de sucesivos apagones eléctricos que han afectado a todo el país



Finalmente en cadena nacional el domingo 31 de marzo, Nicolás Maduro precisó y admitió las dimensiones del colapso nacional (una verdadera catástrofe) sin fácil respuesta a raíz de sucesivos apagones eléctricos que han afectado a todo el país de manera ininterrumpida y por largas horas. 

Sería un error reducir el asunto solamente al tema eléctrico por cuanto lo ocurrido implica un verdadero “apagón” de la vida venezolana en todos los órdenes. Por supuesto, se conocía la penosa realidad del sistema de la represa del Guri y la red de plantas ubicadas a lo largo del territorio y las razones (todas ellas atribuibles a la incompetencia y la corrupción de altos niveles del régimen). Pero lo ocurrido en los últimos días tiene otras implicaciones para la economía en su conjunto si se toma en cuenta que ella sobrevive a una grave crisis de producción, de comercialización y de consumo sin que exista la posibilidad inmediata de ofrecer respuestas consistentes y sustantivas a ella; y de manera decisiva también en el comportamiento de la población que en los últimos meses ha visto complicado su quehacer cotidiano por la hiperinflación más alta del mundo, el desabastecimiento, la carencia de medicamentos y el desbordamiento de la violencia en manos de factores delictivos que han construido una suerte de economía paralela y que al mismo tiempo disponen de toda suerte de mecanismos de intimidación social.

Pero no solo ello convierte lo que ocurre en Venezuela en un caso especial en la valoración geopolítica, y que según ha escrito el expresidente polaco Lech Walesa “es similar a los nazis, es único y jamás se había visto” y de allí que figure con urgencia en la agenda de los gobernantes de las grandes potencias y en el temario de las organizaciones internacionales en procura de salidas concertadas y urgentes ante el riesgo cierto de la consumación en Venezuela no sólo de un Estado fallido sino más grave aún de una “república fallida”, lo cual tendría inmediato impacto en América Latina y en una población como la venezolana ubicada ahora en el centro y el objetivo de una guerra, ya no de bombas y cañones sino de oscuridad y desencanto. Un cuadro que se complica aún más si se toma en cuenta que las referencias políticas propias, en este caso no parecen actuar con la racionalidad y la comprensión de los alcances del asunto que los afecta, sino que tratarían de reducirlo todo a la tradicional confrontación gobierno y oposición e incluso, en algunos sectores con la irresponsable apuesta del mágico y falso efecto que tendrían en la crisis las sanciones económicas aplicadas al país y que como se ha demostrado históricamente resultan contraproducentes; y que en este caso como lo señalan los especialistas Francisco Rodríguez y Jorge Alejandro Rodríguez, obligan más bien a una mínima sensatez a los factores que protagonizan una confrontación que ha llegado a extremos tales como para que los venezolanos vivan envueltos veinticuatro horas durante días en una pesada e indescifrable tiniebla física y psicológica.





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